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"Luchad como podáis para que no se repita"

  • El Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid homenajea a 400 represaliados por el franquismo
  • Según la Asociación de Ex Presos, Franco encarceló a unos 200.000 españoles
  • Denuncian falta de ayudas económicas y olvido por parte de la Administración
  • RTVE.es ha conversado con algunos de ellos para conocer sus historias

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Acto por los represaliados del franquismo

Felicidad García, de 92 años, guarda una foto en el bolso como si fuera un tesoro. En ella, aparece vestida de republicana cuando sólo era una adolescente: "Tres meses antes de proclamarse la República, en Carnavales, mi madre ya me vistió así. ¡Y encima en Salamanca, que era más carca...!", presume ante un grupo de fotógrafos. 

Hoy es su gran día: es una de las 400 personas represaliadas por el franquismo a las que homenajea el ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid. Ha venido en Metro, "sola", a reencontrarse con otros ex presos políticos. La fiesta, que se celebra en un pabellón de patinaje, incluye paella, música de charanga y, sobre todo, muchos recuerdos compartidos. 

"Estuve cuatro años y medio en la cárcel, primero en Salamanca y luego en Guipúzcoa. Entré en el 36 y salí en el 41", rememora. "Antes de eso estuve una noche en un cuartel de Falange, de la que no quisiera acordarme, pero que no puedo olvidar: nos obligaron a ver cómo torturaban a mi padre y a mi hermano. Mientras tanto nos obsequiaban con aceite de ricino", explica con lucidez. 

A su lado se sienta Fernanda Fernández, de 77 años. "Nací el día de la República y soy republicana de la cabeza a los pies. Llevo sangre muy roja", dice con orgullo. Esta asturiana no estuvo en las cárceles franquistas, pero padeció los campos de deportados en Francia: "Mi madre estaba refugiada en Suiza. Nos reclamó y nos llevaron con ella. Pero los niños que estaban con nosotros, que eran judíos, fueron a los crematorios", recuerda con lágrimas en los ojos. 

No fue el único drama que le tocó vivir: Su padre estuvo más de dos décadas exiliado en México: "Se fue cuando tenía 9 años y no le volvía a ver hasta los 27. Tuvimos algún contacto porque nos escribía con nombres falsos. Decía que era la prima Soledad, porque el hombre estaba muy solo en México", explica. 

"Las noches eran muy duras" 

A Leopoldo Iglesias le metieron en la cárcel de Sevilla por "subversivo". Allí pasó dos años, de 1949 a 1951. Ahora, con 81, "18 pero al revés", lo recuerda con nitidez: "Eran noches muy duras. Los que estaban condenados a muerte esperaban un día y otro día. No tardaban mucho tiempo en desaparecer de la celda donde estaban. Cuando hacían el recuento y no se veía a nadie en la puerta era señal de que habían sido ejecutados", cuenta. 

Concha Carretero, de 90 años, también vio la muerte de cerca. Conocía a las Trece Rosas. Como ellas, trabajaba clandestinamente para las Juventudes Socialistas al acabar la guerra, y fue detenida muy poco después. 

"Me ingresaron el 4 de agosto, pero iba inconsciente de las palizas que me habían dado. Cuando desperté, a las 24 horas, me dieron la noticia: 'Concha, han sacado a las chicas'. El palo fue grandísimo", recuerda con horror. El miedo en la cárcel era constante: "Sabía que las habían sacado a ellas y, como yo estaba por el mismo delito, pensaba que iban a venir a por mí", cuenta. 

"Serví a los asesinos de mi padre" 

A Juliana Sánchez todo el mundo la conoce como la 'abuela de la A-4': "Hago a la semana dos mil y pico kilómetros. Voy de Córdoba a Málaga y el fin de semana vengo a Madrid. ¡Tengo 77 años y conduzco yo, guapa"!, dice entre risas. 

Hoy está aquí para recordar a su padre: "Lo fusilaron en la guerra. No lo he encontrado hasta el 2002. Está en Málaga, en la fosa común del cementerio de San Rafael", cuenta. 

Su voluntad de hierro la ha llevado a encontrar la identidad de los culpables. El descubrimiento fue tan sorprendente como macabro : "Fueron dos hermanos, los señoritos de mi pueblo. Uno era primer jefe de Falange. Detuvieron a mi padre y lo mataron. Y lo peor no es eso: lo peor es que yo he estado sirviendo con la familia y ellos siempre me lo ocultaron. Decían que mi padre se había fugado.  Mi madre, la pobrecita, iba a trabajar por horas allí y se traía las cáscaras de las patatas para darnos de comer a nosotros", explica mientras contiene la emoción. 

"La sociedad tiene una deuda con nosotros" 

En la mesa de las "autoridades", Marcos Ana disfruta de su paella. Es el preso político que más tiempo ininterrumpido ha pasado en las cárceles franquistas: 23 años, de los 19 a los 42. Este poeta, símbolo de la cultura antifascista, agradece el homenaje, pero se queja de que llega tarde: "Hace falta un reconocimiento institucional público de los luchadores por la libertad que se sacrificaron para conseguir esta sociedad que tenemos hoy", opina. 

"Esto no se olvida. Hay heridas que no se cierran nunca, porque detrás de nosotros vienen nuestros hijos y nuestros nietos", añade Fernanda Fernández. "Que no se repita. "¡Luchad como podáis, pero que no se repita!", pide a los jóvenes Juliana Sánchez. "La mejor corona para los muertos son estos homenajes. No queremos morirnos sin ver a nuestros compañeros y sin hablar de nuestra lucha", concluye.