Con 22 años y tras diagnosticarle sida, el médico le dijo que le quedaba una semana de vida. Desconocía todo sobre la enfermedad y en el mismo hospital supo que había sido infectada por su pareja, que era seropositivo aunque no le había dicho nada. 

Pasó cinco años encerrada en su casa evitando las miradas de las vecinas, convertida en un 'muerto viviente' y sometida a unos tratamientos muy agresivos que la mantenían entre la cama y el baño. Con la llegada de los nuevos fármacos, fue recuperándose.

Su ex pareja era portador de VIH, por eso se hizo la prueba. Cuando le dieron el positivo apenas sabía algo de la enfermedad. Asegura que la gente lo oculta y que hay muchos más casos de los que parece, sobre todo en el ambiente nocturno, donde él se mueve.

Dani explica que la prevención frente al VIH se ha relajado y que su generación ha perdido el miedo porque ya no se habla de muertes y consideran que con una pastilla se soluciona el problema. 

Hace unos meses fue despedido de su trabajo de barman cuando informó a su jefa de que era seropositivo.