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James Murdoch, expresidente de News International (NI), comparece este martes ante la comisión que investiga el espionaje periodístico en la prensa británica, un día antes de que lo haga su padre, el magnate Rupert Murdoch.

Esta será la primera vez que James y Rupert Murdoch presten declaración ante esta comisión, presidida por el juez Brian Leveson, dispuesta el año pasado por el Gobierno para analizar los estándares éticos y posibles prácticas ilegales de la prensa británica.

James Murdoch dimitió como presidente de NI -rama británica del imperio mediático de su padre- el pasado mes de febrero. La llamada comisión Leveson se centra esta semana en la relación entre los medios de comunicación y los políticos.

Esta investigación empezó a raíz del escándalo de los pinchazos ilegales a teléfonos de famosos practicados por el desaparecido dominical News Of The World (NoW) de Rupert Murdoch, que cerró el pasado julio tras 168 años de historia a causa de este caso.

Islandia ha sido el único país del mundo en llevar a su jefe de gobierno ante los tribunales por su presunta responsabilidad en la crisis financiera. Tres de los grandes bancos del país quebraron y prácticamente todo el país se empobreció de repente. Este lunes los tribunales han absuelto al ex primer ministro, el conservador Geir Haarde.

El socialista François Holland parte como favorito, pero sólo a punto y medio de Sarkozy. Si quiere ganar el líder conservador debe ahora atraerse dos votos contradictorios, el de centro y el de la extrema derecha y es que la sorpresa estuvo en los resultados históricos de Le Pen. El crecimiento de la extrema derecha ha relanzado el interés de la segunda vuelta de estas presidenciales. Por un lado, el voto de la izquierda ha sido menor de lo pronosticado por los sondeos, y eso le complica las cosas a Hollande. Y por otro, Sarkozy debe escorarse más a la derecha si quiere garantizarse la reelección.

  • Dos candidatos socialistas ya ganaron la primera vuelta y perdieron la segunda
  • Las formaciones de derecha han logrado más votos que las de izquierda
  • El auge del Frente Nacional, arma de doble filo para Sarkozy
  • La izquierda está unida contra él y ha conseguido su mejor resultado en 25 años
  • El programa de La 2 de TVE emite una reciente producción de la TV2 noruega
  • A través de testimonios de los supervivientes, reconstruye la matanza de Utoya
  • Revive los 72 angustiosos minutos en los que Breivick asesinó a 69 jóvenes
  • El documental permanecerá on line 15 días tras la emisión en televisión

La iglesia, aliada del Kremlin, denuncia una campaña en su contra desde que en febrero un grupo femenino de música punk protestó en la mayor catedral del país, y las integrantes de la banda fueron encarceladas.

¿Por qué Nicolas Sarkozy es el primer presidente que se presenta a la reelección, y no acaba en cabeza tras la primera vuelta? Eric Bonnet, director de un instituto de sondeos, recuerda la impopularidad de Sarkozy, y que en el 2007 prometió solucionar problemas como el paro o el poder adquisitivo: sin embargo, la situación actual sería cada vez peor. De ahí que muchos de sus entonces votantes, obreros y jóvenes, de clases populares, le den ahora la espalda. Y castigan al mismo tiempo el tradicional bipartidismo, al irse con la candidata que se sitúa fuera del sistema. Una Marine Le Pen, que supera el respaldo que consiguió su padre cuando en 2002 se coló en la segunda vuelta, y que en campaña ya amagaba con dar la sorpresa. Sus electores provienen sobre todo del norte y el sureste de Francia, y gana terreno en el mundo rural. En la segunda vuelta, Nicolas Sarkozy ha de resolver una difícil ecuación: necesita el apoyo tanto de centristas, como de ultraderechistas

En apenas unos meses, François Hollande, ha pasado de ser el candidato de compromiso del Partido Socialista, a convertirse en la esperanza de la izquierda francesa para arrebatarle a Nicolás Sarkozy las llaves del Elíseo. Por eso, nada más conocerse los resultados, el presidente le reclamaba tres debates televisados. Y por eso, Hollande sólo le condedía uno.

Además, si Sarkozy no quiere convertirse en el primer presidente francés que no consigue la reelección en 30 años, tendrá que agarrarse (y procurar no quemarse) al clavo de Marine Le Pen