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¿Tengo un TOC o solo me gusta la limpieza?

  • ¿Cómo puedo diferenciar una manía de un trastorno?
  • Las curiosas manías que tenían escritores como Balzac o Joyce

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Uno de los trastornos obsesivo compulsivos más comunes son el orden o la limpieza.
Uno de los trastornos obsesivo compulsivos más comunes son el orden o la limpieza. iStock

Tras la tormenta dedica su hora de autocuidado sonoro al trastorno obsesivo compulsivo. Conocemos las manías más raras de algunos escritores en la semana de Sant Jordi. ¿Conocéis la superstición que influía en la escritura de Truman Capote?

Es normal tener manías aunque hay algunas más raras y otras mucho más comunes. Todos hemos cruzado por un paso de cebra sin pisar lo blanco, ¿no? El caso es que estas manías llevadas a la obsesión puede desembocar en un TOC o trastorno obsesivo compulsivo, el tema del que hablaremos con la psiquiatra Anabel González. En estos últimos años en los que vamos abriendo las puertas de las enfermedades mentales se han popularizado ciertos problemas mentales como el caso del TOC y mucha gente afirma tenerlo cuando, seguramente, no es así.

¿Qué es y qué no es TOC?

"TOC es un problema de salud mental que afecta a un grupo importante de personas en el cual hay una serie de obsesiones, cosas que no podemos quitarnos la cabeza, pensamientos que nos vienen. O una serie de rituales y de comprobaciones que tenemos que hacer, que se nos imponen". Todos estos rituales dan seguridad y hacen sentirse mejor, de ahí, que sea tan difícil evitarlos.

Un trastorno obsesivo compulsivo común es cuando una persona tiene una obsesión muy fuerte con tener sus cosas en un orden excesivo o con una limpieza extrema. Eso no quiere decir que la persona que se esfuerza en tener su casa limpia o quien ordena su armario por colores tenga un TOC. Muchas veces se puede detectar un TOC en otra persona cuando no puede ver algo que esté descolocado un milímetro o que se pasa horas y horas limpiando. "A veces llegan, por ejemplo, a lavarse las manos tantísimas veces al día que se les despellejan de tanto sobrepasar, digamos, la barrera de la piel y se llegan a poner mal dermatológicamente", explica Anabel sobre problemas que puede provocar este trastorno.

La obsesión excesiva por la limpieza, por el orden o por comprobar constantemente las cosas son los trastornos obsesivo-compulsivos más habituales. Es difícil saber cuántas personas sufren esta enfermedad mental. Los expertos calculan que alrededor de un 1% pero muchos no llegan a las consultas o tardan años en buscar ayuda

Anabel trata de poner un límite entre la manía y el TOC, "llegar a un nivel invalidante donde no te permita hacer una vida normal". Es decir, si a mí me gusta mucho tener mi casa limpia y me esfuerzo en que así sea, no tiene por qué ser un problema. Pero si no puedo comer tranquilo porque hay una miga que se ha caído al suelo, me debería plantear si tengo un TOC.

Este tipo de trastorno tiene mucho que ver con el control. "Como no pueden controlar a veces lo que ocurre fuera, pues controlan cómo colocar el bolígrafo o las cosas que tienen alrededor", explica nuestra psiquiatra mientras que añade que este problema está muy relacionado con la ansiedad y que nuestra experiencia con el TOC puede agravarse según nuestro estado mental. De hecho, el 90% de los casos de TOC están relacionados con algún otro trastorno.

¿Cómo se detecta y qué tratamiento tiene este trastorno?

Para detectar un TOC es importante descartar que lo que tenemos es una manía como tienen todas las personas. Para ello podemos recurrir, por ejemplo, al límite que marcaba Anabel sobre si esta conducta nos permite llevar una vida normal o no. "Si no podemos disfrutar de estar con nuestros amigos porque creemos que las cosas no están suficientemente colocadas, ahí no causa un problema", comenta la psiquiatra sobre perder calidad de vida.

A menudo es útil contar con la opinión de los demás porque ellos nos ven "desde fuera" y pueden darse cuenta de que no estamos actuando de una manera normal. El control y la intolerancia son dos raíces de los TOC, esto puede hacer que tengamos problemas con nuestros seres cercanos porque no se comporten como nosotros creemos que deberían.

Vivir con TOC: "Mi mente nunca está tranquila"

El TOC tiene un cierto componente genético y el tratamiento debe ser específico para cada caso. Hay quien puede requerir de medicación o tratamientos de tipo cognitivo conductual que hagan que se pueda reducir esos rituales u obsesiones. Por último, hay terapias como el mindfulness que nos pueden ayudar a cambiar de perspectiva sobre lo que nos ocurre y sobre cómo reaccionamos.

Anabel González ve clave también la comunicación, hablar con gente cercana sobre lo que nos pasa y sobre nuestra forma de actuar. Esto puede ayudar a entender que somos capaces de quitarnos esa rigidez que nos hace, por ejemplo, tener todo limpio y ser más flexibles.

Los literatos y sus manías

Esta es la semana de Sant Jordi, días muy especiales para la literatura de nuestro país y aprovechamos para hablar con Agustín Pániker por el aniversario de la editorial que fundó su padre. Salvador Pániker empezó con Kairós en 1964 y desde entonces se han dedicado unir la sabiduría de Oriente y Occidente. Con él y con Jordi Nadal, hablaremos de literatura y de las manías que tenían los grandes autores de la historia.

Franz Kafka se dice que fue un hombre extraño o como dice Jordi, "raro de narices". Y comenta que en una anotación a pie de página escribió: "Alemania acaba de declarar la guerra a Francia. Por la tarde me voy a nadar". Seguro era un hombre singular y un autor único, aunque muy maniático. Tenía una obsesión con escribir y mandar cartas a su amada, a su hermana o a una amiga. Se dice que escribió y mandó más de 1500 cartas. De Edgar Allan Poe se dice que escribía en un rollo de papel que juntaba con lacre mientras que James Joyce lo hacía tumbado, boca abajo, vestido de blanco y con un gran lápiz azul. En cambio, Virginia Woolf escribía durante 2 horas y media al día y lo hacía de pie.

Cada uno tiene sus manías y John Steinbeck escribía con mucha intensidad. Escribía a lápiz y lo hacía con tal fuerza que su editor "tuvo que enviarle lápices redondos porque los hexagonales le habían causado dolor a sus callos". Truman Capote tenía la rareza de que nunca empezaba o acababa una obra en viernes. Dickens, en cambio, escribía todos los días pero cuando lo hacía, se pasaba un peine por el pelo decenas de veces. Como las decenas de tazas de café que tomaba Balzac, el dramaturgo francés dicen que llegó a tomar 50 al día.

Con las manías y las obsesiones, Aristóteles dio en el clavo: "la virtud está en el término medio".