Teresa Perales explica por qué no lloró al ver nacer a su hijo
- La atleta admite que ser madre es lo mejor que le ha pasado en la vida
- Relata el momento en que su hijo fue consciente de que no podía caminar
- Teresa Perales: "La última vez que salí andando fue celebrando un gol del Zaragoza"
Teresa Perales completa la tríada de invitados del segundo programa de ‘Las Tres Puertas’ tras su regreso a televisión. María Casado ha charlado con la atleta paralímpica que, a lo largo de 20 minutos, ha irradiado alegría y ha mostrado ser un ejemplo de superación. Una de las vivencias más sorprendentes hace referencia al día en que nació su único hijo, Mariano, de 12 años, y el motivo por el cuál se aguantó las ganas de llorar.
En silla de ruedas de la noche a la mañana
La historia de Teresa Perales es dura de digerir a pesar de la frescura y entereza con la que la narra. “A los 19 años son cosas que no te esperas, que la vida de pronto te pega un bofetón y el mío vino en forma de una enfermedad neurológica que me afectó sobre todo a las piernas y que me dejó sentada en la silla de ruedas”, recuerda. “Uno nunca piensa que esto te va tocar, uno vive la vida pensando que lo tenemos todo estupendo y maravilloso, y que todo va a ir a mejor”, añade.
Sin embargo, y dentro de lo dramático de lo que le ha tocado vivir, la nadadora afirma que su enfermedad ha sido un regalo: “Uno no los ve exactamente como un regalo aunque con la perspectiva, echando la vista atrás, puedo decirte de todo corazón que no cambiaría mi vida por volver atrás y que eso supusiera olvidarme de lo que he vivido”.
Ir en silla de ruedas no ha sido una barrera para que Teresa Perales se haya convertido en una nadadora con 27 medallas olímpicas que se ha atrevido con todo lo que se le ha puesto por delante, incluso haciendo política durante un breve periodo de tiempo.
El sueño de ser madre
Otro de los sueños que la aragonesa ha cumplido es el de ser madre. Casada desde 2004 con el periodista Mariano Menor, a quien conoció mientras la entrevistaba, Perales consiguió uno de sus mayores logros en la vida: ser madre. El pequeño Mariano Junior, a quien llama Nano, es su mayor ilusión y prueba de ello es cómo se le ilumina el rostro cuando habla de él.
Explica que el parto fue “por cesárea. Justo le oigo llorar y yo quería llorar y dije… ‘No quiero porque no sé si sobrevivo’”. ¿Por qué pensó eso Teresa Perales? Tal y como explica, cuando al resto de las mujeres les ponen la epidural “notan que se les duermen las piernas pero yo en las piernas no noto nada” pero “yo no noté que se me iba durmiendo nada. Me pegó un bajón de tensión, se me bajó la tripa y dije ‘yo esto no lo sobrevivo, si lloro no puedo coger aire'”. Por ese motivo contuvo las lágrimas al ver al recién nacido.
Otro de los episodios que narra es cuando Nano se dio cuenta de que su madre no podía caminar “Era bastante mayor, con 2 años y pico, cuando se dio cuenta de que yo iba en silla de ruedas. Me acuerdo perfectamente, saliendo de la ducha, que habíamos estado duchándonos los dos juntos, al coger la toalla le di sin querer a la silla, que la había dejado desfrenada. Le dije ‘Cariño, se me ha ido la silla, ¿me la puedes traer?”. Entonces me mira y me dice ‘Ostras mamá, es verdad, que tú no andas'”.
Teresa Perales se refiere a su hijo como “mi persona” y lo describe como “la persona más extraordinaria que conozco. Es generoso, noble, cariñoso. Aún con 12 años me dice ‘mamá eres tan bonita, es que te quiero tanto’”, algo que, evidentemente, la llena de orgullo.
Las tres puertas