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Escultores de las formas

Cristóbal Balenciaga y Azzedine Alaïa, el encuentro más esperado, e inesperado, de la moda

  • El Museo Cristóbal Balenciaga acoge los vestidos que Azzedine Alaïa coleccionó durante 40 años
  • Cinco piezas en estado deplorable se han restuaurado en Getaria y brillan esplendorosas ahora
  • Tras cerrar en 2020 la trilogía 'Moda y Patrimonio', el museo se abre a la obra del tunecino

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Dale al play para ver la exposición 'Alaïa & Balenciaga, escultores de las formas'

Cuando subes las escaleras que te llevan al Museo Cristóbal Balenciaga, en Getaria, empiezas a sentir una sensación casi mística que culmina en éxtasis profundo cuando estás delante de ellos. Los vestidos parecen levitar en sus habitaciones de cristal cargados de simbolismo. Son la obra de un genio, de un orfebre del tejido, de un dios. Lo fue en vida, aclamado por toda la profesión. Lo es tras su muerte, venerado por sus 'descendientes'. Entre ellos Azzedine Alaïa. El tunecino, fallecido en 2017, es otro de los grandes, otro mago del tejido y las formas. Y fue un ávido coleccionista de 'Balenciagas' que no tuvo rivales a la hora de pujar y comprar. Su vasta colección ha viajado desde París a Getaria para que se reencuentren con sus iguales. Es lo más.

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas Stéphane Aït Ouarab 2020-21

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas Stéphane Aït Ouarab 2020-21

Hablamos de dos genios incomparables. Y tras la muerte del español, Alaïa fue el único couturier que entendió el auténtico espíritu de la Alta Costura. "Los dos tenían puntos de vista similares, entendían la moda de la misma manera pero desde dos épocas que no han compartido. Su hablamos de una misma visión de la moda te diré que es la constancia", dice Igor Uria, el director de colecciones del museo, una de las voces más respetadas a la hora de hablar del modista.

Los escultores de las formas

El trabajo de los dos couturiers fue una constante búsqueda de la perfección, de sublimar las formas para embellecer los vestidos y chaquetas. A primera vista el estilo de Azzedine Alïa y el Cristóbal Balenciaga son diferentes. Pero.... "Alaïa parece mucho más moderno pero cuando pones sus vestidos juntos, puedes ver que Cristóbal Balenciaga era igual de moderno, y eso que entre una prenda y otra puede haber 50 años. ¡Los dos son escultores de la forma!". Y los dos tienen la misma idea de la modernidad. "Azzedine Alaïa utilizó tejidos más actuales, que se ciñen más al cuerpo pero que son igual de cómodos que los que utilizó Balenciaga. Balenciaga trabajó con gazares para hacer volúmenes muy amplios que se distancian del cuerpo y el tejido de Alaïa es como una coraza, pero no comprime. Uno innova con el gazar y el otro innova con el punto. ¡Es alucinante!".

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas Stéphane Aït Ouarab 2020-21

Vestido icónico de Azzedine Alaïa mostrado en Getaria. EFE/Javier Etxezarreta

Esta exposición es además la materialización de un sueño, el de Hubert de Givenchy. El modista siempre quiso dar visibilidad a la colección de Alaïa y sabía que el mejor lugar era este museo. La Galería y la Fundación Azzedine Alaïa, Oliver Saillard, que ha comisariado la muestra, y el Museo Cristóbal Balenciaga han hecho posible que lo que el tunecino compró y guardó vea la luz en todo su esplendor. "Tenemos 52 piezas de Cristóbal Balenciaga y 48 piezas de Azzedine Alaïa. Son 100 en total. Y hay mucha documentación y archivo de Cristóbal Balenciaga para ubicar las piezas, porque son dos conceptos muy distintos". Uno se desarrolla antes de 1968 y el otro en los años 80 y 90, cuando Alaïa hace las prendas en punto, el vestido cremallera, el vestido de cuero... Y en muchos de los maravillosos vestidos del tunecino hay referencias a Balenciaga, como en la forma de construir los godets.

"Balenciaga tenía un conocimiento del oficio, del corte, sabía coser… él era un auténtico creador de moda, capaz de inventar un nuevo volumen, una nueva técnica para las mangas o el cuello. Balenciaga siempre me ha influido. Sin duda, él es uno de los mejores modistas de todos los tiempos”, dijo una vez Azzedine Alaïa.

Azzedine Alaïa trabajando en su atelier.

Cristóbal Balenciaga trabajando en su taller.

Cuatro manos, dos técnicas y la misma pasión

Azzedine Alaïa compra las primeras piezas de Balenciaga en 1968, cuando cierra la casa. Ve que las piezas no son 'reaprovechables', que no puede darles otro uso. "Se da cuenta de que es cultura y es cuando empieza a coleccionar". Y lo hace durante 40 años, es la materialización de su admiración. "Pero ya venía de antes, aunque de una forma más visual", revela Uria. Hasta 1968 Azzedine Alaïa crea solo trabajos sus clientas, ya que no es hasta el 70 cuando empieza con su marca y hace los primeros desfiles. "A su taller iban clientas con vestidos de Balenciaga para que él se los modificara pero no lo hacía, les hacía vestidos nuevos y se quedaba con los originales. ¿Por qué? ¡No quería rehacerlos por respeto!".

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas

De sus manos y mesas de trabajo, los vestidos nacían de la determinación y el dominio de la técnica que los dos modistas manejaban magistralmente. Los rigurosos abrigos y chaquetas, confirman su gran maestría en el corte. Su amor compartido por los tejidos, que trabajaron con habilidad y sutileza, se insinúa en los vestidos en gasa y encaje negro. El negro es, a veces, un punto de encuentro pero resulta más gratificante ver el diálogo que se establece entre el fucsia radiante de Balenciaga y el rojo intenso de Alaïa.  "Ambos compartieron temas esenciales como la tradición y el folclore, representados por el vestido Gitane, famoso entre todos los de Azzedine Alaïa, y cercano a la inspiración española de la obra de Balenciaga", dicen desde el museo.

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas

Un comprador al que no le importaba el dinero

Alaïa contó que llegó a comprar piezas "casi de saldo" para salvarlas de un destino incierto. Pero posteriormente siguió coleccionado y acumuló más y más obras, no sólo de Balenciaga, sino de otros grandes maestros como Grès, Vionnet o Schiaperelli. "Prendas cuya importancia valoraba especialmente, y que creía debían conservarse y trascender de su tiempo".

"Una buena forma de acercarse al pensamiento de Azzedine Alaïa es ver la historia de las compras que hizo en las subastas. Era un gran competidor y no le importaba el dinero. Conseguía lo que quería. Nosotros no pujamos pero controlamos lo que sale a subasta", revela Igor Uria. Y sabían lo que tenían guardado en París. Allí se desplazaron para hacer una selección que viajó a Getaria en enero de 2020. Las piezas no estaban todas en buen estado y vieron que cinco de ellas necesitaban ser restauraras para poder exhibirse. Una de ellas es el famoso vestido de 1950 que lleva la modelo Dovima en la fotografía de Richard Avedon. "Es un vestido de tul que llegó en un estado deplorable. Lo restauramos y cuando Oliver Saillard lo vio fue muy grato. '¡Nos habéis hecho una pieza nueva!', nos dijo. ¡Ha sido todo un reto!".

-Un reto, y una satisfacción, imagino, al ver la pieza terminada

-Sí. Tiene mucho peso. Hay miedo cuando trabajas con piezas tuyas, pero mucho más con las externas. ¡Nos dieron diamentes sin pulir y se los hemos pulido!

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas

Alaïa y Balenciaga, escultores de las formas

Otras formas de acercarse al universo del genio de Getaria, cuya vida parece que va a llevarse a la pantalla, pero nada comparable a hacerlo a través de su patrimonio y de la mano del Museo Cristóbal Balenciaga.