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La nueva serie de 'El Cid': ¿Qué es realidad y que es mito?

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Jaime Lorente es Rodrigo Díaz de Vivar en 'El Cid'
Jaime Lorente es Rodrigo Díaz de Vivar en 'El Cid'

Jaime Lorente interpreta en 'El Cid', la nueva serie de Amazon, a un héroe muy distinto al que habíamos visto hasta ahora. Dejando para más adelante los mitos extendidos por el Cantar, esta ficción aborda los primeros años de Rodrigo Díaz de Vivar. Y, aunque su afán es remitirnos al Cid histórico y crear un personaje creíble, se trata de una época muy poco conocida de su vida: las fuentes históricas son escasas, y la serie sólo puede imaginar escenarios probables. No podemos saber si así es como sucedió, pero, ¿pudo haber sucedido así?

En la serie se mezcla ficción y realidad, y se construye un relato coral que pone en el centro a otros personajes de la corte sobre los que sí tenemos más datos. Hablamos con David Porrinas González, autor de la monografía El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra(Desperta Ferro) para repasar algunos de los malentendidos más extendidos sobre la figura del Cid y los errores y aciertos de esta ficción histórica.

La historia de amor de Rodrigo y Jimena

Aunque Charlton Heston y Sophia Loren pusiesen toda la carne sobre el asador y las novelas posteriores sobre el Cid le cantasen a la historia de amor de Rodrigo y Jimena, lo cierto es que el suyo fue un matrimonio por motivos tácticos, de interés político, y no hay registros de que el de Vivar se batiese en duelo o tuviese que probarse digno de su amor.

"Rara vez se daban los matrimonios por amor en la aristocracia, y durante el reinado de Fernando I es cuando se empiezan a establecer matrimonios como alianza entre reinos con el fin de evitar sublevaciones. Esa política la continuará su hijo, Alfonso VI, y en ese contexto tiene lugar el matrimonio del Cid y Jimena: su unión emparenta una casa leonesa y una casa asturiana, y Rodrigo se casa con la hija de un conde, alguien que pertenece a un estamento superior al suyo", cuenta el historiador.

Imágenes promocionales de 'El Cid'

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Así que, pese a las miradas que comparten Jaime Lorente y Lucía Guerrero en la nueva serie, del amor entre ambos no tenemos pruebas: sólo de su complicidad y de su unión en el posterior gobierno de Valencia, donde el Cid trató a Jimena como su igual y ambos firmaron una carta de arras que le otorgaba al otro poderes sobre todas sus posesiones, el equivalente medieval de un matrimonio en régimen de gananciales.

El origen humilde de Rodrigo

"Rodrigo siendo un humilde es un falso mito", confirma David Porrinas. "¡No habrían cogido a un plebeyo para casarle con la hija de un conde, por muy guerrero que fuera!". En su libro, el historiador defiende la teoría de que Rodrigo habría estado emparentado con la casa de Flaín, una de las familias más importantes de León, y que su presencia en la corte tuviese que ver con una orden directa del rey para mantener a raya las aspiraciones de ese linaje.

"Puede incluso que su padre, Diego Flaínez, hubiese participado en alguna rebelion contra el rey, y que esa fuera la razón de la crianza de Rodrigo en la Corte: pudo haber crecido ahí más en calidad de rehén que otra cosa. Al fin y al cabo, sí se sabe que el hermano de su padre fue uno de los principales lideres de una rebelión, y que en esa época se utilizaban rehenes para garantizar acuerdos".

Imágenes promocionales de 'El Cid'

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La participación gloriosa del Cid en la batalla de Graus

Es una de las escenas más explosivas e importantes de la serie: en la que el Cid de Jaime Lorente destaca por sus habilidades guerreras en la batalla de Graus, que enfrentó en 1063 a las tropas de Ramiro I de Aragón y Al-Muqtadir de la Taifa de Zaragoza, y que contó con el refuerzo de Sancho de Castilla.

Es posible, por contexto, que en la mesnada de este último combatiese un joven Rodrigo Díaz de Vivar: "Pero no hay ninguna referencia que acredite que él participó en esa batalla y, especialmente, que allí se ganase el sobrenombre de Campeador, como aparece en la serie. Aunque sí es un sobrenombre que conseguiría posteriormente y por los mismos motivos: sus dotes para el combate personal".

El Cid, héroe cristiano y cruzado ideal

Es el mayor malentendido acerca del Cid que impregna nuestra cultura: "Esa mitificación que lo convierte en un cruzado ideal que planta cara a los musulmanes, cuando en realidad él iba completamente a lo suyo y se aprovechó del período convulso de los reinos de taifas para convertirse en el primer y único rey cristiano de una taifa".

"Lo que es indudable es que tuvo talento político, además de militar, lo que le permitió convertirse en rey de Valencia. Pero su ambición también lo llevó a tener desavenencias con su rey: si hubiese sido un fiel vasallo no habría conseguido todo lo que consiguió. Fue un señor de la guerra independiente, interesado únicamente en construír su propio señorío".

Imágenes promocionales de 'El Cid'

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Las hijas del Cid y los infantes de Carrión

Protagonizan la escena más emblemática del Cantar, pero Doña Elvira y Doña Sol son pura ficción: las verdaderas hijas del Cid y Jimena se llamaron Cristina y María, y no fueron afrentadas por los infantes de Carrión, sino que se casaron muy bien casadas. "El objetivo primordial del matrimonio fue garantizar una dinastía para que sus yernos estuviesen en condiciones de defender o recuperar algún día el reino de Valencia".

"La fábula de los infantes de Carrión se consturye porque todo héroe necesita enemigos, y cuanto más asquerosos mejor. De esa forma se engrandece al personaje", afirma Porrinas.

La espada Tizona y otros detalles históricos

"La serie falla en pequeños detalles, como los estandartes: aparece el de León, que no se documenta hasta 1127, y el de Castilla, no aparece hasta 1170. También aparece una ballesta de estribo, que no se hacen hasta mediados del siglo XII".

Pero el detalle histórico que más polémica ha generado en relación con el Cid es la espada: "La que aparece en la ficción es una copia de la espada Joyosa de Carlomagno, y mucha gente se rasgó las vestiduras", cuenta el historiador. "¡Pero peor habría sido que utilizasen la espada Tizona, que ni de broma perteneció al Cid: esas armas son de finales del siglo XV o XVI".

Imágenes promocionales de 'El Cid'

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Con su emblemática espada sucede lo mismo que con los infantes de Carrión, o con su fiel Álvar Fáñez, el otro gran protagonista del Cantar: "Todo héroe, aparte de enemigos repugnantes, necesita unas armas con nombre propio, un caballo con nombre propio y un gran compañero de armas. Y de ahí sale Álvar Fáñez, que es verdad que vivió en el mismo tiempo que el Cid, pero llevaron vidas separadas".