Enlaces accesibilidad

Rafael: "Siento felicidad, emoción y alegría al poder tener a mi hijo conmigo"

  • Vivían en un piso de ayuda social a una hora y media del colegio de su hijo
  • El pequeño Rafael, con retraso madurativo, vivía con una familia de acogida

Por

Rafael tiene 46 años y vive en Tarragona. Ha trabajado toda su vida conduciendo una grúa de asistencia en carretera, pero perdió su trabajo y tuvo que dejar la vivienda en la que vivía con su hijo, de ocho años. Tiene la guardia y custodia del pequeño desde hace cuatro años, cuando se separó de su mujer.

Cuando acudió a Entre todos vivían en un piso de ayuda social en el que solo podían estar tres meses. La vivienda se encontraba a una hora y media del colegio de educación especial al que acude el pequeño Rafael, que tiene retraso madurativo.

Rafael necesitaba ayuda para pagar un alquiler cerca del colegio del niño y, así, poder vivir con él. El pequeño vivía con una familia de acogida porque su padre no podía atenderle -se levantaba a las cinco de la mañana para ir a trabajar- y tampoco quería separarlo de su colegio.

Además, en un mes, a Rafael se le acababa el contrato de trabajo e iba a tener serias dificultades para pagar los 400 euros mensuales a la familia que cuida del niño.

Mi hijo es mi razón de vivir y mi razón de luchar cada día

"A ver si la gente, que todavía hay gente muy humana con un corazón muy grande que no les cabe en el pecho, pueden echarme una mano realmente para poder sacar a mi hijo adelante, que es mi razón de vivir y mi razón de luchar cada día".

Recupera la felicidad

Rafael consiguió trabajo, un piso y un coche pero, sobre todo, quiere resaltar la felicidad que, por fin, ha recuperado. "He pasado noches de felicidad, emoción y alegría al poner tener a mi hijo conmigo, por estar cerca del colegio y tener otro modo de vida más adecuado a sus necesidades", cuenta.

La vida me ha cambiado totalmente

"La vida me ha cambiado totalmente. Es algo que no se puede olvidar. Es inolvidable. La gente ha sido genial, maravillosa. Me han dicho que vaya a sus casas a visitarlos. Todos son encantadores", dice en referencia a los que le han ayudado.

El pequeño Rafael muestra orgulloso el piso en el que ahora viven, que está a tan solo tres minutos andando de su colegio. El niño ya le ha dicho a su padre que tiene que echarse una novia porque quiere un hermanito con el que poder jugar.