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Ramón García: "Quienes crecieron con el programa son 'mis niños Grand Prix'"

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Ramón García y Mar Regueras, presentadores de 'Grand Prix'
Ramón García y Mar Regueras, presentadores de 'Grand Prix'.

Ramón García presentó durante más de una década un concurso que tanto significó para algunos pueblos de España: el Grand Prix del verano. En esta entrevista para RTVE.es, Ramón (también conocido como Ramontxu) nos traslada a diferentes momentos de esos diez años que para él fueron una "maravillosa experiencia".

¿Cómo surgió la oportunidad de presentar el programa y con qué expectativas comenzaste?

Venía de hacer el ¿Qué apostamos?, que era un trasatlántico inmenso que navegaba a altísimo nivel. Pero hacía falta algo para el verano. Así que creamos un programa familiar, que tuviera que ver con nuestra idiosincrasia y que resultara divertido. Y compaginamos ambos formatos. La productora y el equipo de TVE era el mismo, lo que suponía una garantía. Pero en televisión siempre tienes dudas. Sobre todo, con los nuevos programas. Aunque desde el primer momento nos lo pasamos muy bien haciéndolo y era una buena señal. Si disfrutábamos nosotros, lo haría el público. Y así fue.

¿Llegaste a imaginar que estarías toda una década presentando el concurso?

No. Siempre trabajo pensando en el día de hoy. En este trabajo recordar lo que hiciste ayer no vale para nada. Pero hacer castillos en el aire, sobre lo que pasará mañana, es aún peor. Todos trabajamos pensando en hacer el mejor programa. Que luego vinieran más ediciones era consecuencia del éxito. Pero eso ni se prepara ni se imagina.

¿Hay algún pueblo concursante de Grand Prix que sigas recordando de forma especial?

Todos. De hecho, recuerdo hasta las caras de muchos concursantes, de alcaldes, de invitados... y hasta los nombres de algunas vaquillas. Aunque sí puedo decirte que soy Pisueto de honor de Cudillero, pueblo que ganó la primera de las ediciones del Grand Prix del verano.

Recuerdo hasta los nombres de algunas vaquillas

¿Cuál es la anécdota más divertida que recuerdas de esos once años de presentador?

Las confesables seguro que las recuerdan los espectadores mejor que yo. Pero quizá la cara de los concursantes de pueblos canarios cuando llegaba la prueba de la vaquilla. Ten en cuenta que en Canarias no hay toros. Así que veías a tipos grandullones corriendo asustados tras ver a un animal con cuernos, aunque fuera una vaquilla pequeña. Ojo, que yo tampoco me ponía delante de ellas.

Todo el mundo siempre quiso verte hacer alguna prueba o incluso el recorrido entero de pruebas. ¿Llegaste a hacer alguna prueba detrás de las cámaras?

Amagos y alguna demostración simple mientras explicaba la prueba. Pero las más importantes no, porque eso era cosa de los concursantes. Además, si veías los "troncos locos" de cerca no hacías el tonto encima de ellos. Menudos leñazos que se dieron algunos...

Con Marianico el Corto, Romay, Miriam Díaz Aroca, Los del Río y, por supuesto, Ana Obregón, me reí mucho

¿Qué prueba te gustaba más? ¿Por qué?

Me hacían mucha gracia "Los bolos", el mencionado de los "troncos locos"... pero la prueba final con invitados y alcaldes, y verles la cara pensando que iba a explotar el globo, era una experiencia impagable.

¿Había alguna prueba en la que tú mismo estuvieras nervioso por los concursantes?

Más que una prueba, era el programa en sí mismo. Porque podía haber golpes en cualquier momento. Un resbalón podía acabar en susto gordo. Por suerte, la mayoría acaban tan solo magullados.

¿Qué padrino o madrina recuerdas en especial por lo chapucero de sus indicaciones a los concursantes?

Hombre, con Marianico el Corto, Romay, Miriam Díaz Aroca, Los del Río y, por supuesto, Ana Obregón, me reí mucho. Pero fueron tantos... Además, quien menos esperabas se transformaba durante el concurso y sacaba ese niño que llevamos dentro. Ese que vivió o vive las fiestas de su pueblo y que, por tanto, daba lo mejor de sí mismo.

Pocos programas pueden decir que han estado tanto tiempo en pantalla

Si volviese a emitirse Grand Prix, ¿qué crees que cambiaría del concurso?, ¿seguiría existiendo la prueba de las vaquillas?

Siempre he dicho que es la prueba estrella. No solo por entretenida y graciosa, además es el sello de una típica fiesta de pueblo. De hecho, la imagen del programa siempre fue una vaquilla.

¿Qué significó profesionalmente tu paso por Grand Prix?

Una maravillosa experiencia. En primer lugar, pocos programas pueden decir que han estado tanto tiempo en pantalla. Y por otro, se trataba de un formato blanco y para ver en familia. Dime tú cuántos hay así en prime time. Además tenía un plus. Muchos de los que ganaron en el Grand Prix del verano invirtieron el dinero en beneficio del pueblo. Y hoy es el día en que aquella semilla ha dado sus frutos.

Cuando visitas alguno de los pueblos participantes, ¿te siguen parando por la calle y recordando el Grand Prix?

Constantemente. Y es un honor. Ten en cuenta que hay muchas generaciones que crecieron con este programa. Yo les llamo “mis niños Grand Prix”. Además, en este país, en el que siempre hemos estado a tortas, es una de las pocas cosas que nos unía y nos identificaba por igual. La fiesta con los vecinos. Al fin y al cabo, todos éramos parte de esa gran plaza del pueblo que es el Grand Prix.

RTVE

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