Nos adentramos en un terreno duro y pantanoso: el de las mujeres que sufren algún tipo de discapacidad como consecuencia de la violencia machista y también el de las inmigrantes a las que enfermedades como el cáncer quiebran su precaria economía y las sitúan al borde de la exclusión.
Un tercio de las personas diagnosticadas cada año de cáncer, es decir, unas 25.000, rozan la exclusión social. Los gastos fijos derivados del tratamiento cuando los ingresos son bajos, una prolongada baja laboral o el despido, en algunos casos, hacen que su economía se tambalee. Si además hablamos de mujeres migrantes las cosas se complican porque muchas veces tienen hijos a su cargo y sus ingresos son fundamentales para sacar la familia adelante. Claudia es Argentina y Soledad, boliviana. Las dos han tenido cáncer de mama y han salido adelante con el apoyo de la Asociación Española Contra el Cáncer.
También vamos a hablar de que por cada mujer asesinada en España en el marco de la violencia machista, diez agredidas sufren secuelas físicas y quedan con algún tipo de discapacidad. Una de ellas es Wafa. Un disparo de su expareja dejó en una silla de ruedas a esta joven de origen marroquí. Su vida empezó de cero.
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