Sapiens   Las palabras de la ciencia 21/01/2023 01:01:18

"Eureka, lo tengo" eso cuentan, gritó Arquímedes, cuando de forma casual, mientras disfrutaba de un baño, dio con el método para descifrar el volumen y masa de la corona de Hierón. El rey de Siracusa le había pedido que comprobara si el orfebre había utilizado todo el oro que le había entregado para su elaboración, la clave la encontraría Arquímedes al ver como al sumergirse en la bañera el volumen de agua que desalojaba era exactamente igual al que ocupaba la parte sumergida de su cuerpo. Aquel fue un hallazgo valioso que se produjo de manera accidental o casual, una serendipia. Una palabra, serendipia, que fue utilizada por primera vez en 1754 por el político, escritor y mecenas Horace Walpole en una carta que envía a Sir Horace Mann, un diplomático destinado en Italia con el que guardaba lejano parentesco. En aquella misiva, le agradece a Mann el regalo de un retrato de la aristócrata veneciana Bianca Capello y le hace partícipe de un hallazgo casual, mientras buscaba la heráldica del blasón de los Medici para colocarlo en el marco, tiene la fortuna de encontrarse con dos escudos de esa familia, en la carta escribe "este descubrimiento lo hice gracias a un talismán por el cual encuentro todo lo que quiero donde quiera que lo busque, en efecto, este descubrimiento es así de esa clase que yo llamo Serendipia", y explica a continuación, Walpole, el origen de la palabra: "Leí una vez, escribe, un ingenuo cuento de hadas llamado Los tres príncipes de Serendip, mientras sus altezas viajaban, siempre descubrían por accidente y sagacidad cosas que no buscaban, por ejemplo uno de ellos descubrió que una mula estaba ciega del ojo derecho porque la hierba del lado izquierdo del camino estaba más rala que la del lado derecho". La palabra lucharía por su supervivencia durante 260 años hasta entrar en el diccionario de la lengua española en 2014 como cultismo de sus equivalentes chiripa, churro o champa.

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