La biblioteca de Alejandría era el almacén de todo el conocimiento del mundo antiguo. Los estudiosos y filósofos tardaron siglos en acumular todo ese saber. Hace unos 2.000 años la biblioteca ardió en pocas horas, y con ella desapareció la mayor parte del conocimiento de los científicos y filósofos de la Antigüedad que nunca se recuperó. Puede que hayamos redescubierto parte de lo que se quemó entre las cenizas pero cuesta imaginar cómo sería el mundo actual si hubiéramos conservado aquellos conocimientos. Lo mismo se aplica a los ecosistemas naturales escribe Enric Sala en su libro "La naturaleza de la naturaleza", en una selva tropical de Borneo viven decenas de miles de especies de plantas y animales en una red muy compleja de interdependencias. Una corporación tarda pocas horas en enviar excavadoras que convierten esa selva en un monocultivo de aceite de palma. Toda la información genética, toda la complejidad barroca de la naturaleza, los millones de interacciones entre especies desaparecen para siempre junto con los servicios que nos prestan. Esa pérdida de información repercutirá a lo largo de generaciones, tanto si nos damos cuenta como si no. Igual que sucedió con la Biblioteca de Alejandría. Hoy encendemos el fuego de la cueva para iluminar la biodiversidad de la Tierra, para entender cómo nuestra supervivencia depende de todas las especies. De los microbios a los mamíferos, de las algas a los tiburones, todo lo que vive tiene una labor crucial en el tejido interdependiente de la biosfera. Enric Sala nos demuestra, además, con datos y evidencias, que los beneficios de las zonas protegidas pueden superar los costes.
Con nuestro colaborador Jaime García Cantero "Una vez fue futuro...El microondas" y en el túnel del tiempo volvemos al fondo oceánico para recuperar la voz del sapiens Jacques Cousteau.
