Escritor tardío y autor de una única y maravillosa novela, El Gatopardo, que aparecería tras su muerte y que le otorgaría inmediatamente la fama internacional, a finales de 1956, un año antes de fallecer, cercano a lo que él consideraba “la vejez”, apenas cumplidos los sesenta, el gran escritor siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa por fin se siente un escritor.
Impenitente y voraz lector durante toda su vida, con El Gatopardo siente que por fin ha entrado en ese cielo que siempre cedió a otros. Antes de fallecer, al no haber tenido hijos con su esposa, una baronesa báltica, psicoanalista de profesión, adoptaría a un joven pariente suyo, Gioacchino Lanza, hijo del Conde de Mazzarino. Con el tiempo, este joven musicólogo se convertiría en su más cualificado heredero, de igual y gigantesca erudición. Sería el encargado, recientemente, de introducir una deliciosa y divertida correspondencia juvenil de Lampedusa, Viaje por Europa, llevada a cabo entre los años 1925 y 1930 del pasado siglo. También sería el introductor de unos magníficos textos que el Príncipe dejaría escritos a su muerte, reunidos ahora con el título de Relatos. De una enorme maestría todos ellos, como siempre estaban dotados de su característica y punzante ironía melancólica.
