La llamada Cuarta Revolución Industrial, la revolución 4.0, ha cambiado nuestra forma de trabajar, de relacionarnos y hasta nuestros cuerpos. Tanto es así que ya existen en el mundo algunos humanos mejorados gracias a la tecnología. El concepto de híbrido hombre-máquina ya había sido proyectado en la literatura de ciencia ficción en 1839 cuando Edgar Allan Poe describía a uno de sus personajes, un héroe de guerra, como alguien en un cuerpo compuesto de múltiples prótesis. Pero es en torno a 1960, en plena Guerra Fría y en inicio de la carrera espacial, cuando se empieza considerar seriamente la utilidad real de los cíborgs para sobrevivir en entornos diferentes al terrestre.
El primer cíborg real contemporáneo es Kevin Warknick, un profesor de cibernética de la Universidad de Reading que en 1988 se implantó en su brazo una cápsula que contenía microchips de silicio. Neil Harbisson es la primera persona en el mundo reconocida como cíborg por un gobierno. Es el primer humano con una antena implantada en la cabeza, que le permite escuchar los colores y percibir colores invisibles como infrarrojos y ultravioletas. Manel de Aguas se define como transespecie y se ha hecho implantar dos aletas a ambos lados de la cabeza.
