Desde hace siglos, la humanidad prepara mensajes para las siguientes generaciones del futuro. Las llamadas “cápsulas del tiempo” son recipientes herméticos en los que las personas de una época almacenan objetos y sonidos del presente con la esperanza de que sean recuperados por otras personas décadas más tarde, o bien por seres de otros planetas o galaxias que eventualmente puedan visitarnos. Es una forma de contarles cómo vivíamos y en qué punto de la evolución nos encontrábamos.
Visitamos algunas de ellas y conocemos lo que hay en su interior. Nos adentramos en ese gran búnker conocido como "Bóveda del fin del mundo" construido en el océano Ártico, una especie de "Arca de Noé" que alberga la mayoría de plantas de cultivo del planeta. Las cápsulas del tiempo pueden estar bajo tierra, pero también a miles de kilómetros de ella, flotando en el espacio. Es el caso de las sondas Voyager, enviadas al espacio interestelar en 1977 y que guardan en su interior un disco con sonidos de la Tierra.
