Enlaces accesibilidad

Los alérgicos se enfrentan a una primavera intensa por el efecto de lluvias y las altas temperaturas en invierno

  • El enero más cálido en España, sumado a un febrero húmedo, son el caldo de cultivo idóneo para la proliferación de pólenes
  • En las zonas donde la polinización sea más intensa, se dispararán las enfermedades respiratorias, la rinitis o la conjuntivitis

Por
Alergias y primavera
Un cuarto de la población española -entre 10 y 12 millones de personas- padece algún tipo de alergia. GETTY IMAGES

Las previsiones no auguran una primavera apacible para los alérgicos, especialmente los que lo son a las gramíneas. Las altas temperaturas registradas durante el invierno han provocado que algunas alergias se hayan adelantado, además de intensificar los picos de polinización. Después del enero más cálido desde que hay registros en España, al que se han unido las intensas precipitaciones del mes de febrero en gran parte del país, el polen va a tender a mantenerse en el ambiente, dando lugar a síntomas más persistentes entre quienes padecen estas patologías.

La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) cree que la nueva primavera que acaba de comenzar será "intensa" en cuanto a niveles de polen. Según su pronóstico, los alérgicos a las gramíneas se enfrentan a concentraciones elevadas en el centro y suroeste peninsular, especialmente en Cáceres, Badajoz, Madrid, Toledo, Ciudad Real, Sevilla y Jaén, con niveles superiores a los 5.000 granos por metro cúbico, que en determinadas zonas de Extremadura se podrán disparar hasta los 12.000.

Sin embargo, la nueva estación será moderada en Castilla y León, Castilla-La Mancha —excepto Toledo y Ciudad Real— y en las provincias andaluzas de Córdoba, Granada y Huelva. Mientras que se espera una primavera leve en la cornisa cantábrica —Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco—, Navarra y La Rioja; el litoral mediterráneo —Baleares, Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia—, Aragón y en las provincias andaluzas de Cádiz y Málaga. En Canarias y Almería será aún más leve.

En términos generales, el presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC, Juan José Zapata, considera que este año será peor que 2023 para quienes sufren algún tipo de alergia, si bien la situación no será excepcional, ya que se asemejará a la de primaveras anteriores al actual período de sequía, que comenzó entre 2014 y 2015. "Creemos que esta primavera va ser un poco más dura para los alérgicos", anticipa este especialista a RTVE.es, y explica que "con una temperatura como la que tenemos, y con agua, es previsible que sea mucho más exultante la polinización de todos los taxones, tanto del olivo, como de las gramíneas, como de las urticáceas… De todas las plantas. Esperamos una primavera más parecida a la última que hubo antes que se metiera esta ola de sequía tan importante con la que llevamos ya unos cuantos años".

En algunos casos, el efecto combinado de lluvia y altas temperaturas ya se ha dejado notar. Tal y como describe Zapata, el ciprés, un árbol que se caracteriza por ser muy alergénico, ha "adelantado sus picos máximos", que habitualmente se dan en febrero, pero "con las temperaturas tan altas que hemos tenido este invierno, que son completamente atípicas, han hecho que en toda España haya polinizado prematuramente".

Entre 10 y 12 millones de alérgicos en España

En las zonas donde se espera que la polinización sea más intensa, esta primavera se dispararán las enfermedades respiratorias, el asma, la rinitis alérgica y la conjuntivitis. Se estima que un cuarto de la población española —entre 10 y 12 millones de personas— padece algún tipo de alergia, principalmente respiratoria. De ellas, entre 5 y 6 millones sufren alergia a pólenes. Estas patologías se manifiestan sobre todo en nariz y ojos, con estornudos de repetición, picor intenso, enrojecimiento ocular, párpados hinchados y congestión. Aunque también ocasionan problemas de tipo asmático, que se acompañan de inflamación de los bronquios, dificultad para respirar, tos o sensación de presión en el pecho.

Además, hay que tener en cuenta un nuevo factor que complica aún más la situación para los alérgicos: los pólenes son más agresivos debido a la contaminación ambiental, cada vez más presente sobre todo en las ciudades. La polución incide sobre las plantas y provoca que estas produzcan un polen más alergénico, en forma de proteínas de defensa, más resistentes a la degradación, que tienen una mayor capacidad de estimular la respuesta inmunológica en personas alérgicas.

De esta manera, las mayores concentraciones de pólenes en el ambiente, sumadas a un carácter más agresivo de estos, aumentan los episodios alérgicos y su intensidad. E igualmente hay otro factor nocivo derivado de la contaminación atmosférica, y es que las partículas suspendidas en el aire irritan los conductos bronquiales y los pulmones, por lo que se incrementan las enfermedades respiratorias crónicas y el riesgo de infecciones como la bronquitis y la neumonía. "Los síntomas de la población alérgica son cada más fuertes por varias razones: primero porque las temperaturas más elevadas hacen que la estación de polen empiece antes y termine después, y también que los picos sean más intensos. Y, además, hay que tener en cuenta que las condiciones de contaminación a las que estamos siendo sometidos afectan tanto a las mucosas de los pacientes como a los pólenes, que sufren un cierto grado de estrés y por ello producen alérgenos mucho más potentes", expone Juan José Zapata.

Cambio climático

Pero si hay un elemento aún más determinante que la contaminación ambiental en esta ecuación es el cambio climático, que ha provocado el adelanto estacional de la primavera y la prolongación del verano, con un impacto muy negativo en las personas que padecen patologías alérgicas. En concreto, el incremento de la temperatura global como consecuencia de los gases de efecto invernadero y el descenso en la frecuencia de las precipitaciones tienen una relación directa con el aumento de la concentración de polen que producen las plantas durante la floración y el aumento del período de exposición. "El calentamiento global incide muy negativamente sobre la población alérgica. Las plantas tienen más combustible, que es el CO2, y además tienen una temperatura adecuada, por lo que el crecimiento es más grande. Pero por otra parte sufren déficit hídrico, ya que hay menos lluvias, con lo cual se cierra un círculo perverso en el que las plantas polinizan mucho para defenderse y además el polen es más agresivo", subraya el alergólogo de la SEAIC Juan José Zapata.

De esta manera, las patologías de naturaleza alérgica se han incrementado tanto en síntomas como en frecuencia de pacientes, convirtiéndose en un importante problema de salud a nivel global con una clara tendencia ascendente. "Las alergias se han convertido en un problema de salud pública, así lo dice la Organización Mundial de la Salud, que las ha calificado como una epidemia silenciosa del siglo XXI. Posiblemente el 50% de la población en las próximas décadas tendrá una patología alérgica", apunta Zapata, quien destaca "el gran gasto sanitario que se avecina con este tipo de enfermedades, tanto directo como indirecto". 

Al mismo tiempo, la contaminación y el cambio climático han provocado que las personas que tienen reacción a más de un alérgeno estén aumentando de manera significativa, disparando el número de polisensibles y polialérgicos, lo que ha llevado a un cambio de patrón en el alérgico, con casos cada vez más complejos.

La alergia puede mermar significativamente la calidad de vida de las personas que la sufren, por lo que es importante acudir a un especialista para poder tratarla. En función de los síntomas, se puede prescribir tratamiento sintomático, que no evita la evolución de la enfermedad. Para lograr este objetivo, se puede recurrir a la medicina personalizada, con enfoques como la vacunación con inmunoterapia, que consiste en administrar progresivamente dosis del propio alérgeno para reducir la sensibilidad que se tiene hacia él.