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¿Cómo elige 'el club de lectura' más influyente del mundo el Nobel de Literatura?

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Lyudmila Ulitskaya, Jamaica Kincaid y Salman Rushdie, tres "favoritos" para el Nobel de Literatura de 2023. 
Lyudmila Ulitskaya, Jamaica Kincaid y Salman Rushdie, tres "favoritos" para el Nobel de Literatura de 2023. 

No hay quiniela buena sobre el Premio Nobel de Literatura porque todas están absolutamente ciegas. Cuando se habla de que Mircea Cartarescu, Lyudmila Ulitskaya, Anne Carson, Ngugi Wa Thiongo, Maryse Cond o Margaret Atwood son ‘favoritos’ para el galardón más prestigioso de la literatura, en realidad no hay más guías que lo que algunos apuestan en las casas de internet o los propios deseos de cada cual. Por eso, cuando mañana, a las 13:00 h, se anuncie el nombre del nuevo galardonado, solo un puñado de personas sabrán con antelación el fallo.

El Nobel de Literatura es el resultado de las preferencias de un ‘club de lectura’ muy particular, el de los miembros de la Academia Sueca de la Lengua. Creada en el siglo XVIII, con su homóloga francesa como referente, la institución tiene el objetivo de velar por la idioma sueco y elaborar su diccionario. Pero el testamento que en 1895 firmó el filántropo Alfred Nobel universalizó su influencia para siempre.

¿Cómo es el proceso para llegar al Nobel de Literatura? Dieciocho miembros (11 hombres y 7 mujeres) proponen y recogen propuestas de otros ganadores y otras academias. Nadie puede autoproponerse. Tras un primer corte, profesores ilustres y otros escritores reducen a 20 a la lista y, a finales de mayo, solo a 5. Durante el verano, los académicos estudian y elaboran un informe de los candidatos para debatirlo posteriormente, y elegir por votación al ganador final.

El sistema, por imperfecto, parcial, o escorado en su naturaleza escandinava que parezca, funcionaba en su hermetismo y la lista de nominados de cada año no se publica hasta 50 años después. Las últimas actas desclasificadas, las de 1972, revelaron que la Academia estuvo a punto de otorgar ex aequo con Günter Grass, el Nobel que finalmente obtuvo solo Heinrich Böll, un Nobel simbólico por tratarse del primero para la lengua alemana tras la II Guerra Mundial. Cuando a Böll le dieron la noticia de su premio, su primera reacción fue: “¿Yo solo y no Grass también?”.

Escándalos y gustos de una institución centenaria

En todo caso, el hermetismo estalla en 2017 cuando el escándalo sacudió a la institución: el dramaturgo y fotógrafo Jean-Claude Arnault, marido de la académica Katarina Frost, fue acusado por 18 mujeres de abusos sexuales. Y de otro aspecto relacionado directamente con el Nobel de Literatura: filtrar el fallo. La posterior investigación concluyó que la confidencialidad había sido violada y, por el camino, los Nobel suspendieron el premio en 2017 y otorgaron dos en 2018.

En mayo de 2018, el propio rey de Suecia anunciaba el cambio de reglamento que permitía a sus miembros renunciar al cargo (hasta entonces se consideraba una puesto vitalicia). Y, sobre todo, que los académicos que habían estado inactivos en los trabajos de la institución durante dos años podían ser invitados a dejar su asiento libre, lo que provocó cuatro vacantes.

Tras el escándalo, se nombró al escritor y traductor Mats Ulrik Malm, de 59 años, como nuevo secretario permanente de la Academia, y como tal será el encargado de leer mañana el nombre del premiado y la motivación del fallo, primero en sueco y luego en inglés.

Como gusto de un reducido grupo al fin y al cabo, las decisiones de los académicos son cuestionadas, ya premien algo tan mainstream como Bob Dylan o ‘descubran’ autores poco conocidos fuera del mundo anglosajón como Abdulrazak Gurnah.

En todo caso, son los propios fallos de los académicos durante la última década los que aportan mejores indicios, por encima del histórico total de los premios. Cinco de los premiados fueron en lengua inglesa, auténtica dominadora de los premios (Alice Munro, Bob Dylan, Kazuo Ishiguro, Louise Glück y Abdulrazak Gurnah), dos en francés (Annie Ernaux y Patrick Modiano), y los otros fueron para la polaca Olga Tokarczuk, la bielorrusa Svetlana Alexievich y el austriaco Peter Handke. O, por género, seis hombres y cinco mujeres.

A los académicos siempre les queda como inspiración las escuetas instrucciones de Nobel al encomendarles premiar “a quien hubiera producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección idealista”.