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Coronavirus

La pandemia impulsa las fobias sociales: "Para algunos será difícil dejar de ver a los demás como amenaza"

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El coronavirus ha instaurado la idea de que el peligro está en el contacto social.
El coronavirus ha instaurado la idea de que el peligro está en el contacto social.

La sociedad lleva nueve meses condicionada por una pandemia que ha recortado libertades y ha obligado a reducir el contacto físico. Para la mayoría de personas esta realidad se traduce en una frustración prolongada que seguramente desaparecerá una vez superada la crisis sanitaria, pero también hay quienes podrían estar desarrollando alguna fobia de tipo social de la que les costará desprenderse.

“Nos encontramos en una situación social muy difícil porque podemos ser una amenaza para la salud de otra persona y los demás pueden ser una amenaza para nuestra propia salud. Hay personas que esto lo llevan al extremo y acaban sufriendo”, explica a RTVE.es la psicóloga Raquel Errazquin, quien explica que, en ocasiones, es muy difícil distinguir dónde está la línea entre lo que es prevención y lo que es fobia.

Lo primero es sano y aconsejable. Lo segundo, un problema serio que se está potenciando, dice, en personas con dificultades para relacionarse o con un una personalidad más obsesiva o paranoide. También en quienes no cuentan con “herramientas” para gestionar la incertidumbre que provoca la posibilidad de contagiarse.

“Para algunos será difícil dejar de ver a los demás como amenaza incluso cuando no haya riesgo. Tendrán que ir trabajando el hecho de que ese peligro se ha ido marchando”, sostiene la psicóloga.

Aislamiento, fobia al contacto y desconfianza

Por su parte, el psicólogo Eduardo Paolini describe la fobia como un “mecanismo anticipatorio inconsciente” que se activa por la creencia de que algo nos va a dañar o a atacar y señala que en el contexto actual es el miedo al Covid-19 su desencadenante más común.

“En esta situación se incrementan la fobia social, el aislamiento, la fobia al contacto y la desconfianza generalizada. Incluso nos cuesta identificar los rostros por las calles porque vamos todos enmascarados. Yo creo que no se van a desarrollar nuevas patologías mentales, pero sí se verán fobias específicas respecto al contacto que puede ir construyendo cada sujeto”, opina Paolini.

Las fobias son como una mancha de aceite y pueden contaminar toda tu vida cotidiana

El problema, subraya, es que esas fobias son “como una mancha de aceite” y pueden contaminar “toda tu vida cotidiana”.

La psicóloga María Gallego explica que la gente que antes del coronavirus era sociable ha sabido transformar su vida social y ha seguido manteniendo el contacto con su “red de apoyo social”. Sin embargo, hay personas con un problema “de base” para relacionarse que estuvieron muy tranquilas durante el confinamiento y que han seguido manteniendo un aislamiento que no siempre tiene que ver con una simple elección.

"Ellos van a ver agravados sus problemas previos por haber visto restringido el contacto durante tantos meses. Les va a costar salir de la burbuja y es importante que si alguien se siente así pida ayuda desde ya", afirma.

Agorafobia asociada al miedo al contagio

Por otro lado, Gallego dice estar viendo algunos casos de personas con sintomatología agorafóbica –miedo a estar en sitios públicos-- muy asociada a miedo al contagio.

“La gente que, en general, tiene agorafobia lo que siente es ansiedad al encontrarse en lugares donde se siente atrapada o en los que cree que le resultaría difícil disponer de ayuda porque hay mucha gente, como en transportes públicos, colas o auditorios. Ahora se ha demostrado que hay transmisión por vía aérea y esto es algo que les angustia mucho más, no solo por estar en un espacio donde hay mucha gente sino porque además una persona que esté lejos e infectada puede contagiarlos”, explica la especialista.

Se ha demostrado que hay transmisión por vía aérea y esto es algo que les angustia mucho más

También apunta que, además de potenciar las fobias, la pandemia está afectando a las personas sin problemas serios “de raíz” pero que, sencillamente, son tímidas.

“A su timidez se suma un rechazo a conocer gente nueva porque no quieren introducir en sus vidas la preocupación sobre los posibles contagios y se relacionan con un círculo muy cerrado”, dice Gallego.

En la mayoría de casos, imperará la fuerza del afecto

El miedo a lo desconocido, recuerda Paolini, es algo ancestral y el virus, todavía sigue siendo un enemigo del que no lo sabemos todo. “Si estás en un bosque oscuro sientes más miedo que si estás en el mismo bosque, pero con luz y eso toca parte del inconsciente colectivo”, explica el psicólogo, que se muestra preocupado por cómo afecta a la salud mental de algunas personas esta atmósfera de “paranoia” en la que se vive.

Se han instalado ideas autorreferenciales. ¿Cómo me ven los demás si tengo algún contacto físico en la calle? ¿Cómo me van a ver los otros si estornudo? Estas preguntas van limitando mucho la espontaneidad y esto es negativo. Por ejemplo, en el caso de los niños, esa inhibición los lleva a desempeñar un papel que no les corresponde.

No obstante, ninguno de los tres psicólogos duda de que la inmensa mayoría de las fobias potenciadas o desarrolladas durante la pandemia podrán superarse a medida que la situación sanitaria se normalice y sea posible retomar el afecto físico.

Va a poder más la fuerza del afecto que el miedo

En los casos en los que el aislamiento o el rechazo extremo al contacto físico solo esté basado en un miedo al contagio será, dicen, aún más sencillo adaptarse a una nueva rutina.

“Habrá personas que al principio tengan recelo, pero no creo que vaya a ser algo mayoritario para nada. Va a poder más la fuerza del afecto que el miedo. Habrá un periodo de adaptación a medida que los casos bajen y cuando la incidencia sea mínima podremos ir soltando esa rigidez preventiva”, opina Errazquin.

Se tratará entonces de comprender “que todos hemos formado parte de la amenaza” y de aprender a transformarla en “afecto y cuidado”.