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Del cine a los libros y de los libros al cine

  • El mito dice que no se puede hacer una buena película de un buen libro
  • Me gustan las películas sobre escritores y las que fabulan sobre la ficción

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John Wayne el 'La diligencia', de John Ford, inspirada 'Bola de sebo' de Guy de Maupassant
John Wayne el 'La diligencia', de John Ford, inspirada 'Bola de sebo' de Guy de Maupassant

"We read to know that we are not alone". O lo que es lo mismo, "leemos para saber que no estamos solos". Esta hermosa frase se me quedó grabada cuando vi Shadowlands (Tierras de penumbra).   La película sobre un escritor, C.S. Lewis, autor de los libros de Las Crónicas de Narnia, pero también de ensayos, y de un hermosísimo libro que se llama Una pena en observación, en el que, de alguna manera, se basa la película de Richard Attemborough. Pido disculpas desde ya por lo que puede parecer una petulancia o esnobismo, esa manía mía por los títulos en inglés (mejor dicho, en original).

Puedo decir que he sido un lector compulsivo de libros,  como he sido un espectador compulsivo de películas, y ya de paso, "escuchante" compulsivo de música. Compulsivo en todo, vamos.

Dicho esto, he de reconocer que ya no leo ni la mitad de lo que quisiera. Parafraseando el título de la última película de Minnelli, A matter of time, pero quiero contar una anécdota que se remonta a mi más tierna infancia, hace unos días, pues.

Yo aprendí a leer con El Quijote. Teníamos mis compañeros de lectura en clase, y yo, unos 4 o 5 años. Cada uno, y uno por uno, íbamos leyendo páginas, y uno sustituía a otro. Obvio es decir que me enteraba de muy poco, pero con El Quijote aprendí a leer, that¿s a fact, yo. Una anécdota que viene derivada de esta es que a muy tierna edad, yo ya leía muy bien.

Y en el colegio (aquellos eran otros tiempos... ) dábamos una especie de Historia con La Enciclopedia de Tercer Grado, en la que se relataban casi fabuladas, grandes (gloriosos y heroicos) momentos de nuestra historia. El caso es que, como ya he dicho, yo leía muy bien, y la profesora (Señorita "Pepita") decía "Gerardito, sal a leer" y yo, obediente que era (por aquel entonces) salía y regalaba con mi vocecita a mis compañeros alguna de aquellas historias, "La batalla de las Navas de Tolosa", o "La campana de Huesca", por ejemplo. Lo gracioso, la anécdota viene ahora, tras leer (muy bien) aquellas fábulas-cuentos, la "Señorita Pepita" decía "Y ahora, Gerardito, repítelo", y yo, que lo repetía tal cual de "pe a pa" gracias a una memoria casi circense de la cual hoy todavía puedo presumir.

Recuerdo de forma imborrable algunos de esos comienzos de libros que nos invitan a soñar con un puñado de horas maravillosas: "En un lugar de la Mancha...." (he leído el Quijote unas 10 veces); "La heroica ciudad dormía la siesta" (otras tantas veces o más La Regenta); o esa frase llena evocación que es el comienzo de Moby Dick que dice... "llamadme Ismael"

Llega la semana del libro, y en Días de Cine hemos decidido que este año vamos a recomendar un libro (o dos, o tres) cada uno de los miembros de la redacción. El pasado año hicimos ex-profeso, tan bien como habitualmente es propio en @Virginia_DDC, un (estupendo) reportaje especial sobre los libros en el cine.

Pequeños libros, grandes películas

Creo que la primera historia contada por un humano debió ser la crónica de las vicisitudes de una cacería allá cuando nuestros ancestros vivían en las cuevas. Aquellos cazadores llegarían satisfechos y contarían a los que les espetaban su aventura. También estoy seguro que adornarían un poco aquella historia. Y también que aquellos relatos fueron la primera forma de ficción, y por tanto de literatura.

La relación de los libros y el cine, o mejor, de la literatura, o la ficción es intensa e inmensa. Cuando el cine nació en una barraca de feria hubo quien pensaba que aquel arte tenía que adecentarse, y de ahí nacieron las plúmbeas películas que adaptaban literal y "literariamente" (en mudo) grandes clásicos de la novela y el teatro. Aquello duró lo suficiente como para que la gente inteligente que estaba en el incipiente negocio se diese cuenta que no era el camino, y que las futuras relaciones entre el asentado arte de la literatura y el cine tenía que ser necesariamente otro.

Existe un mito en lo que al cine y los libros se refiere según el cual no es posible hacer una buena película de un buen libro, y si una buena película de un mal libro. Cuenta la leyenda a este respecto la anécdota (me gusta creer que es real, yo creo en el "print the legend") de Orson Welles y su Touch of evil (o si preferís, Sed de mal). Se cuenta que estando Welles en un aeropuerto hablando por teléfono con los productores de Universal para venderles un nuevo proyecto, cogió de un stand de libros de bolsillo el primero que encontró, que era, precisamente, una novelucha negra sin más. De ahí salió supuestamente la película con el famoso plano secuencia, con Marlene Dietrich como madame de un burdel, y con Quinlan presagiando culpabilidades de forma implacable.

Pero no quiero hacer mas digresiones de las imprescindibles (que ya son bastantes) y tampoco quiero abrumar con una larga lista de títulos que ilustren cada una de las posibles relaciones entre el cine y los libros, me gustan los las películas sobre libros, no necesariamente las películas basadas en libros,  que esas pueden ser, o no, buenas.

Pienso ahora, así a bote pronto, en una novela portentosa como es Las uvas de la ira, y en la también portentosa película que es la adaptación de John Ford. Y también me viene a la memoria ahora On the road, de Walter Salles, la reciente adaptación de esa novela teóricamente inadaptable que fue On the road, de Jack Kerouak, y me viene a la memoria una adaptación apócrifa, o si se quiere bastarda.

Y pienso en las adaptaciones de los relatos de Maupassant por Max Ophüls, y ya puestos, en la adaptación del relato de Maupassant Bola de sebo, que, relato de por medio con titulo Diligencia para Lordsburg, dio lugar a la película que conocemos como La diligencia (y aún antes a una película rusa).

La lista de ejemplos de este tipo, sería, ya digo, interminable, pero estos días, cuando ha fallecido Mickery Rooney, he podido constatar que el cine clásico de Hollywood supo adaptar de forma ejemplar aquellas grandes novelas de aventuras como fueron La isla del tesoro o Capitanes intrépidos, Curiosamente, ambas dirigidas por eso que la crítica sesuda se empeñço en llamar “artesano”: Victor Fleming

Cine sobre ficción y escritores

Hace mucho tiempo entendí que una novela  y una película que traten la misma historia, son muy parecidas y al mismo tiempo muy distintas, porque literatura y cine son dos artes relativamente parecidas (podríamos decir de forma genérica que ambas cuentan historias) pero con lenguajes absolutamente distintos.

Y al igual que me gustan las películas que hablan sobre las películas, me gustan las películas sobre escritores, o sobre el escribir (que no es lo mismo). Enfrentarse a la creación de mundos maravillosos siempre me ha parecido fascinante.

Puede parecer raro, pero la película que mejor ha retratado, creo, el nudo en el estómago del artista al enfrentarse con un folio en blanco, era Pollock, aunque en este caso no fuera un folio, sino un lienzo. Esos escritores que tienen tasco creativo son también otro filón que me gusta. Y ese escritor en crisis de La Gran Bellezala última y estupenda prueba de ello.

Me gustan las películas que fabulan sobre la ficción, que cuentan. Creo que el más maravilloso libro sobre la ficción literaria es esa preciosidad que se llama Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino. Me gustan pues las películas en los que creador, creación conviven con naturalidad. Pirandello y sus 6 personajes en busca de un autor da la clave de películas que me encantan, como Ruby Sparks en la que un escritor conoce y se enamora de su personaje de ficción. Me parece una idea fabulosa muy bien resuelta, y llena de emoción y que nos hace plantearnos de una forma liviana (la mejor de las formas, sin duda) algunas de las grandes preguntas que las personas tenemos que hacernos.

Las memorias de los cineastas

En el terreno contrario, he sido gran lector de libros de cine, y debo decir que los libros de técnica o teóricos son los que me parecen hoy los menos interesantes (por muy buenos o importantes que sean).  Me encantan los libros de memorias, de directores, de actores,  y de quien tenga algo importante que decir al respecto. Me encantan, por ejemplo los libros que cuentan viejos modos de hacer, esa forma de entender el cine ya desaparecida que fueron los Grandes Estudios. Podría seguir, pero cero que aburriría a más de uno, y no creo que nadie lo merezca.

¿Y los grandes escritores y el cine? A Borges le encantaba, y escribió mucho sobre cine, como Azorín. Faulkner estuvo enredando con Hollywood dando una pátina de calidad a los guiones. ¿Y Chandler? El talento con el que impregnó la negritud de sus novelas también tuvo a Hollywood como destino, aunque a Billy WIlder no le convenciese demasiado.

Me gusta pensar para terminar este rollo, en ese final de Ruby Sparks, con ese escritor reencontrándose con su creación en el mundo real. Entonces, a modo de chascarrillo, debería oírse aquello de Matrix: “welcome to the real world”, aunque ese mundo esté hecho de sueños inventados por los descendientes de aquellos antecesores nuestros que llegaron de cacería, y que no pudieron evitar contarles a otros su increíble historia. Con licencias. Y como acababa La historia interminable, un libro dentro de un libro que dio lugar a una película.. Por ende, o sea, Por fin.