Enlaces accesibilidad

Observatorios astronómicos que vuelan en avión

  • El objetivo es evitar los efectos negativos de la atmósfera en las observaciones
  • Ha habido tres a lo largo de la historia
  • Gozan de especial flexibilidad al poder desplazarse por todo el mundo

Por
El SOFIA volando con la puerta a través de la que mira el telescopio
El SOFIA volando con la puerta a través de la que mira el telescopio.

Aunque a los astrónomos la atmósfera les viene muy bien a la hora de respirar lo cierto es que a la hora de realizar observaciones les causa problemas.

Por un lado están las turbulencias, que pueden distorsionar o incluso impedir la obtención de ciertas imágenes, y por otro el hecho de que la atmósfera absorbe algunas de las longitudes de onda que les interesan, como por ejemplo los infrarrojos.

Una opción para paliar este problema, amén de técnicas desarrolladas hace relativamente poco como las ópticas adaptativas y las ópticas activas, es colocar los telescopios en lugares altos, en los que hay menos atmósfera por encima, una solución ya propuesta por Isaac Newton en 1704 en su libro Opticks, aunque su validez no fue comprobada hasta 1856 por Charles Piazzi Smyth, quien subió un telescopio ecuatorial de 1,88 metros al Teide para hacerlo.

Otra es colocar los telescopios fuera de la atmósfera, como sucede por ejemplo con el archiconocido telescopio espacial Hubble.

A volar

Aunque hay una opción intermedia, que es la de montar un telescopio en un avión, como en el caso del SOFIA, el Observatorio Estratosférico para la Astonomía Infrarroja de la NASA y el Centro Alemán de Aviación y Vuelos Espaciales (DLR).

SOFIA, en servicio desde diciembre de 2010 aunque los primeros planes para ponerlo en marcha son de 1996, es un telescopio reflector de 2,5 metros montado en un Boeing 747SP convenientemente modificado, diseñado para la observación en infrarrojos, que son muy eficazmente absorbidos por la atmósfera.

El truco está en que a su altura de trabajo de unos 12 kilómetros casi todo el vapor de agua de la atmósfera terrestre queda por debajo del telescopio, lo que le permite observar aproximadamente un 85% del espectro infrarrojo.

Además, al estar montado en un avión se puede desplazar a prácticamente cualquier lugar del mundo para realizar observaciones, algo que obviamente es imposible hacer con los telescopios fijos de toda la vida.

De hecho durante las últimas semanas SOFIA estuvo realizando una campaña de observaciones desde Nueva Zelanda, bastante lejos de su base de operaciones en California.

Precedentes

SOFIA, por cierto, no es el primer telescopio montado en un avión de la historia. Antes que él estuvieron en servicio el Kuiper Airborne Observatory (Observatorio Aerotransportado Kuiper), que montaba un reflector Cassegrain de 91,5 centímetros en un C-141 Starlifter y que estuvo en servicio de 1974 a 1995, y el Observatorio Galileo, montado en un Convair 990 y que resultó destruido en 1973 en una colisión contra otro avión.

Algunos de los descubrimientos del KAO inlcuyen el de los anillos de Urano en 1977 y la confirmación de la existencia de la atmósfera de Plutón en 1988.