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El bajo coste llega a los satélites artificiales

  • Ingenieros de la NASA buscan usar componentes estándar para reducir costes
  • Teléfonos móviles y juguetes serían la fuente de éstos

Irían montados en satélites estandarizados

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Construir un satélite artificial lleva años, desde que se concibe la misión a la que va a estar destinado hasta que se diseñan los instrumentos de a bordo, se prueban, y se ensambla todo el conjunto.

Además, los componentes que se utilizan para fabricarlo normalmente han de pasar unas rigurosas pruebas para ver si son capaces de resistir las condiciones extremas del lanzamiento y luego de funcionamiento en órbita, donde los cambios de temperatura y niveles de radiación son mucho más grandes que los que se experimentan en tierra.

Por eso, la capacidad de la electrónica de a bordo de muchos, sino todos, los satélites que hay en órbita y que se están lanzando en la actualidad va muy por detrás de la de cualquier ordenador, teléfono inteligente, o incluso algunos juguetes, de los que están en el mercado.

Teléfonos como satélites

Teniendo esto en cuenta algunos ingenieros del Centro de Investigación Ames de la NASA se han planteado la posibilidad de utilizar este tipo de dispositivos para montar satélites de bajo coste.

Como parte de sus experimentos hace unos días han lanzado dos teléfonos Nexus One a bordo de sendos cohetes que los llevaron a una altura de unos 10.000 metros a una velocidad máxima de mach 2,4, equivalente a unos 3.240 kilómetros por hora.

Uno de los cohetes se estrelló porque falló su paracaídas de recuperación, resultando el teléfono también destrozado, pero ambos teléfonos fueron capaces de medir la aceleración de los cohetes que los portaban mediante los acelerómetros que incorporan, y el que sobrevivió al viaje fue además capaz de grabar dos horas y medio de vídeo a través de una abertura en el lateral del cohete.

También se experimenta con juguetes

Otra idea que ronda la cabeza de estos ingenieros es probar a construir un sistema de estabilización para satélites utilizando giroscopios de juguete y componentes de la gama Minsdtorms de Lego, lo que les permitiría, por unos pocos cientos de dólares, emular el funcionamiento de sistemas que cuestan millones de dólares y que se usan en la actualidad en otros satélites o, por ejemplo, en el telescopio espacial Hubble, en el que tres giroscopios -aunque tiene otros tres de reserva- que giran en planos perpendiculares entre sí son utilizados para mantenerlo apuntando en la dirección adecuada.

Para mantener los costes reducidos en la medida de lo posible manejan además la idea de utilizar CubeSats como plataforma para montar sus satélites de bajo coste.

El estándar CubeSat, desarrollado por la Universidad Politécnica Estatal de California, define unos pequeños satélites de 10x10x10 centímetros y generalmente un máximo de 1 kilogramo de peso, aunque se han montado y lanzado CubeSats de 20x10x10 y de 30x10x10, en los que tanto la carcasa que porta los componentes de estos como el sistema de alimentación eléctrica, así como el mecanismo para su instalación a bordo del cohete lanzador, están claramente definidos.

Esto evita tener que reinventar la rueda con cada satélite que se quiera hacer y ha permitido que universidades de todo el mundo hayan podido desarrollar y lanzar sus satélites por un precio de entre 65.000 y 80.000 dólares.

Adaptarse a las condiciones

Si además de utilizar esta plataforma se pueden diseñar y montar las tripas del satélite con los componentes que proponen en Ames, los costes bajarían aún más, aunque por ejemplo en el caso de los teléfonos lo único que se utilizaría en u proyecto de este estilo sería la placa en la que van montados los componentes, ya que la pantalla no sería necesaria, y se utilizaría el sistema de alimentación del CubeSat en lugar de su batería de serie.

Pero aún falta mucho por experimentar, ya que no es lo mismo alcanzar una altura de 10 kilómetros y mantenerse en funcionamiento ahí que hacerlo en el espacio, pues allí los componentes electrónicos se encuentran con problemas como son la falta de aire que pueda ayudar a refrigerarlos, aunque estén protegidos de la luz directa del Sol por la envoltura del satélite, o con niveles de radiación mucho mayores que en la superficie de la Tierra que pueden producir errores aleatorios en su funcionamiento como cuando, por ejemplo, un rayo cósmico cambia el valor de una posición de memoria.

Es cierto que en esos casos suele ser suficiente con reiniciar el equipo afectado para que este vuelva a funcionar correctamente, aunque para equipos más críticos lo normal es utilizar componentes electrónicos especiales, diseñados para ser más resistentes a la radiación, pero por supuesto al mismo tiempo más caros.

En cualquier caso, una iniciativa muy interesante la que están desarrollando los ingenieros del centro Ames, como lo es cualquiera que ponga el espacio más a mano.