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Alfonsín, el guía de la democracia que buscó castigo para el horror de la dictadura

  • Hijo de un gallego, estudió en un liceo militar y se hizo abogado defensor de los represaliados
  • Con la caída de los militares tras la guerra de las Malvinas, llegó a la presidencia en 1983
  • Trabajó entre el incesante ruido de sables para juzgar a los criminales de la dictadura
  • También afrontó una grave conflictividad social y finalmente firmó la ley de aministía
  • En 1989 su partido, la Unión Cívica Radical, perdió las elecciones ante el peronista Médem

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Alfonsín da un discurso a la multitud congregada en la Plaza de Mayo de Buenos Aires el 10 de diciembre de 1983.
Alfonsín da un discurso a la multitud congregada en la Plaza de Mayo de Buenos Aires el 10 de diciembre de 1983.

Raúl Alfonsín, fallecido este 31 de marzo del 2009 a los 82 años, fue el líder que condujo la restauración democrática argentina y logró llevar a juicio a los responsables de los crímenes de la dictadura militar más cruenta de la historia del país, aunque aprobó también polémicas leyes de perdón.

Hijo de padre gallego, hincha del club Independiente de Avellaneda y abogado de profesión, Alfonsín, que gobernó Argentina entre 1983 y 1989, dedicó su vida a la actividad política desde la centenaria Unión Cívica Radical (UCR).

En una era plagada de breves lapsos de democracia interrumpidos por golpes militares, fue uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), pionera en la lucha contra el autoritarismo y la represión ilegal.

Además, el dirigente logró algo que consiguieron muy pocos de sus correligionarios: vencer en las urnas al Partido Justicialista (peronista), con casi el 52% de los votos en los comicios que marcaron el fin de la dictadura (1976-1983).

Compromiso con la justicia

Aunque tuvo que enfrentar obstáculos y presiones para afianzar la democracia, consiguió que en 1985 se llevase a cabo un histórico juicio que concluyó con duras condenas para los jerarcas del régimen que secuestraron, torturaron e hicieron desaparecer a miles de personas.

Ante el avance de las investigaciones sobre los crímenes perpetrados en los años de plomo, durante el gobierno de Alfonsín se sucedieron rebeliones y asonadas militares que fueron sofocadas por tropas leales y con la presencia popular en las calles.

En ese contexto, entre 1986 y 1987 el Ejecutivo impulsó la aprobación parlamentaria de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que libraron de responsabilidad a más de un millar de acusados de delitos de lesa humanidad.

Nacido en 1927 en Chascomús, una localidad agraria situada a 120 kilómetros de Buenos Aires, Raúl Ricardo Alfonsín cursó sus estudios secundarios en un liceo militar y a los 18 años comenzó su actividad política en la UCR.

En 1954 fue elegido concejal en esa localidad, luego ocupó un escaño como legislador provincial y posteriormente como diputado nacional, para después perder los comicios internos del radicalismo con Ricardo Balbín en la disputa por la candidatura para las elecciones presidenciales de 1973.

Tras fundar la APDH junto a otros dirigentes políticos, como abogado asesoró gratuitamente a víctimas y familiares de desaparecidos durante la dictadura, además de hacer varios viajes al exterior para denunciar los crímenes del régimen militar.

Nueva época

La derrota argentina en la guerra librada con el Reino Unido en 1982 por la soberanía de las islas Malvinas, a la que Alfonsín se opuso tajantemente, llevó al desacreditado gobierno de facto a convocar a elecciones presidenciales el año siguiente.

Uno de sus primeros actos como jefe de Estado fue ordenar el proceso judicial de "los máximos responsables" de la represión ilegal, que se concretó en 1985, derivó en tres levantamientos militares y le costó un atentado del que salió ileso.

A los problemas que encontró Alfonsín para revertir la pésima situación económica generada por la dictadura se sumaron las 13 huelgas generales que convocó en sus seis años de gobierno la mayor central obrera del país, de extracción peronista.

En medio de la hiperinflación y de una creciente conflictividad social que incluyó saqueos a supermercados, en 1989 el mandatario dejó el poder seis meses antes de lo previsto luego de que el candidato del PJ, Carlos Ménem, fuera elegido en los comicios presidenciales con el 47,3% de los votos.

En 1993 Alfonsín y Ménem dejaron atrás sus diferencias ideológicas al sellar el Pacto de Olivos para reformar la Constitución argentina, lo que permitió al peronista ser reelegido en 1995.

Dos años después, el ex gobernante fue garante de otro pacto, el que la UCR alcanzó con la coalición de centroizquierda Frepaso para conformar la Alianza que triunfó en las elecciones de 1999 con el radical Fernando De la Rúa como postulante presidencial.

Durante aquella campaña electoral Alfonsín sufrió un grave accidente automovilístico pero se recuperó con rapidez, al punto de que en noviembre del mismo año fue designado vicepresidente de la Internacional Socialista y luego presidente de la UCR.

A pesar de sus públicas diferencias con el ala conservadora del Gobierno, en octubre del 2001 fue elegido senador por el oficialismo, justo antes del la crisis del corralito  que causó una treintena de muertos y una gran inestabilidad política.

Alfonsín, casado con María Lorenza Barreneche, con quien tuvo seis hijos, comenzó a sufrir problemas graves de salud a comienzos del 2008, cuando fue sometido a una operación en Estados Unidos para extraerle un tumor de pulmón.