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Ha nacido Finis Terrae, uno de los supercomputadores más potentes de Europa

  • Finis Terrae dará servicio a la comunidad científica desde Santiago de Compostela
  • Prestará servicio en áreas como la nanotecnología, ciencias de la vida y el mar
  • El nuevo sistema cuenta con 390.000 Gigabytes de disco duro

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Hoy se ha inaugurado en Santiago de Compostela Finis Terrae, uno de los supercomputadores de memoria compartida más potentes de Europa. En el proyecto participan el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Xunta de Galicia, dentro del consorcio Centro de Supercomputación de Galicia.

El CSIC ha invertido siete millones de euros en el proyecto, cuyo objetivo es prestar servicios de cálculo intensivo y comunicaciones a la comunidad científica.

Se espera que sistema preste servicios en campos como la nanotecnología, ciencias de la vida, ciencias del mar, nuevas tecnologías y supercomputación.

Un supercomputador

El nuevo sistema cuenta con un sistema de almacenamiento jerárquico de 390.000 Gigabytes de disco duro, una arquitectura de memoria compartida de casi 20.000 Gigabytes y 2,2 millones de Gigabytes en librería robotizada de cintas.

Finis Terrae emplea códigos basados en software libre, como Linux, Lustre y Globos, y ocupa una superficie de 140 metros cuadrados y un peso de 33,5 toneladas.

Asimismo, el complejo dispone de una red de interconexión de alto rendimiento con fibra óptica de última generación. El entramado es capaz de enviar en un segundo 20 Gigabytes a 100 metros de distancia, lo que equivale a transmitir el contenido de 1.800 Dvd's en una hora.

Estas fibras tienen una longitud de 85 kilómetros y están compuestas por un material muy moldeable y de bajo peso que facilita el aire de refrigeración, lo que favorece un bajo consumo de energía.

Primeros proyectos

El dispositivo ya tiene trabajo a la vista. Varios grupos de investigación españoles han realizado experimentos computacionales de alta complejidad con buenos resultados.

En la segunda fase de preproducción se ha resuelto un problema con 35 millones de incógnitas. Se trataba de detectar interferencias entre antenas, medir la radiación en su superficie y estudiar el comportamiento de los radares. Esto permitirá conocer la compatibilidad electromagnética en grandes superficies, como barcos y aviones.

Otro de los proyectos intenta resolver el cuarto problema físico más importante según el American Institute of Physics, denominado transición de fase, y que está relacionado con las propiedades magnéticas de compuestos tras la manipulación humana.

La resolución de este problema podría tener aplicaciones en la optimización de la tecnología de baterías, memorias compactas y sensores magnéticos, radares.