Catedrática de Farmacología, directora del Departamento de Fisiología y Farmacología de la Universidad de Cantabria e investigadora, María Amor Hurlé describe un triste panorama actual de la investigación en España, pero lo que es peor, se confiesa pesimista respecto al futuro. Considera que la precaria situación de la investigación no mejorará, por intereses partidistas.
“Soy francamente pesimista, porque creo que la investigación no da frutos en el corto plazo, y los gobiernos solo piensan en general en el corto plazo. Entonces, realizar una inversión importante, que probablemente genere réditos a los siguientes, que probablemente no sean los de mi partido, no tengo claro que exista esa generosidad. El hecho de que la investigación básica no genere productividad a coro plazo, la convierte en muy poco deseable. Muchas veces pienso que si muchos de los investigadores básicos que trabajamos en este país cerráramos el laboratorio, no se podría nadie muy nervioso”, lamenta la doctora Hurlé.
Valora con un evidente tono de amargura cómo la importante inversión que se realiza en formar a científicos, paradójicamente, acaba beneficiando a otros países. “La precariedad laboral en la investigación es un gravísimo problema. Personas que hemos formado, enormemente cualificadas, les hemos proporcionado estudios universitarios, luego estudios doctorales, hemos subvencionado estancias postdoctorales fuera de España con un montón de dinero, y esas personas al final acaban en laboratorios extranjeros. Esos laboratorios se benefician de toda la inversión que hemos realizado. Y los que retornan a España, se ven sometidos a una precariedad que no es admisible”.
La venta ambulante también ha sufrido con dureza los efectos económicos del virus. Los mercadillos cántabros estuvieron buena parte de 2020 cerrados y cuando han reabierto lo han hecho con menos puestos de venta y algunas otras limitaciones. Un binomio resume este regreso, según los vendedores: poco público y menos ventas.
Tres equipos científicos trabajan con el coronavirus en el laboratorio de patógenos del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC), una de las instalaciones de alta seguridad del país en este área. Múltiples sistemas hacen prácticamente imposible que pueda producirse un escape de los gérmenes con los que se investiga en la búsqueda de nuevos avances en la contención de la infección y su tratamiento.
El consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente de Cantabria, Guillermo Blanco, ha acusado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de "abrir la guerra civil del lobo". Blanco aludec así a la situación que vivió la comunidad hasta la aprobación en 2019 del plan de gestión de la especie, que acaba de ser incluida en el listado de protección especial.
El consejero ha valorado la inclusión del cánido "un atentando" contra los ganaderos y aunque ha agradecido las "intenciones" que ha mostrado el responsable ministerial, Luis Planas, ha considerado que "no vale" que diga que el asunto "no es competencia suya", sino que "tiene que hacer algo" y "como ministro, tiene que defender al sector". "Lo aprobado es un atentado al sector ganadero, que él tiene la obligación de defender", ha insistido Blanco.
La Escuela Municipal de Circo de Torrelavega sigue funcionando a pesar del COVID. Tras una importante adaptación a las circunstancias ha logrado mantener diez cursos regulares y sus monográficos intensivos los fines de semana.
Hoy el monográfico es de Técnicas Aéreas. Doce alumnos, divididos en dos grupos de seis, uno con cada profesora. No pueden hacer trabajo conjunto y, ellos mismo, desinfectan, cada vez, lo que tocan.
Poder continuar ha supuesto un esfuerzo ha sido importante para los gestores. “Requiere más inversión, más tiempo, un cambio en la metodología, también” explica Elena Umlauff, una de las responsables. “Normalmente los alumnos se tocarían, se ayudarían…y en este caso no trabajan nunca en pareja, ni juntos, para poder seguir los protocolos Covid” .