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La Constitución marca tres requisitos: tener al menos 35 años; haber vivido en EEUU un mínimo de 14 y ser ciudadano estadounidense de nacimiento. En teoría, los requisitos pretenden limitar el acceso a extranjeros, pero algunos conceptos se han vuelto ambiguos y la Carta Magna no los resuelve.

Se suele decir que estado de Ohio o el Dow Jones predicen los resultados de las elecciones, pero hay otro indicador infalible en la cultura popular, que son las caretas del presidente que se venden para la noche de Halloween. La cara que más se vende suele ser siempre la que triunfa en la noche electoral.

Hacer un cálculo es difícil porque a las grandes donaciones se suman muchas pequeñas. En julio Trump llevaba 347 millones de dólares recaudados y Biden 328, aunque el demócrata batió un récord en agosto de 350 millones en un solo mes. La recta final de la campaña es la más cara y en la que más fondos se recaudan, pero aún no hay datos.

En 1920 se aprueba la enmienda que permite el voto femenino, que ha sido variado en estos 100 años. Su voto es muy heterogéneo, y en su inicio marcado por los hombres, pero desde 1980 la tendencia es que las mujeres se decanten por los candidatos demócratas, mientras que ellos votan republicano.

La Presidencia de Donald Trump ha estado marcada de polémica desde el inicio, incluso en el seno de su Administración. En cuatro años, decenas de colaboradores han sido despedidos o han dimitido por sus diferencias con la política de Trump: desde el ideólogo Steve Bannon, al asesor de Seguridad, John Bolton, jefes de gabinete o secretarios de comunicaciones. Algunos hacen ahora campaña contra él e incluso cuestionan que esté capacitado para asumir un nuevo mandato. [Especial: elecciones Estados Unidos]

No. De hecho, ha habido cinco ocasiones en las que el presidente obtuvo menos votos que su rival. La última fue 2016, cuando Donald Trump se convirtió en presidente a pesar de lograr 3 millones de votos menos que Hillary Clinton. En el año 2000, George W. Bush fue elegido presidente a pesar de obtener menos votos que Al Gore. En EE.UU. los ciudadanos no votan directamente al presidente, sino que eligen a los 538 compromisarios del Colegio Electoral que elegirá, en diciembre, al nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Pueden votar todos los ciudadanos estadounidenses, residan o no en EE.UU., que tengan más de 18 años y que se hayan registrado para votar. No pueden votar, sin embargo, habitantes de territorios como Puerto Rico o Guam. Tampoco algunas personas convictas o con determinadas discapacidades intelectuales.

Sucede así desde 1845. Noviembre coincidía con el final de la cosecha y eso facilitaba que la gente pudiera ir a votar. Se eligió celebrar las elecciones en día laborable porque los sábados eran días sagrados para los judíos los domingos para los cristianos. Al optar por el primer martes después del primer lunes de noviembre se evitaba, además, que las elecciones coincidieran con la festividad del 1 de noviembre.

Más de 200 millones pueden hacerlo, pero lo habitual es que la participación no supere el 60%. En las últimas elecciones votaron 136 millones de estadounidenses. El hecho de que se vote en día laborable no favorece la afluencia a las urnas. No obstante, en casi todos los estados se puede votar por adelantado, algo que los estadounidenses han hecho este año, en números récord, por culpa de la pandemia.

Los colegios de la costa este cerrarán a la una de la madrugada hora peninsular española y los de la costa oeste lo harán a las seis. Los resultados definitivos los conoceremos entrada la madrugada aquí en España. Puede que incluso por la mañana. En 2012, Barack Obama proclamó su victoria en Twitter a las 5.12h. En 2016, el escrutinio estuvo más apretado. Hillary Clinton concedió su derrota frente a Trump a las 8.30h de la mañana.

Los fundadores de los Estados Unidos crearon una capital políticamente neutral. Sin embargo, en Washington D.C. viven 700.000 habitantes, que pagan sus impuestos, pueden elegir al presidente pero no tienen derecho a elegir congresistas. Se han lanzado varias iniciativas para convertir el distrito de Columbia en el estado número 51, pero los republicanos se resisten al ser un territorio de tradición demócrata.

En estas elecciones también está en juego el Congreso estadounidense. Se renueva toda la Cámara de Representantes, actualmente dominada por los demócratas, y un tercio del Senado, que ahora mismo está controlado por los republicanos. El resultado será clave para que el presidente electo pueda aplicar su programa.

Si ninguno de los dos candidatos alcanza los 270 delegados necesarios, la presidencia la decide la Cámara de Representantes. Sus miembros tienen que aglutinarse por estados y cada 1 de los 50 estados tiene un voto. Gana el que logra 26 apoyos. La última vez que se usó esta elección contingente fue en 1824 cuando John Quincy Adams llegó a la Casa Blanca.