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Ilustraciones por todo el mundo han surgido espontáneas para brindar un homenaje a la vida truncada de Aylan, el niño sirio de tres años que murió ahogado con su madre y su hermano en una playa cuando intentaban llegar a Europa huyendo de la guerra. Muchas de ellas imaginan para él un destino alternativo y mucho más propio de un pequeño de su edad.

Los refugiados y migrantes que se encuentran en Hungría viven en las últimas horas situaciones de caos en diversos puntos del territorio de este país, que además ha aprobado este viernes una ley que castiga duramente a quienes entren clandestinamente.

En Budapest, cientos de refugiados que desde hace días han estado acampados en los alrededores de la estación ferroviaria de Keleti con la esperanza de abandonar Hungría en algún tren han salido a pie esta mañana en dirección de la frontera con Austria, situada a más de 200 kilómetros de distancia.

Angelina Jolie, embajadora de ACNUR, ya alertaba antes del verano de la situación dramática de los refugiados sirios, tras visitar un campo de acogida en Turquía. Cuatro años de guerra han expulsado al exilio a más de 4 millones de sirios. La mayoría en países limítrofes. Casi dos millones en Turquía. En el Líbano, suponen un tercio de su población. Las ayudas prometidas no llegan y esto está provocando el éxodo masivo a Europa. En lo que va de año han llegado más de 350.000. 

Unos 500 refugiados que se niegan a ser trasladados a un centro de acogida en Bickse, a 40 kilómetros de Budapest, en Hungría, continúan encerrados en los trenes en los que viajan.

El tren partió el jueves de la estación de Keleti, en la capital húngara, con destino a la localidad de Sopron, junto a la frontera con Austria, pero fue detenido en Bickse. Allí las autoridades habían preparado un dispositivo policial y autobuses para trasladar a los refugiados a un centro de acogida cercano, pero la gran mayoría se ha negado.

La Policía ha informado de que los refugiados, en su mayoría sirios pero también afganos e iraquíes, ofrecen "resistencia pasiva" y se niegan a bajar del tren.

Mientras, en la estación de Keleti la Policía ha impedido que otros refugiados aborden los trenes que se dirigen a otras ciudades húngaras cercanas a la frontera.