Era miembro de la Real Academia Británica y de la Academia de Historia española. En 1999 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en reconocimiento a sus trabajos sobre la historia de España.
El Quijote de Avellaneda en la Biblioteca Nacional
El director de cine José Luis Cuerda quería rodar Amanece que no es poco II pero le resultó imposible. Ahora ha plasmado esa historia que no convenció a ningún productor en una novela. Tiempo después cuenta la visión que tiene el escritor de cómo puede estar el mundo en el año 9.177 (20/04/15).
La pasión por la lectura será protagonista en los Telediarios y en la programación de RTVE para celebrar el Día Internacional del Libro.
Antonio Gala siempre llega un pelín tarde. Antonio gala siempre llega serio. Luego no lo es tanto, luego se ríe mucho. Sobretodo cuando habla de su infancia, de su juventud se ríe mucho. Llega apoyado en su bastón. Llega y saluda a todos, es una de las personas más educadas que he conocido. Es elegante, alto, erguido y serio, aunque luego no lo es tanto, no es tan serio, luego se ríe mucho. Se pone a disposición en seguida. Es respetuoso y profesional. Hace lo que que le dicen, dónde me pongo, cómo me pongo. Y habla todo el rato, con la cámara y sin ella, no es callado, es serio, aunque luego no lo es tanto, sonríe a menudo. Pero no es callado. Es un privilegio estar ahí, escucharle, ser su interlocutor, es un momento irrepetible, cuenta lo que quiere, no se ciñe a lo que le preguntas, aunque nadie esperaba encontrarse lo contrario, tú le preguntas y él contesta lo que quiere. Mejora tus preguntas, mejora en un segundo y en el momento lo que tantas horas has dedicado a preparar. Y es mágico. Porque todo lo que cuenta es único y le hace sonreír, y nos hace sonreír a todos, e incluso reír, aunque tengamos que disimularlo para que no se oiga. Y le escuchas y ves lo que te va contado, lo ves como si lo tuvieras delante. Cómo puede hablar mejor de lo que escribe alguien que ya escribe tan bien.
Antonio Gala da dolor de tripa, impone estar ahí en su presencia, a su altura. Impone tanto que dan ganas de no estar pero no quieres estar en otro lado. Y no quieres que se acabe ese rato, y no quieres que termine de contar cosas y de compartirlas contigo, porque es un privilegio estar ahí, un privilegio irrepetible, insustituible, único. No quieres que termine nunca, ni él, ni ese momento, ni el dolor de tripa, ni la incertidumbre de si vas a estar a la altura. Sólo quieres que dure siempre.
Antonio Gala se va y deja un vacio. Se despide y te vacías, el vacío que deja alguien que ocupa mucho espacio, y el único consuelo que queda es que vas a estar con mucha gente que va a hablar de él, que va a compartirte cosas sobre él, que te va a contar, aún mas, quien es Antonio Gala. Queda eso y muchas horas de oírle de nuevo, de volver a sorprenderte de nuevo, de volver a reír escuchándole. Y quedan muchos días de escucharle muchas veces y siempre de manera distinta, siempre de forma nueva, sin cansarte, aunque no lo tengas delante, aunque ya no esté, aunque haya dejado un vacío parecido al que dejan las personas que ocupan un espacio muy grande. Tienes su relato, su voz, su sonrisa y su mirada, una de las miradas más expresivas que he conocido, y tú sientes que no vas estar a la altura de contar la historia de uno de los hombres que mejor cuenta historias del mundo, escritas y habladas.
Marta Murcia
