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El cierre de puertos italianos reduce las llegadas de inmigrantes pero multiplica las muertes, denuncia la Agencia de la ONU para los refugiados. La idea de que cuanto peor el viaje, menos se arriesgarán y por lo tanto, menos se ahogarán no se está cumpliendo. Además la devolución de los refugiados interceptados en el Mediterráneo a suelo libio está desbordando unos centros ya saturados, donde se hacinan los que huyen del hambre y la guerra. 

El ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, ha vuelto a denegar la autorización para desembarcar a un buque humanitario en Italia. Es el caso del barco de la ONG alemana Lifeline, que lleva casi seis días en el mar con 234 migrantes a bordo, que triplican la capacidad del barco. "Con todo respeto confirmo que esta nave será acogida en algún puerto, pero no italiano", ha señalado Salvini a su regreso de la reunión con las autoridades libias, mientras insiste en un plan para que Libia rescate a los migrantes e impida que lleguen a Europa. 

El ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, ha viajado este lunes a Libia para fortalecer el acuerdo con Libia que ha reducido las llegadas de migrantes a Italia en un 80% respecto a 2017. Salvini quiere que los guardacostas libios devuelvan a los migrantes a Libia, y propone instalar campos de identificación y acogida lejos de Europa. Entretanto, centenares de migrantes rescatados por el barco de la ONG alemana Lifeline siguen esperando la autorización italiana para desembarcar. Ya llevan cinco días en el mar y, según EFE, han pedido ayuda a España. Otras 113 personas aguardan en el mercante danés Alexander Maersk a pocas millas de sicilia. 

Italia es el país de Europa que mayor número de migrantes ha visto llegar a sus costas en los últimos años a través del mar Mediterráneo. Una realidad que se ve en las calles de las principales ciudades, donde miles de personas malviven en condiciones precarias y sin acceso a los servicio de asilo o atención. Personas que acampan en antiguos aparcamientos y que visita nuestra corresponsal en Roma, Sagrario Ruiz de Apodaca, junto al personal de Médicos sin Fronteras que los atiende. 

La policía judicial cree que el régimen de Gadafi financió la campaña electoral de Sarkozy en 2007, cuando venció a Segolene Royal. Los jueces investigan el caso después de que, en 2012, el diario Mediapart publicara que el expresidente había recibido dinero del dictador libio. Según los periodistas que realizaron la investigación, el propio Gadafi y uno de sus hijos dijeron públicamente que fueron ellos los que ayudaron a Sarkozy a ganar las elecciones.