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Daniel Tubau se estrena con su sección escéptica "Sképsis, atrévete a dudar" planteándonos la cuestión de si las máquinas piensan. Comenzamos hablando de esa joya del cine, "Blade Runner", y el "test Voight-Kampf", una prueba psicológica en la que van haciendo preguntas al replicante sospechoso hasta que algo revela que no es un humano. La respuesta que se busca es fisiológica. Inciden, sobre todo, en si muestran empatía hacia los animales. El test lo había imaginado Philip K. Dick en una novela llamada "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", que es en la que se basa la mítica película protagonizada por Harrison Ford.

Ese test fue inventado a su vez por el matemático al que muchos consideran el padre de la inteligencia artificial, Alan Turing. ¿Cómo podemos saber que un ordenador piensa y no que simplemente maneja o combina información? Repasamos cómo enfocó el asunto Turing, qué dijo al respecto Lady Lovelace, una de las pioneras en la historia de los computadores e incluso viajamos hasta el siglo XVII para conocer la curiosa opinión de Descartes sobre los animales, a los que comparaba con máquinas.

En su argumentación escéptica, Tubau nos conduce también por el pensamiento del Barón de la Mettrie, quien en 1747 publicó "El hombre máquina", donde dice que los seres humanos también somos máquinas. Marvin Minsky, un reputado investigador de la inteligencia artificial, argumenta incluso que un termostato, de alguna manera, estaría pensando. ¿Seríamos los seres humanos, por tanto, una especie de termostatos evolucionados?

¿Sabemos realmente de qué hablamos cuando nombramos con tanta ligereza las emociones?. Así comienza esta semana su sección "Ágora 3.0" nuestro colaborador Vico, que empieza aclarándonos el origen etimológico de la palabra emoción, que es el de movimiento. Todas las emociones tienen su utilidad y todos necesitamos aprender a identificarlas para poder desarrollar las habilidades sociales aparejadas a las mismas, tales como la empatía, la solidaridad, o el cuidado ajeno y propio, que nos permiten establecer los límites que nuestra dignidad merece. Y esto conviene hacerlo en los primeros estadios de nuestro desarrollo.

Cuenta Vico que desde hace siglos sabemos que la gestión de las emociones pasa por la razón y que hoy en día todo se consigue ahora desde la emoción, y así hemos logrado que las personas cada vez piensen menos, o piense peor. Las emociones son necesarias. Y, al mismo tiempo, conviene atenderlas en su justa medida.

El ideal romántico del amor ha dibujado, o mejor sería decir ha desdibujado, un horizonte repleto de desviados anhelos, y también de vacuas frustraciones. En el centro de las expectativas que nos transmite la mercadotécnica del amor "romántico" habitan numerosos clichés que hemos absorbido de manera acrítica. Carlos Javier González Serrano conversa con Virginia López Domínguez, especialista en idealismo y romanticismo, sobre la necesidad de repensar el amor romántico, sus luces y sus trampas, y se preguntan qué significa amar más allá de los goznes publicitarios.

En 1969 Philip Zimbardo dejó dos coches idénticos abandonados, ambos con la ventana rota, en dos barrios distintos, uno más deprimido que otro, con el fin de analizar si la conducta antisocial no depende solo de “quién eres”, sino si depende también de las señales del entorno. Y comprobó que lo que dispara la conducta antisocial o delictiva son las señales de deterioro, lo cual es aplicable a ciudades con basura, grafittis o menos iluminación.

Este experimento que nos trae María Gómez, autora de "La buena compañía" (Ed. Temas de Hoy), muy conocida como merigopsico en redes sociales, es aplicable a situaciones del día a día tales como el abuso en la escuela o el maltrato en pareja y se conoce como la "filosofía de la ventana rota". Para explicarlo, nuestra colaboradora habla de moral individual y de contrato social, ese acuerdo implícito que nos recuerda que formamos parte de una comunidad.

María Gómez explica la importancia de no dejar que el deterioro crezca en las relaciones personales. A la menor señal, hay que actuar porque, de lo contrario, la situación se normaliza y es más difícil cambiarla. Por establecer el paralelismo, si no se repara esa "ventana rota" hay más posibilidades de que llegue el vandalismo. Y, si no reparas ese daño, podría interpretarse la situación como que existe vía libre para la impunidad. El incumplimiento de las normas tiene consecuencias, dice Gómez, porque no actuamos en un vacío, sino en sociedad.

Si nacemos con empatía, entonces ¿por qué podemos perderla, olvidarla e incluso anularla?. Sencillo: porque no practicamos. Porque cada vez socializamos y nos relacionamos menos. Porque los niños viven cada vez más aislados de su entorno y cada vez más enchufados a los "cacharros" tecnológicos.

Vico nos recuerda el experimento social que se hizo al respecto y que demostró cómo los niños de apenas 18 meses mostraban empatía pura hacia sus padres. Nuestro colaborador nos habla de los distintos tipos de empatía que existen. Y de cómo estamos dejando de ser empáticos con otros seres humanos, y las consecuencias de todo ello en una sociedad individualista. ¿Con qué lo estaríamos sustituyendo, en opinión de nuestro colaborador?

Te invitamos a escuchar el pódcast para descubrirlo.

Pitágoras es un caso único en la historia de la filosofía porque se convirtió en un sabio global. Todos creemos conocer algo de este matemático al que se atribuyó un teorema muy famoso que aprendemos en la escuela, pero la verdad es que es totalmente misterioso.

David Hernández de la Fuente nos cuenta en su sección "Retorno a Mileto" que su importancia reside sobre todo en el ámbito de la religión y la ética. Partiendo, como suele ser habitual en nuestro colaborador, de un término griego; en este caso, arithmós, de la Fuente nos habla del Pitágoras feminista, ecologista y hasta, podríamos decir, "comunista". De hecho, la primera filósofa que se conoce es Teano de Crotona, una pitagórica a la según algunas fuentes podría haber sido la esposa del propio Pitágoras. Pitágoras es un adelantado a su tiempo porque practica un modelo de vida alternativo basado en el vegetarianismo y el pacifismo, la renuncia a la carne y a la violencia, y porque preconiza la meditación, la música y el autoconocimiento como vías para la mejora del individuo.

Hay quien recuerda también que es suya una idea que ha revolucionado a la humanidad: la de la inmortalidad del alma. Un personaje apasionante que enamora por su riqueza y complejidad cuyo pensamiento y legado están de plena actualidad.

Nos educan para perseguir metas y objetivos frenéticamente, para no poder ni querer detenernos, para ni siquiera considerar si hay -o debe haber- tiempo para la detención. Nadie nos invita a pensar sobre el propio tiempo. Si acaso, se nos indica, bajo mirada suspicaz y reprochadora, que estamos perdiendo el tiempo, que no hay tiempo para esto o para lo otro, mientras, curiosamente, es el tiempo lo que se nos escapa. Carlos Javier González Serrano charla con Juan Evaristo Valls Boix, profesor de Filosofía de la Cultura (UCM) y autor de "El derecho a las cosas bellas" (Ariel), sobre el drama contemporáneo de tener que des-vivirnos para encajar en el tiempo de otros, para existir inmersos en los intereses de otros. ¿Nos resta aún la posibilidad de contarnos sin ser esclavos cronológicos?

Aquí llega nuestro amigo Renato. René Descartes. Francés del siglo XVII. El padre. El padre de la filosofía moderna. Intentó llegar a la certeza a partir de la duda. Y tanto dudó que pudo perderse en un laberinto bastante chungo rollo el limbo de la peli "Origen", de Christopher Nolan.

Enric F. Gel, un pelín crítico con nuestro Descartes hace años (aclaramos que ha acabado pidiéndole disculpas por ser tan duro con él), nos cuenta cómo un sueño (mejor dicho, tres sueños seguidos) llevó al hombre de la Razón a dedicarse a la Filosofía. Y cómo le marcó el método científico.

Sus "Seis Meditaciones Metafísicas" son apasionantes. Hasta incluye un genio maligno que ha podido engañarnos respecto a la propia realidad o las matemáticas. Sí; ese "dos más dos son cuatro" que para nuestro protagonista de hoy no estaba del todo claro. Enric, como siempre, se esfuerza en contarlo con claridad para que todos podamos entenderlo. Al final, aunque Descartes pudiera equivocarse en algo, sigue siendo un referente y un ejemplo de razonamiento. Así que le destriparemos con el cariño que se merece. ¿De dónde viene eso de "Pienso, luego existo". Descartes...on fire.

Telémaco sigue lejos de Ítaca. Mientras su padre Ulises permanece en la humilde cabaña del porquerizo Eumeo, aún disfrazado de mendigo, su hijo se encuentra en Lacedemonia, en el palacio de Menelao. Allí lo visita Atenea, que lo despierta en plena noche para advertirle que debe volver cuanto antes: su madre está cada vez más presionada por los pretendientes. Así comienza el canto XV de La Odisea, y con él, el viaje de regreso de Telémaco a Ítaca, canto XV al que dedicamos este podcast de Locos por los clásicos.

Este episodio, con el que Homero retoma el hilo de la Telemaquia once cantos después, está cargado de emoción e inteligencia narrativa. La intriga crece poco a poco: las señales se acumulan, los caminos de padre e hijo se acercan, los personajes secundarios se activan. Homero, como un maestro de la tensión, va preparando la atmósfera para el gran enfrentamiento final. El oyente sabe más que los personajes, y eso multiplica la expectación.

Y todo esto lo escuchamos en la magnífica traducción del helenista, poeta y traductor Juan Manuel Macías, cuya colaboración hace posible este podcast.

Como no hay nada más moderno que los clásicos grecolatinos, les ponemos música actual. La banda sonora del canto XV de la Odisea está compuesta por “The Long and Winding Road” de The Beatles, “Sailing” de Rod Stewart y “Homeward Bound” por Taryn Harbridge.

La imagen corresponde a Marc Chagall “Atenea y Telémaco”, de 1975

La sociedad no es un mero conglomerado de sujetos yuxtapuestos. La comunidad, para serlo, ha de funcionar como una urdimbre o un tejido vivo en el que cada hilo o costura aporta su propio color, su propia textura. La esperanza se conjuga en singular pero se ejecuta en plural, porque se comparte, se ejerce en común. Carlos Javier González Serrano dialoga con Victoria Clemente Legaz, estudiosa de la obra de María Zambrano, sobre cómo sostenerse en la frágil embarcación del nosotros sobre el tumultuoso océano de la incertidumbre. Mirarse y esperanzarse como posibilidad de una nueva aurora.

Claro que pensaron. Y los clásicos las escucharon. Aspasia de Mileto, maestra de Sócrates, fue una filósofa de gran calado en su época. Pero después ha interesado acallar las voces de las pensadoras. ¿A quién le ha convenido y por qué? Nos lo cuenta la creadora del proyecto "Filósofas en la Historia", Paz Pérez Encinas, una profesora que lleva años dedicándose a hacer visibles voces de pensadoras que no se han estudiado en los institutos, que no han aparecido en procesos de oposición y que -en definitiva- no "han existido". Y todo surgió de la inquietud de sus alumnos en clase. Su historia es digna de ser contada.

Si en la actualidad ya se puede estudiar en Secundaria a filósofas como Aspasia de Mileto, Hipatia de Alejandría, Hildegarda de Bingen, Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, Simone de Beauvoir, María Zambrano y Hannah Arendt es, en parte, gracias a mujeres como Paz Pérez, que decidió, tras su jubilación, dar el salto de la escuela a la sociedad y venirse a Madrid con un par de compañeras a reivindicar ante los políticos lo que consideraba justo: que las filósofas tuvieran su lugar en los planes educativos, que pudiéramos conocer su pensamiento.

Todo está en este manifiesto al que puedes unirte: https://redfilosofia.es/blog/2025/05/06/manifiesto-contra-la-persistencia-de-la-exclusion-de-las-filosofas/

Cuenta la leyenda que, en el Templo de Apolo en Delfos, lugar al que los peregrinos acudían a preguntar sobre su futuro, cuando consultaban al oráculo se podía leer en la pared una inscripción que rezaba: “Conócete a ti mismo”. Hoy hablamos con Vico de un aforismo trascendental en el mundo occidental que Sócrates y posteriormente Platón asumieron como la piedra de clave fundamental para la construcción filosófica.

Pero, cuenta nuestro colaborador, tuvo que ser Aristóteles quien le diese todo el sentido a la frase; es decir: “conócete a ti mismo para sabiendo en qué eres bueno puedas ayudar a los demás”. Con su espíritu crítico, Vico recuerda que, al leer esta reflexión, creemos que es una invitación al autoconocimiento sin mayor trascendencia. Pero nada de eso.

Hablamos con Enric Fernández Gel de una rama de la filosofía que se conoce como Teología Natural o Teología Filosófica. Y así llegamos al pensamiento de Santo Tomás cuando intenta probar la existencia de Dios a través de sus famosas cinco vías. Para Tomás, Dios es el principio y el fin de todas las cosas, pero algunas de sus vías o pruebas "hacen aguas", según nuestro colaborador.

Por ejemplo, explica Enric, Dios no tiene por qué ser la causa del todo. Apodado "el buey mudo", y raptado por sus hermanos para que no se dedicase a la filosofía con los dominicos, Tomás nos da una visión del mundo y del hombre que es al mismo tiempo racional y espiritual. Es decir, trató de racionalizar lo divino con la ayuda del pensamiento aristotélico.

Después de escuchar a Enric, ¿te convencen a ti las cinco vías tomistas?

Locos por los clásicos

Sísifo

Empujar eternamente una roca cuesta arriba para verla caer una y otra vez, durante toda la eternidad. Ese es el castigo que Zeus impone a Sísifo, y esa imagen se ha convertido en uno de los grandes símbolos de la cultura occidental, una metáfora de la vida El ser humano, sin gloria ni tragedia, condenado al esfuerzo inútil. Pero también a la resistencia. La cuestión es, ¿por qué le impone ese terrible castigo?

Homero lo menciona en el canto XI de la Odisea, cuando Ulises desciende al Hades. Allí lo ve sudoroso, cubierto de polvo, empujando su roca sin descanso. Lo acompañan otros condenados, como Ticio o Tántalo, pero es Sísifo quien más nos interpela. Porque no es un héroe ni un semidiós. Es un hombre. Rey de Corinto, símbolo de lo humano, de lo demasiado humano.

Y por eso fascinó también a Unamuno (recitado por Luis Alberto de Cuenca) y a Albert Camus, que lo convirtió en protagonista de una de sus obras filosóficas más célebres: El mito de Sísifo. Camus ve en él al hombre moderno. Por eso concluye con una de las frases más célebres de la filosofía contemporánea: “Hay que imaginar a Sísifo feliz.

En este episodio de Locos por los clásicos, nos asomamos al infierno mítico para ver el castigo eterno de Sísifo.

Como no hay nada más moderno que los clásicos grecolatinos, les ponemos música actual. La banda sonora de El mito de Sísifo está formada por “Like a Rolling Stone” y “Gates of Eden” de Bob Dylan.

En la imagen “Sísifo” de Tiziano (1576)

Conversaciones con José María Brunet

Juan Evaristo Valls. El filósofo que defiende la pereza

El espacio reservado al invitado en la serie “Conversaciones con José María Brunet” lo ocupa esta vez un revolucionario. Se trata de un profesor universitario, en concreto de Filosofía de la Cultura, que ha escrito un libro contra los peores instintos del sistema político-económico que rige nuestras vidas en el Occidente democrático, el capitalismo. El profesor es Juan Evaristo Valls Boix (Elche, 1990), y su obra “El derecho a las cosas bellas”. El autor defiende “derechos esenciales –como el derecho a la pereza, la huelga o la jubilación- no como concesiones del sistema, sino como actos radicales de resistencia a la alienación capitalista”. Y nos añade que “la pereza ha sido durante demasiado tiempo el privilegio de unos pocos, ya es hora de que se convierta en un derecho para todos”. Ahí está, probablemente, el planteamiento revolucionario, porque siempre lo es pretender la extensión de un privilegio, ya que deja de serlo si se consigue el objetivo. En todo caso, la tesis principal del libro reside más bien en la afirmación de que “las cosas bellas no son un lujo, sino una necesidad”. Juan Evaristo Valls nos plantea, en suma, una reflexión para que sepamos protegernos de algunos excesos. “Creíamos –escribe- que estábamos enamorados de nuestra vida, pero en realidad estamos obsesionados con el capital bajo todas sus formas: obsesionados con cierta marca personal y sus ‘followers’, obsesionados con nuestro consumo de experiencias, adictos a la competición para tener más conocimientos, más amantes, más viajes, más ideas, más diferencias”. Esa descripción que podríamos llamar de la vida en bucle le lleva a afirmar que “al aspirar ciegamente a lo máximo, hemos ido perdiendo lo mínimo, una tranquilidad materialmente firme y segura: literalmente es inaguantable este desquiciamiento generalizado”. De todo ello hablamos con nuestro invitado, para que su obra nos sirva de estímulo y advertencia.

Mara Peterssen y el profesor de Filosofía Diego S. Garrocho profundizan en ‘Moderaditos’, un ensayo que aboga por la moderación, no como un lugar en el espectro político, si no como una actitud ante la vida, frente a la constante confrontación que estamos viviendo.

Sócrates nos ha marcado a todos. Pese a Nietzsche, que prefería hablar de preplatónicos, ha cundido desde siempre la idea de Sócrates como punto bascular de los presocráticos y de los postsocráticos después. Si este filósofo griego no escribió nada, ¿cómo ha marcado la historia de la filosofía de esta forma?

David Hernández de la Fuente comienza hablándonos del logos, que es palabra, razonamiento, es argumento en los discursos, es también una obra escrita en prosa que intenta aclarar algún aspecto de la llamada realidad y denota la íntima unidad entre pensamiento y lenguaje. Sócrates guio su vida por el logos, fue un ateniense modélico, un ciudadano que participó en las instituciones, que fue a la guerra, que tuvo familia, que fue señalado como un honesto ciudadano, en todo caso ejemplar, y que en cierto momento de su vida se lanzó a la aventura del logos impulsado por un ímpetu especial, que él llamaba su genio o su "daimon", que le lanzó a la vida filosófica. Le gustaba charlar con los ciudadanos en las calles de la polis y preferiría la transmisión oral a la escrita. Fue un personaje magistral que trató diversos temas en una época en que la filosofía lo cultiva todo –desde retórica y política a física y ontología.

Pero un sector de la sociedad empezará a verlo mal, se volvió incómodo. Buscaban silenciarlo. Era crítico con las tradiciones; por tanto, molesto para los poderosos. Eso le llevará a un juicio injusto y le costará la vida. Todos los filósofos y escuelas posteriores le rinden tributo. Nada será igual después de Sócrates.

El filósofo, profesor y divulgador David Pastor Vico nos habla de dos términos que se usan mucho en filosofía y que puede que hasta confundamos todos nosotros en la vida diaria: ética y moral. Ética proviene del griego "ethos", que podemos traducir por costumbre, y “moral” del latín "mos, moris", que también podemos traducir por costumbre. Así que parece que etimológicamente significan lo mismo y, de hecho, en el lenguaje coloquial las usamos como sinónimos.

Pero Vico va a explicarnos por qué no lo son y por qué -sí, debemos asumirlo- las usamos de manera incorrecta. Os avanzamos algo: la moral establece las normas de convivencia, es un intento para que todos tengamos certidumbre con el fin de hacernos la vida más fácil... y así vivir sin miedo.

El doctor en Filosofía y divulgador Enric F. Gel llega esta semana con uno de los debates filosóficos más antiguos y persistentes, uno de los mayores enigmas del mundo contemporáneo: el problema -o problemón, dice él- de la conciencia: la incógnita de la relación entre la mente y el cerebro. Estamos ante una de las ramas de la filosofía que más posiciones encendidas sigue suscitando en la actualidad.

Enric repasa con nosotros algunas de las posiciones filosóficas en torno a la relación mente-cerebro. Algunas sostienen que la mente es una ilusión, otras aseguran en cambio que la materia no existe, incluso encontramos teorías para las que sólo habría una cosa de carácter físico, el cerebro o el cuerpo, que tendría dos propiedades.

No te hagas lío, que Enric lo aclara todo. Estate atento, porque le preguntamos si la mente puede cambiar el cuerpo.