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Medio millón de españoles huyeron del país en 1939. Otros dos millones emigraron después para ganarse la vida en Europa y por causas políticas. Hoy viven en España nueve millones de personas de origen extranjero que han llegado a nuestro país por razones económicas o buscando refugio. Isabel Jiménez analiza esta transformación con la ayuda de dos voces separadas por medio siglo: la de Julia Hidalgo, militante del PCE y exiliada política, y Abdulaye Traoré, refugiado en España tras huir de Mali.

El Gobierno británico pretende endurecer su política migratoria. Esta semana, presenta en el Parlamento un proyecto de ley que propone menos ayudas para los solicitantes de asilo y más dificultades para obtener la residencia.

Foto: PRU / AFP

La entrada de la Marcha Verde en el entonces Sáhara español cambió por completo la vida de Chaia. Entonces era joven, pero nunca olvidará ese día. "Estábamos asombrados viendo entrar a muchísimas personas. La gente entró en pánico", recuerda esta mujer que fue militante del Polisario en la clandestinidad cuando pedía la independencia de España.

Cuenta que nadie llevaba nada consigo, solo la ropa puesta. Pensaban que sería algo temporal y que volverían pronto a sus casas: "Dejamos todos nuestros bienes. Teníamos miedo de que nos atraparan los marroquíes y nos mataran". Ella pudo llegar junto a su hijo de seis meses hasta Um Draiga, una pequeña ciudad provisional que albergó a varios miles de civiles. "No sabíamos ni dónde estábamos, pero creíamos que era un lugar seguro", dice. Fueron bombardeados con napalm en unos hechos que medio siglo después siguen sin ser aclarados.

Tras el ataque, huyeron a los actuales campamentos de refugiados saharauis, cerca de Tinduf. "Cuando llegamos y empezamos a escuchar el rugir de los aviones, la gente entraba en pánico creyendo que les volverían a bombardear, pero eran patrullas aéreas argelinas. La gente no distinguía", cuenta Jadja, también víctima de los bombardeos.

Se vieron obligadas a trasladarse hasta Dajla, la población más alejada de los campamentos, donde viven desde ese día hace 50 años.

FOTO: TVE

En Aquí Hay Trabajo sabéis que nos importan todos los trabajadores. Los que están en paro, los que quieren cambiar de empleo, los que tienen dudas y los que vienen de fuera.

Unos vienen porque quieren mejorar su situación económica, otros porque quieren emprender, hay quien viene porque se ha enamorado de un español, en fin hay de todo. Hoy nos preguntamos por los que vienen como refugiados porque en su país de origen corren peligro y que después de un tiempo trabajan en España.

Motassem es palestino, llegó a España en 2018 con muchas ganas de trabajar, pero sin saber por dónde empezar. Y esta es su historia.

La ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, se ha felicitado por el éxito en el traslado de los diez primeros migrantes menores no acompañados desde Canarias hasta la Península. También ha aprovechado la presencia de los medios para denunciar el racismo y la xenofobia que señala a los niños que han llegado a su nuevo destino. "Hemos tenido que retirar una pancarta nazi que pedía su expulsión", se lamentaba Saiz al tiempo que pedía "la colaboración para que entre todos, la sociedad, las comunidades autónomas, los medios de comunicación evitemos poner el foco en estos niños y niñas que tienen derecho a desarrollar su vida en nuestro país". La ministra ha vuelto a insistir en que "muchos de ellos son niños y niñas de muy corta edad".

Sabina, Krystyna, Oleksandra y Toma nos cuentan cómo han vivido estos tres años de guerra siendo adolescentes. La invasión rusa de Ucrania cambió sus destinos y sus vidas. Sabina no va a ir a la universidad en Ucrania como siempre había pensado, Krystyna decidió volver a Ucrania tras sufrir bullying en España, Oleksandra ha decidido estudiar para proteger a su país y Toma ha perdido a su padre. A través de sus historias intentamos entender lo que puede suponer que haya una guerra en tu país en plena adolescencia.

'Diario de Ucrania' es un pódcast en el que encontrarás el contexto necesario para entender lo que está pasando en la guerra tras la invasión rusa. En cada edición escuchamos a analistas, militares, periodistas, trabajadores humanitarios y a los ciudadanos ucranianos y rusos que sufren en primera persona este conflicto.

Abraham Stiller fue un empresario finlandés que, durante el nazismo, consiguió salvar a decenas de refugiados de los campos de concentración. Ahora, una película, Never alone, recupera su historia para que no caiga en el olvido: "En mi país, hay muchas historias pequeñas que han desaparecido, que se han olvidado... Y esta es una de esas historias pequeñas que es importante que se cuenten", confiesa el director finlandés Klaus Härö. Stiller, el cual era judío, arriesgó su vida para impedir que los servicios de seguridad finlandeses entregasen, en secreto, a unos refugiados judíos a la Gestapo. La película se estrena el 8 de agosto en cines.

Cuando hablamos de personas refugiadas, normalmente nos referimos a personas que han tenido que huir de su país por estar en situación de peligro por motivos políticos o por un conflicto bélico. Pero, a día de hoy, hay gente que está yéndose de su hogar porque la naturaleza los está expulsando y no hay leyes internacionales que los amparen. No se considera que el cambio climático sea un motivo para protegerlos.

En este capítulo de 'Esto Merece Una Explicación' hablamos con Czarina Musni, una abogada filipina especializada en derechos humanos que es una “víctima colateral” de esta problemática. No puede volver a su país porque es considerada una terrorista por desarrollar su trabajo con personas que se ven obligadas a migrar por el cambio climático. También hablamos con Beatriz Felipe, ambientóloga y doctora en derecho, con Andrés Góngora, de COAG, con Bruno García, alcalde de Cádiz, y con María Teresa Pedrosa, geóloga marina.

Un trabajo de Marta Plazuelo, con edición de Marta Vicedo.

Hay muchas razones para emigrar y el origen migratorio es fácilmente localizable en cualquier mapa. Sobre todo, en el de África. Ahora mismo, Sudán, en plena guerra civil, está sufriendo la peor crisis humanitaria del mundo. El país ya suma más de 10 millones de desplazados internos y 3 millones de sudaneses han huido del país. Sobre todo, al norte, a Egipto, pero también al vecino Chad, país al que viaja esta semana ‘Informe Semanal’. Allí, en el campo de refugiados de Metche se repiten los mismos mensajes, especialmente entre las mujeres: "siete hombres vinieron a mi casa. A mi marido, a tres de mis hijos y a una hija los mataron", cuenta Hawaa con dolor y a cara descubierta, con valentía.

Historias desgarradoras, lejos de casa, que solo encuentran consuelo en otro territorio, lejos de la violencia. Como la de Tagoug, que habla, por primera vez, de lo que ella ha sufrido. Necesita contarlo y el programa, dice, es "su oportunidad". "Los paramilitares sudaneses nos pararon. A los hombres los metieron en el río y les dispararon. A nosotras nos retuvieron y nos violaron", afirma.

En concreto, Metche, en medio del desierto, no da abasto. Acoge a más de 40.000 refugiados y hace ya meses que el Programa Mundial de Alimentos no reparte comida. El agua también es un bien escaso. Carmen Galindo, responsable de Médicos Sin Fronteras alerta de que "las lluvias van a empezar y, cuando llueve, los mosquitos se acumulan y puede haber más malaria". Los problemas se suman, la vida parece tener poca esperanza, solo un respiro.

No ocupa titulares, ni portadas de los periódicos pero la peor tragedia humanitaria que hay ahora en el mundo está en Sudán. Más de 13 millones de personas han tenido que huir de sus casas; la mayoría son mujeres que tratan de escapar de una guerra civil sangrienta que incluye la violencia sexual como arma de guerra. Es uno de los temas de esta noche en Informe Semanal.

FOTO: REUTERS/Zohra Bensemra/File Photo

En una entrevista para RTVE, Kayet Hamad, un gazatí que ha logrado llegar a Málaga con su mujer y sus tres hijos gracias a la ayuda de la sociedad civil y el Ministerio de Exteriores, ha relatado el horror vivido en la Franja, donde perdió a su hijo mayor en un bombardeo mientras intentaba llevar medicinas a un amigo.

Hamad ha contado cómo, para sobrevivir, llegó a cambiar de casa 17 veces y a comer pienso de animales mezclado con arena por la falta de alimentos. En Gaza, dice, "quien no muere de bombas, muere de hambre" y cada día es una lucha por la supervivencia. Relata cómo su familia se refugiaba durante los bombardeos en el baño o se encerraban juntos para morir todos a la vez si caía una bomba, evitando así el sufrimiento de ver morir a los suyos.

Emocionado, Hamad ha confesado sentirse decepcionado con la comunidad internacional y el doble rasero aplicado a la causa palestina en comparación con otras guerras como la de Ucrania. "Cuando se trata de Israel, el mundo calla", ha lamentado. Pese a haber logrado salir del infierno, asegura que su corazón "sigue en Gaza", donde "dos millones de personas están sufriendo de hambre".

La guerra civil en Sudán ha obligado a más de 800.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, a huir al país vecino de Chad, donde sobreviven en condiciones extremas en 21 campos de refugiados. En Metche, una pequeña zona cerca de la frontera con Sudán, apenas reciben 5 litros de agua al día, muy por debajo del mínimo vital.

La Unión Europea ha incrementado la ayuda para los desplazados sudaneses a 74,5 millones de euros, pero la salida de Estados Unidos como principal donante ha dejado un vacío crítico para este tipo de casos. La ONU ya ha advertido que los fondos para asistencia apenas cubren necesidades hasta octubre, y teme que la crisis desate un nuevo conflicto regional.

Foto: CAITLIN KELLY/AP