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'La cocina': sangre, sudor y lágrimas

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'La Cocina', teatro en 360º con 26 actores en escena

¿Es la guerra? ¿Es una trinchera? ¿O es, quizás, el infierno...? No, es solo una cocina. Ante nosotros, fogones, tarteras, chefs, camareros, pinches, ruido y trabajo, mucho trabajo. Es La cocina, una obra del británico Arnold Wesker dirigida por Sergio Peris-Mencheta que nos traslada hasta el Marango's, un bullicioso restaurante en el Londres a principios de los años 50. De la mano de los 27 personajes que con su sangre, su sudor y sus lágrimas mantienen el mesón, el montaje invita a reflexionar sobre el mundo, la vida y la posguerra.

La representación, producida por el Centro Dramático Nacional en colaboración con Barco Pirata, narra una jornada en la cocina de Marango's. Este espacio, que observamos vacío al comenzar la obra, servirá como metáfora del mundo e irá cobrando vida según avance el día. En él, se descubrirán las pasiones, los anhelos y las tensiones que conectan y enfrentan a los sujetos que la habitan. Entre ellos, Ricardo Gómez, Almudena Cid, Alejo Saura, Luis Zahera, Silvia Abascal, Marta Solaz o Roberto Álvarez.

La obra podrá verse hasta el 30 de diciembre en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.

El texto se recrea en el agotador ritmo diario de los fogones pero también aparecen los múltiples conflictos que subyacen a la faena: las historias de amor, los desencuentros por diferencias culturales o las evidentes desigualdades entre trabajadores y jefes.

La cocina, que colgó el cartel de entradas agotadas pocos días después de su estreno, se ha convertido además en el mayor proyecto teatral transmedia de España. La obra cobra vida más allá de la representación en RTVE.es y RNE y el espectador puede, antes o después de ver la función, sumergirse en el universo creado por Peris-Mencheta. Es posible disfrutar de una experiencia de realidad virtual en 360º, de las cartas que los actores escribieron como parte del proceso de construcción del montaje o de las entrevistas en las que explican y exploran a sus personajes.

Camareras, concineros y pinches en una escena de 'La cocina' de Sergio Peris-Mencheta.
Camareras, concineros y pinches en una escena de 'La cocina'

Camareras, concineros y pinches en una escena de 'La cocina' de Sergio Peris-Mencheta. marcosGpunto

La cocina: todo un espectáculo

Destacan principalmente dos cosas: el espacio y el reparto coral. La cocina lo ocupa todo, está en el centro del escenario, rodeada por cuatro gradas. Es un espacio abierto del que entran y salen constantemente los protagonistas. Impresiona no solo la disposición, sino también la minuciosidad y la coordinación con la que cocineros, camareros y pinches se mueven en ella.

Hay todo tipo de utensilios y cada uno de los miembros del Marango's desarrolla su cometido: unos limpian el pescado, otros trocean la carne, preparan postres o revuelven la sopa. No hay alimentos, pero huele a comida. Son tantas las cosas que suceden a la vez -¡hay 27 personajes!- que será el espectador el que deba escoger en qué se fija. Todo un espectáculo.

Una escena de 'La cocina' de Sergio Peris-Mencheta
Una escena de 'La cocina' de Sergio Peris-Mencheta

Una escena de 'La cocina' de Sergio Peris-Mencheta marcosGpunto

Una bestia, una trinchera

La cocina es como una bestia, como una trinchera, dicen los protagonistas. Es su empleo pero pasan tantas horas ahí cada día que la cocina acaba siendo su mundo, el mundo. En ella discurre la vida y se mezclan las amistades, las parejas y los enemigos declarados. Hay buen humor, bromas y bailes pero también frustraciones, tiranteces e incluso violencia.

El propio Wesker, autor del texto original, lo explicaba: “El mundo pudo haber sido un escenario para Shakespeare; para mí es una cocina: donde los hombres van y vienen y no pueden quedarse el tiempo suficiente para comprenderse, y donde las amistades, amores y enemistades se olvidan tan pronto como se realizan".

Griegos, franceses, alemanes, chipriotas, italianos, polacos, irlandeses e ingleses conviven en este restaurante londinense, sobre el que todavía se siente el peso de la Segunda Guerra Mundial. La miseria y los constantes enfrentamientos entre un bando y otro lo dejan patente. Pero a pesar del evidente ambiente de posguerra, la obra rezuma actualidad, por ejemplo cuando subraya el recelo y la desconfianza de los nacionales frente a los inmigrantes.

La cocina presenta también el proceso de deshumanización y del desgaste que sufren los trabajadores en el entorno laboral, ayer y hoy. La mayoría de los protagonistas son mano de obra, proletarios que según Marango, el dueño del restaurante, deberían dar las gracias por estar ahí. Al fin y al cabo, es trabajo fijo y no paga mal. Pero el paternalismo del propietario y las evidentes desigualdades -los personajes cocinan, Marango come-, hacen que más de uno comience a replantearse las cosas... Aunque como bien advierten otros, el mundo está lleno de 'cocinas'. Solo que a veces están disfrazadas de oficinas o fábricas.