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Pepa Flores, la mujer que enterró a Marisol

  • La Térmica de Málaga organiza una exposición fotográfica sobre la actriz
  • Las imágenes del fotógrafo Cesar Lucas recorren su evolución
  • La muestra reúne 50 fotos entre el 30 de abril y el 23 de julio

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Imagen de la exposición "Marisol: el resplandor de un mito"
Imagen de la exposición "Marisol: el resplandor de un mito"

"Tuve a otras modelos que daban buenas fotografías, pero cuando las tenías delante eran como floreros. A Pepa Flores la tienes delante y te produce algo difícil de describir", explica a RTVE.es el fotógrafo César Lucas. Durante más de 10 años fue el fotógrafo de cabecera de la actriz, en la época en que dejó de ser la niña "Marisol" para convertirse en la mujer que fascinó a una generación de españoles.

Entre el 30 de abril y el 23 de julio las imágenes de esta evolución podrán contemplarse en la exposición Marisol: El resplandor de un mito, organizada por la sala malagueña La Térmica. La muestra reúne de forma inédita 50 imágenes de la actriz y cantante, entre las que figuran los famosos desnudos publicados por la revista Interviú.

"Mi relación ella empieza cuando estaba en el diario Pueblo, a principios de los 60. Ya había hecho las películas Un rayo de luz (1960) y Ha llegado un ángel (1961)", señala Lucas, y rememora el sorprendente cambio: "Se iba haciendo mayor, se iba convirtiendo en otra persona y yo me encontraba cada vez con un personaje nuevo. Esto era muy interesante, ejercía sobre mí una gran fascinación".

Magnetismo ante la cámara

El exótico magnetismo de Pepa Flores sometió a la cámara de cine cuando era Marisol, e incrementó su fuerza cuando Pepa Flores se hizo presente. Lucas identifica el rasgo como condición innata de ella: "Tenía algo que impactó a millones de personas, un encanto especial, una luz que tienen algunas personas, capaz de transmitir emociones (...) Tengo mucha empatía con ella, con su personalidad, su frescura. Nunca iba de estrella y no tenía poses. Yo la veía como alguien de mi familia".

La actriz malagueña Pepa Flores inició su carrera en 1959 como una más de los niños prodigio que el cine y la radio popularizaron en la época. La película de Fernando Palacios Marisol rumbo a Río (1963) marca el cambio hacia la adolescencia.

También participa en el Show de Ed Sullivan y en 1965 Mel Ferrer, esposo de Audrey Hepburn, la incluye en la película Cabriola (Every day is a holiday). Inexorablemente, el físico infantil de la niña que encandilaba a España empieza a diluirse para dejar espacio a la mujer.

El cambio

Ahí estará la cámara de César Lucas: "Tuve mucha amistad con ella. La veía constantemente por temas de trabajo. Yo también colaboraba con Zafiro, su discográfica, y hacía las portadas de sus discos. Había una enorme demanda de Marisol para todo tipo de publicaciones, españolas y del extranjero", comenta el periodista gráfico, que reconoce haber fotografiado "su cambio de niña a mujer".

Juan Antonio Bardem la dirige más tarde en La corrupción de Chris Miller (1973) y, tras intervenir en Los días del pasado (1978), de Mario Camus, Marisol se transforma en Pepa Flores. Se hace visible la evolución que la sitúa en el extremo de aquello que la convirtió en mercancía durante la infancia.

Posteriormente, rodará con Con Carlos Saura Bodas de Sangre (1981) y Carmen (1983). Y con TVE dará vida a una heroína de carácter a su altura en la miniserie Proceso a María Pineda (1984). Dió por cerrada la etapa de actriz en 1985 tras protagonizar la película Caso Cerrado de Juan Caño, en la que compartió reparto con otro malagueño entonces jovencísimo, Antonio Banderas.

De triste niña prodigio a adulta coherente

La Marisol infantil perteneció a una generación de niños actores que el cine español explotó sin piedad. Junto a José Jiménez Fernández, más conocido como "Joselito", fueron las caras de la inocencia en la carteleras del régimen franquista y la fortuna de los productores que se enriquecieron con su talento.

La propia Pepa reconoció que tuvo una infancia muy triste. Sufría mucho en los rodajes. La actriz cuenta que el director Luis Lucía Mingarro le decía que no volvería a ver a sus padres para que llorase y así conseguir una escena para la película.

Largas jornadas de trabajo, poco tiempo libre y la separación de su familia; a los 15 años se le diagnosticó una úlcera de estómago. El tiempo pasaba y la niña comenzó a convertirse en mujer. Su representante impuso a su madre que le vendase los pechos, pero al final ganó Pepa Flores.

"Ella ha ido al tipo de vida que quería tener, olvidándose de Marisol y siendo Pepa Flores, con su gente, en su barrio,  y yo respeto mucho eso, es muy coherente con ella", afirma Lucas. "Me siento privilegiado -continúa- trabajar con ella nunca fue meterse en un terreno resbaladizo. Siempre sabes lo que hay, a lo que atenerte".