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Una datación confirma que la necrópolis más antigua de la Península está en Valencia

  • Así lo determina una datación del CSIC de 15 restos óseos
  • Han datado los restos con carbono 14 mediante espectrometría de masas
  • La necrópolis tiene una antigüedad de entre los 9.500 y 8.500 años

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Restos de uno de los enterramientos en la necrópolis de El Collado, en Valencia.
Restos de uno de los enterramientos en la necrópolis de El Collado, en Valencia.

La necrópolis de El Collado, en Oliva (Valencia), resulta ser la más antigua de la Península Ibérica según ha demostrado la datación de los restos óseos de diez de los 15 individuos enterrados en ella, realizada por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El conjunto funerario, situado en el extremo meridional del Golfo de Valencia, tiene una antigüedad de entre los 9.500 y 8.500 años y rompe con la idea de que los primeros cementerios ibéricos fueron los asentados en los concheros portugueses, como los ubicados en los estuarios de los ríos Tajo y el Sado, según ha informado el CSIC.

Los resultados, publicados en la revista de acceso abierto PLoS ONE, demuestran que esta necrópolis tuvo un uso intermitente durante unos 1.000 años.

El empleo de este espacio con fines sepulcrales coincide, por tanto, con otros yacimientos mesolíticos en Europa, como los de Vedbaek (Dinamarca), Skateholm (Suecia) o Téviec y Hoëdic (ambos en Francia).

Entierro en cementerios

Hace unos 9.500 años, las últimas comunidades de cazadores-recolectores que ocupaban la Península Ibérica comenzaron a enterrar de forma sistemática a parte de sus congéneres en cementerios, un hábito que se vincula a la progresiva sedentarización de estas sociedades y a un cambio significativo en la relación de sus territorios con las actividades económicas.

Según las dataciones por carbono 14 mediante espectrometría de masas, los restos más antiguos fueron enterrados en el sector sur y los más recientes en la zona norte.

“Es significativo que la mayor parte de estas sepulturas no se superpongan ni se corten unas a otras, lo que indica que posiblemente se empleó algún tipo de señalización para indicar las inhumaciones, que era reconocida y respetada mientras se mantuvo la función funeraria de este lugar”, ha comentado el investigador del CSIC Juan Francisco Gibaja, de la Institución Milà i Fontanals.

Catorce enterramientos

En el yacimiento mesolítico de El Collado, excavado en 1987 y 1988, se documentaron 14 enterramientos a lo largo de una superficie de 143 metros cuadrados, uno de ellos contiene restos de dos individuos. 

Los datos antropológicos apuntan a que cuatro son mujeres y siete hombres, otros dos probablemente hombres y los dos restantes un adolescente y un recién nacido de los que no se ha podido determinar el sexo.

Las dislocaciones documentadas permiten inferir que algunos de ellos fueron enterrados en algún tipo de sudario, saco o con algunos de sus miembros atados.

“Hasta hace poco, las dataciones relativas a un conjunto funerario solían limitarse a unos pocos individuos en el mejor de los casos, ya que en muchas ocasiones se solían realizar dataciones indirectas, es decir, de elementos vinculados al individuo enterrado, pero cuya antigüedad podía no corresponderse necesariamente con el evento funerario", ha indicado el investigador del CSIC en la Institución Milà i Fontanals, Xavier Terradas.

"Por ello, nosotros hemos tomado muestras directamente de los huesos humanos de los diez individuos”, ha señalado Terradas,

El yacimiento es además un depósito de conchas, relacionado con el consumo de moluscos por estas comunidades, que vivían a menudo cerca del mar o de los estuarios.

“A veces inhumaban a sus muertos en estos mismos lugares. Por lo tanto, estos moluscos tenían una función de subsistencia, pese a que en algunas ocasiones se hayan utilizado especies concretas con fines ornamentales”, agrega el investigador del CSIC.