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¿Funcionan los detectores de mentira?

  • Un individuo no puede manipular su actividad cerebral aunque se entrene

Las primeras máquinas de la verdad nacieron a finales del siglo XIX

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A finales del S. XIX se dieron los primeros pasos hacia la creación de "máquinas de la verdad"
A finales del S. XIX se dieron los primeros pasos hacia la creación de "máquinas de la verdad"

Este jueves Miguel Carcaño, condenado por el asesinato de la joven sevillana Marta del Castillo se sometía al test de la verdad con el objetivo de recabar nueva información para averiguar dónde se encuentra el cadáver de la joven. ¿Cómo funcionan estas pruebas? ¿Hasta qué punto son fiables las ‘máquinas de la verdad’?

Los primeros pasos hacia la creación de máquinas de la verdad los dio a finales del siglo XIX el italiano Cesare Lombroso. Él estudió la relación entre los cambios en el sistema cardiovascular y la mentira. Pocos años después, en 1908 el cardiólogo escocés James Mackenzie creó una primitiva máquina que medía los cambios en el pulso con el fin de identificar mentirosos. El siguiente paso lo dio el psicólogo estadounidense Moulton Marston (también creador del cómic Mujer maravilla) que diseñó un dispositivo que medía los cambios en la presión sanguínea.

En 1921 se presentaba el primer polígrafo, que inventó el oficial de policía John A. Larson en Estados Unidos. Combinaba la medida de la respiración y la presión sanguínea. En 1930, el policía Leonarde Keeler perfeccionó la máquina y añadió la medida del ritmo del corazón, la sudoración y los movimientos corporales. Se convirtió en una máquina portátil ideal para registrar en un gráfico las variables fisiológicas que se producían en el organismo de un individuo durante un interrogatorio.

Poco a poco se ha ido perfeccionando y se han incorporado medidas más finas, como las microexpresiones faciales, el flujo sanguíneo y la temperatura alrededor de los ojos. Los expertos estiman que la fiabilidad de esta prueba en un 70-85%.

Es posible engañar a esta máquina distorsionando el resultado de las preguntas de control (las que miden la actividad normal del cuerpo, con las que luego se comparaban las cuestiones cruciales) concentrándose en otra cuestión ajena a lo preguntado que se especialmente emocionante o haciéndose daño en alguna parte del cuerpo.

Las ondas cerebrales no mienten

Desde hace cerca de una década, gracias a los avances en los conocimientos sobre el comportamiento del cerebro y en las técnicas de visualización del cerebro, los criminólogos tienen nuevos datos que tener en cuenta a la hora de evaluar la veracidad de un testimonio. Los métodos más utilizado son la resonancia magnética funcional y la medida del Potencial Evocado Cognitivo P300, que es la que se ha realizado a Carcaño.

Según ha explicado el neurofisiólogo José Ramón Valdizán a Europa Press, el test consiste en medir la onda P300 del cerebro, que se produce en "la memoria episódica", que es la relacionada con sucesos autobiográficos e incluye detalles contextuales y las emociones asociadas. Se pueden evocar estos “recuerdos, cercanos o lejanos" a partir de un estímulo, como una foto o una frase.

La onda se llama P300 porque "a partir del estímulo, la onda tarda al menos 300 milisegundos en aparecer". Cuanto mayor es su altura en el gráfico, es “de mejor calidad" y más significativa. Puesto que esta onda "no se puede modificar voluntariamente", este especialista cifra la fiabilidad de la prueba en al menos un 87%.

La prueba transcurre en dos horas en una habitación a oscuras para que las pupilas de la persona que se somete al test se dilaten más y poder apreciar mejor su cambio ante los estímulos. Se le coloca un gorro de electrodos y se le sitúa a un metro de distancia de una pantalla de ordenador, en la que se le van mostrando las diferentes imágenes y frases, alternándolos de forma aleatoria.

Dos monitores registran la imagen de la persona y el electroencefalograma de su actividad cerebral relacionada con los estímulos. Después, se comprueba la coherencia y validez de la información obtenida en este último, se extraen los datos y se analizan, algo que puede tardar dos semanas.

Por su parte, la Resonancia Magnética Funcional (conocida como FMRI, sus siglas en inglés) consiste en medir el flujo sanguíneo en diferentes zonas del cerebro. Cuanto más flujo, más actividad neuronal hay en esa zona. Hay zonas del cerebro que se activan con especial énfasis cuando el individuo miente. De igual manera que con la P300 es una técnica mucho más fiable que el polígrafo porque es imposible que un individuo manipule su actividad cerebral aunque se entrene. La fiabilidad de esta prueba oscila entre el 70% y el 90%.

Ninguna de estas pruebas se admiten en los juicios pero sirven como orientación.