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Premios Goya 2014: Mejor película europea

Europa en Los Goya

  • Cuatro autores consagrados compiten en Mejor película europea
  • Si Europa fuese un protagonista, ¿qué necesitaría más?

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Imágenes de 'Amor', 'La gran belleza', 'La caza', y 'La vida de Adèle'
Imágenes de 'Amor', 'La gran belleza', 'La caza', y 'La vida de Adèle'

Ahora que cada vez se cuestiona más la identidad de Europa, y no se sabe si la han vuelto a raptar, y parece que esta vez no ha sido Zeus sino una fuerza muy superior capaz de devorar al mismísimo Saturno;  en una década en que ya nadie sabe qué era eso del Estado del bienestar; precisamente en un momento como este, cuatro películas compiten por ser designadas la mejor película europea, por hacerse un hueco en el pseudo Olimpo de los Goya:  La vida de Adele, Amor, La caza, y La gran belleza. 

Con estos antecedentes no se me ocurre otra cosa que proponer el siguiente juego: cambiemos el nombre de los protagonistas de cada una de estas películas por el de Europa. Veamos qué pasa.

¿Qué es lo que más precisa Europa en un momento como este?: ¿pasar por el placentero y a la vez tortuoso camino del proceso de descubrimiento de la identidad sexual?; ¿indagar sobre el verdadero significado de la palabra amor?;  ¿ser víctima del poder de la calumnia y sufrir el miedo y la desconfianza de los que antes eran tus amigos?; o, ¿mirar alrededor sin asombro, con mucho escepticismo, paseando de fiesta en fiesta por las ruinas de Roma, sin llegar ya a disfrutar por nada?

En la primera opción (La vida de Adele) respiramos el aliento de una desconocida llamada a convertirse en diosa, Adele Exarchopoulos. Y no es una metáfora: es literal.  Abdellatif Kechiche describe cada uno de los poros de la adolescente con el fin de que viajemos con ella, pegados a su cuerpo, descubriendo su sentimientos, deseos, sexualidad y pensamientos. Un viaje estimulante y revelador al que quizás hay que reprochar el exceso de su duración.

En la segunda opción (Amor)  caemos en las manos de uno de los grandes cineastas de Europa para descubrir el valor del apego. Algunos autores dicen que hay tres tipos de amor: el romántico, el pasional y el apego. En el mundo del consumo de emociones y del falso romanticismo, no queda un valor más esencial que el apego, cuando éste es realmente un sentimiento y no una farsa consecuencia de una huida de la soledad. Hay otros autores que dicen que una pareja rompe, que el amor se termina, cuando ninguno de los dos es capaz de evitarle al otro un segundo de sufrimiento. Todo esto se encuentra en este desgarrador relato construido por Michael Haneke.

En la tercera opción, (La caza) un diagnosticador de los problemas que asolan a nuestra sociedad, Thomas Vinterberg, reflexiona sobre como la calumnia actúa como un virus que puede acabar con la confianza y destruir para siempre todo tipo de vínculo emocional.  Bien contada y con buenas intenciones, la sensación de ya vista es su punto más débil.

Y en la cuarta opción, (La gran bellezaPaolo Sorrentino nos lleva a que veamos todo de la mano de uno de tantos ciegos que habitan nuestro continente. Alguien rico en dinero e incapaz de sorprenderse con nada, incapaz de salir de su escepticismo aunque este mirando, sin ver, el más bello de los amaneceres en compañía de un centenar de aves que han hecho una parada en su balcón, camino de África.  Sorrentino se empeña en que veamos lo que el protagonista ve, y lo que no ve; que escuchemos diálogos reveladores de la condición humana; que naveguemos con las imágenes desde el hipnotismo a la reflexión, pasando por la meditación y terminando en la sublimación cuando descubrimos, o más bien el protagonista descubre, que todo es un truco, que se trata de saber ver sin utilizar los ojos. Ver un interior al que antes nunca nos habíamos atrevido a mirar.

Volviendo a la pregunta del principio: ¿Qué es lo que más precisa Europa en un momento como este? El despertar que ofrece La gran Belleza.