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Diego Galán: "La mayoría de las películas son misóginas"

  • Con la pata quebrada documenta el reflejo de la mujer en el cine español
  • Presentada en Cannes, se estrena ahora en Madrid y Barcelona

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"La mujer casada y honrada, la pierna quebrada y en casa" reza uno de los múltiples refranes machistas del castellano. Con la intención de comprobar si la liberación femenina del siglo XX ha tenido su correlato en la historia del cine español, Diego Galán ha realizado un documental compuesto íntegramente de secuencias del cine sonoro español. Producido por El Deseo y Enrique Cerezo, Con la pata quebrada es un interesante testimonio de la historia de España desde la II República hasta la actualidad.

Al escritor, crítico, exdirector del Festival de San Sebastián (y realizador de documentales para televisión centrados en la memoria de nuestro cine) le cuesta precisar el tiempo que le ha llevado espigar las escenas que componen su obra. “Este trabajo ha durado un año pero también puedes decir que toda la vida”, resume. “Todas las películas reflejan la realidad aunque no lo pretendan. Las películas populares, lo que podemos llamar las 'películas malas',  como son películas coyunturales, reflejan lo que está pasando en el país. Por otro lado, las películas buenas, que profundizan, que matizan, también son un referente pero para este trabajo no nos valían tanto porque necesitábamos réplicas rápidas que en el cine popular son más evidentes”.  Carlos Hipólito pone la voz en off, no  por buscar un efecto Cuéntame, sino porque “tiene humor y la distancia entre la cosa seria y la coña marinera”.

El avance, retroceso y progreso de España, ha creado su mitología de personajes femeninos. “Se puede ver la evolución desde los años de la república, en los que las mujeres se podían divorciar, abortar, trabajar sin permiso del marido. Y como todo eso se perdió a continuación y  luego, lentamente, se ha ido reconquistado el terreno perdido”, afirma Galán.

La dictadura creo sus prototipos: la mujer enamorada que busca el príncipe azul, con la boda como destino vital; la solterona; la mujer de vida alegre que recibe su castigo. “Es una historia de claroscuros, tiene momentos de gloria y momentos de no gloria. La mayoría de las películas son misóginas, y no solo porque hayan sido hechas por hombres en su mayoría.  Son misóginas porque era lo que se estilaba. Eso estaba en la sociedad”, explica.

En 1962, la actriz alemana Elke Sommer lució el primer bikini de la historia del cine español en Bahía de Palma, inaugurando la época  de “desnudos disparatados” del desarrollo turístico y el landismo que terminarían con el destape en los 70. Y con la transición llegaron los papeles maduros, el divorcio y la verdadera liberación sexual plasmada en las películas de Almodóvar y su generación. ¿Cuáles serían la tipología de personajes femeninos en la actualidad? “No lo sé, hace falta una cierta distancia. Las películas hablan de cosas que tenemos alrededor, en la calle, que vemos en los periódicos, y no hay una distancia con esos documentos sociológicos para ver qué están realmente representando”, concluye.

La novelista gráfica Alison Bechdel creó en los años 80 el test Bechdel para evaluar la brecha de género en las películas. Para superar el test, una obra debía de: 1) tener dos mujeres; 2) tener una escena en la que las dos mujeres conversen; 3) que el tema de la conversación no sea un hombre. ¿Cuántas de las películas que ha visto Galán superan el test?

“No lo conocía, pero no lo superan muchas la verdad, salvo las  película heroicas de los años 40 y 50  -tipo Agustina de Aragón-  aunque incluso en ellas también existía el enamoramiento”, explica. “Fíjate que lo primero que hicimos fue montar una secuencias entre mujeres que llamábamos 'de mujer a mujer', y normalmente se encuentran para rendir cuentas entre la amante a la legítima y, lógicamente, hablaban del hombre que las unía o desunía. Es un topicazo de todo melodrama, no solo del español”, recuerda. “Sin embargo,  hay algunas películas feministas hechas por hombres y en este documental hay dos que figuran con letras de molde: Calle Mayor y La tía Tula, que son las más profundas que se han hecho en España sobre la represión social o religiosa recibida por las mujeres en ciudades de provincias”.

Con la pata quebrada se presentó en el reciente Festival de Cannes, donde precisamente obtuvo la Palma de Oro una película de amor lésbico: La vida de Adele. ¿Es la homosexualidad femenina una asignatura pendiente en la ficción? “Hay  muchas películas sobre lesbianas, como Odio mi cuerpo o Fango en el ático. Eran películas moralistas pero no era más que una manera de sacar mujeres desnudas”, afirma. “Era otra vertiente del machismo, del destape, no  había ningún análisis sobre las relaciones entre mujeres. Como no la había de las masculinas hasta que llegó Eloy de la Iglesia. Nunca ha habido una profundización, en término generales”.

¿Ha descubierto alguna joya oculta en su descomunal labor de documentación? “Descubrir, no. Pero hay  película republicana que había olvidado llamada Nuestros culpables,  donde hay una secuencia de mujeres que van a la cárcel  para a ver a un preso rico y venderse. Ha sido un feliz reencuentro porque me parece una secuencia de pasar de todo, de buen humor. Y esa risa, que luego desapareció del cine español, está muy bien contada y no creo que se hiciera después una cosa tan cínica”, recuerda.