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Muere el siete veces primer ministro italiano Giulio Andreotti a los 94 años

  • Fue el gran protagonista de la política italiana en la segunda mitad del siglo XX
  • Uno de los hombres más poderosos, fue juzgado por "complicidad" con la mafia
  • El político democristiano se encontraba ya retirado de la vida pública

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Giulio Andreotti fallece a los 94 años

El siete veces primer ministro y senador vitalicio, Giulio Andreotti, ha muerto a los 94 años en Roma, según informan los medios de comunicación italianos.

Desde hace algunos meses el antiguo líder de la Democracia Cristiana italiana ya se encontraba retirado de la vida pública, ya que no acudió al parlamento ni para votar la elección del presidente de la República ni la investidura del nuevo Gobierno.

En abril de 2012 permaneció 13 días hospitalizado en el Policlínico Gemelli de Roma debido a una crisis cardiaca causada por una infección respiratoria. Pasados los primeros momentos y una vez estabilizado, llegó incluso a bromear al conocer que Wikipedia le había dado por muerto, señalando que ello "alargaba la vida".

Según han comunicado fuentes cercanas a la familia, este martes se celebrará su funeral, aunque no será de Estado, por expreso deseo de Andreotti, que dejó encargado que se celebre una misa en su parroquia con sus más estrechos familiare

"Protagonista de la democracia italiana desde el nacimiento de la República tras los traumas de la dictadura y de la guerra, ininterrumpidamente presente en las instituciones y en las asambleas representativas, con él se va un actor de primerísimo plano de más de sesenta años de vida pública nacional", ha afirmado el nuevo primer ministro italiano, Enrico Letta, quien proviene de la Democracia Cristiana.

Por su parte, el presidente italiano, Giorgio Napolitano, ha expresado también sus condolencias y ha destacado de Andreotti que "desempeñó un rol de gran relieve en las instituciones y representó a Italia en las relaciones internacionales y en la construcción europea".

Sucesor de Maquiavelo

Il Divo, "Belcebú", o "el jorabado", -apelativos con los que se le conoce en Italia- estuvo en el primer plano de la política italiana durante toda la segunda mitad del siglo XX. Presente en el Parlamento desde 1946, era senador vitalicio desde 1991. Superviviente de la Primera República, Andreotti se ha convertido en un mito vivo profundamente enigmático. Lo ha sido todo, ha estado en todas partes. Miembro de la Asamblea Constituyente, siete veces presidente del Gobierno y 20 ministro, senador vitalicio y uno de los máximos exponentes de la Democracia Cristiana.

Los dos poderes fácticos más importantes de Italia, la Iglesia y la mafia, tampoco han sido ajenas a su trayectoria humana y política. Después de cincuenta años en la vida pública, se sentó en el banquillo y fue juzgado por "complicidad" con la Cosa Nostra, la mafia siciliana, por la muerte de Mino Pecorelli en 1979.

Los tribunales italianos le absolvieron en 2004 de asociación mafiosa después de un duro proceso en el que un testigo aseguró que Andreotti besó en la mejilla, gesto característico de la mafia, al jefe de la Cosa Nostra, Salvatore Totó Rina.

Los secretos de Estado me los llevaré al Paraíso

Con su muerte, se van a la tumba algunos de los más importantes secretos de Estado. "Conozco algunos secretos de Estado, pero me los llevaré al Paraíso. Nunca me gustó la política espectáculo", confesó en una de sus últimas entrevistas al diario La Repubblica.

Su nombre aparece ligado a logias masónicas y oscuros secretos de Estado, incluido el asesinato del líder democristiano Aldo Moro. Su viuda denunció que Andreotti, entonces primer ministro, no hizo lo sufiente por salvarle. Y se cree que las cartas escritas por Aldo Moro durante los 55 días de secuestro por las Brigadas Rojas contenían información comprometedora para Andreotti.

Religioso y fiel

Un hombre enigmático, parsimonioso, de profundos desvelos, tenía en Livia, su esposa, a su mejor aliada, con quien ha estado casado más de 70 años y a la que, aseguraba, siempre le fue fiel.

Hasta que los achaques se lo permitieron acudía cada día a las siete de la mañana a rezar a la iglesia de San Juan de los Florentinos, donde además se encontraba con sus seguidores que le esperaban para charlar con él y recibir sus donativos.

Andreotti es el símbolo del político italiano por antonomasia: exquisito, sagaz y de extrema destreza, sin cuya figura no se puede entender la política italiana desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy. Su lema era "el poder desgasta sólo al que no lo tiene".