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"La primera vez que fui a un comedor social me dio tanta vergüenza que quería desaparecer"

  • Las ONG advierten de que la pobreza se extiende a la clase media
  • Son casos de personas con vidas estables abocadas a la exclusión social
  • Depresión y pérdida de autoestima son algunas de las consecuencias mentales
  • En España los más ricos ganan siete veces más que los pobres, según Cáritas

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Un grupo de personas guarda cola para acceder a un comedor social
Un grupo de personas guarda cola para acceder a un comedor social

Mariona no puede evitar la rabia al hablar de su periplo vital: “Tengo cincuenta y tantos y con esa edad ni te miran para darte trabajo. No se convocan oposiciones y para mí es imposible. Además, he puesto carteles por todos lados para dar clases pero ni por esas”

Esta mujer resolutiva es licenciada en Lengua y Literatura en Inglés, profesora interina de Educación Secundaria en la escuela pública durante 17 años y parada de larga duración que “ya no cobra”.

Los crisis ha truncado su vida profesional y personal. “Salgo adelante sola como puedo”, relata esta docente a RTVE.es mientras hace cola en el comedor social San Francisco de Madrid, donde acude desde hace meses porque no puede hacer frente a sus gastos.

La pobreza llama a la puerta de la clase media y lo hace con virulencia. Son los casos de personas con vidas normalizadas, muchas de ellas con estudios superiores, a las que el paro empuja hacia la exclusión y que jamás imaginaron mirar frente a frente al abismo.

Salgo adelante sola como puedo

“Es un verdadero shock y algunos afectados se aíslan de su entorno, rompen lazos con familiares y amigos porque no quieren que se enteren de lo que les pasa. Dejan de relacionarse, se encierran en casa y convierten su problema en algo exclusivo porque se sienten culpables”, explica Carlos Usías, presidente de la Red Española contra la Pobreza y la Exclusión Social.

Usías llama la atención sobre la escalada de los índices de pobreza hacia las clases medias y del debilitamiento del “colchón familiar” por el azote de la crisis.

Ansiedad, depresión y ‘vergüenza social’

“La primera vez que fui a un comedor social tenía tan vergüenza que me escondía y quería desaparecer. Luego me di cuenta de que yo no había hecho nada malo”.

Josefa es cocinera y lleva parada desde 2011. “Antes tenía una vida normal y tenía mi independencia”, recuerda. Ahora, cobra el subsidio para mayores de 55 años de 426 euros pero tiene que elegir entre “alquiler o comida”, cuenta mientras desgrana su rutina diaria “de comedor en comedor” por toda la capital.

Una manera de sobrevivir que está haciendo mella en su estado de ánimo. “Me siento preocupada, intranquila y no dejo de darle vueltas a la cabeza. Pienso que con los recortes me pueden quitar lo poco que tengo y estoy a base de tranquilizantes”, confiesa.

El impacto psicológico de la pobreza es enorme, según los expertos. La prolongada recesión también pasa factura a la estabilidad emocional en forma de ansiedad, depresión y falta de autoestima.

Lo que más afecta es perder la esperanza

“Hay estrés por problemas en la convivencia porque muchas veces el desempleo trae consigo la disolución de la identidad profesional y social. Nos llegan casos de familias estables en las que el hombre lleva más de tres años en el paro y acaba cayendo en el alcoholismo, al final la familia acaba separándose y la persona cae en la exclusión porque lo pierde todo”, explica Concepción de Águeda de Psicólogos sin Fronteras.

Una organización que ha puesto en marcha un programa de atención psicológica a bajo coste para afectados por la crisis y que también auxilia a víctimas de desahucios que sufren estrés postraumático al abandonar su hogar.

Lo que más afecta es perder la esperanza aunque es difícil mantenerla porque la realidad no responde pero ayuda hablar con otras personas que pasan por lo mismo”, apunta la psicóloga.

Los ricos más ricos; los pobres más pobres

“Desde que comenzó la crisis hemos constatado que los ricos son más ricos y los pobres más pobres y eso lleva a que España sea uno de los países europeos con mayor índice de desigualdad”, señala Juan José López, miembro del equipo de estudios de Cáritas y doctor en geografía social.

“Hemos pasado de atender a 400.000 personas a llegar hasta un millón, en poco más de tres años”, desgrana.

La depresión económica ha provocado un incremento de la desigualdad entre españoles, de manera que la diferencia entre las rentas más altas y las más bajas ha subido un 30% desde 2006, según indica el último informe de Cáritas Desigualdad y Derechos Sociales.

Mi rutina es comedor-ropero-albergue

Desde este año, los ingresos de la población con rentas más bajas han descendido cerca de un 5%, mientras que el crecimiento correspondiente a los hogares con más riqueza ha sido el mayor de toda la población, según reflejan los datos recogidos en la memoria.

Ante esta nueva fotografía de la sociedad española, Cáritas lanza la voz de alarma ante el riesgo de “fractura social” y de “cronificación” de la pobreza con casos de personas que llevan “tres años o más pidiendo ayuda sin encontrar salida”.

Juan, de 37 años, se ubica en este perfil como el mismo describe con “impotencia”. “Mi rutina es comedor- ropero-albergue. No tengo ingresos y soy parado de la construcción. Me planteo marcharme fuera de España”, dice a las puertas del centro social Hijas de la Caridad en el madrileño barrio de Chamberí. “Por lo menos que te den un plato de comida al día es una ventaja”, añade resignado.

“Llega mucha gente con hijos a cargo y sin ayudas”

Mientras, en el comedor social San Francisco la actividad no se detiene y su edificio engulle a cada momento las filas de comensales que matan la espera charlando o leyendo el periódico.

Son 300 cada día. Como calcula a vuela pluma la hermana Asunción, al frente desde hace año y medio de la ajetreada logística del centro. “Ahora llega mucha gente sin ningún tipo de ayuda y con hijos a cargo, sobre todo inmigrantes”, detalla.

Los rumanos Florin y Iulica son los primeros de la cola. Tras diez años en España lo han perdido todo y duermen en un coche en el barrio de Vicálvaro en Madrid. No se plantean volver a su país porque allí “están peor las cosas”.

Cáritas también advierte de la “irregularidad sobrevenida” en la que se encuentran unos 100.000 inmigrantes que llevaban años en nuestro país pero han quedado atrapados por la crisis sin haber podido regularizar su situación.

¿Qué ocurrirá después de la crisis?

La pobreza se agudiza y se extiende rápida e implacable situando a las puertas de la vulnerabilidad a cada vez más colectivos.

El 70% de las familias que acuden a Cruz Roja para solicitar ayuda no puede garantizar la alimentación saludable que sus hijos necesitan a causa de la situación crítica que atraviesan por la crisis, de hecho, el 33% no tiene ningún tipo de ingreso.

Son datos del último informe anual de Cruz Roja sobre Vulnerabilidad Social que también señala que son las familias numerosas y las monoparentales sostenidas por mujeres las que tienen más riesgo (66,8%).

Aumenta un 30% la brecha entre ricos y pobres

También aumentan el número de personas mayores que tienen dependientes a su cargo. Ya alcanzan el 49%. Son en muchos casos pensionistas que mantienen a sus hijos y nietos y cuentan cada vez con menos poder adquisitivo.

Todas las organizaciones sociales consultadas por RTVE.es  coinciden en señalar a los recortes como una de las causas que contribuyen a la pobreza sostenida en el tiempo de las familias.

“Aunque en 2014 la situación económica remontase, si no se hace una estrategia específica de lucha contra la pobreza, mucha gente se quedará en el camino”, concluye Carlos Usías de la Red Española contra la Pobreza y la Exclusión Social.