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El derecho de asilo en Melilla se convierte en una trampa para muchos inmigrantes

  • Organismos de DDHH denuncian restricción de movimiento a la Península
  • De las 3.400 solicitudes que hubo en España, solo 42 se pidieron en Melilla
  • RTVE.ES habla con un solicitante de asilo que vio denegada su petición

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El derecho de asilo en Melilla, una trampa para muchos inmigrantes

Trésor entró en Melilla escondido en un coche. Dejó atrás su lugar de origen, República Democrática del Congo, hace un año y nueve meses. Su militancia política le pasó factura en un país que vive en conflicto permanente desde 1996. Cuenta que fue encarcelado después de apoyar diversas protestas estudiantiles. Consiguió escapar.

“Primero fui a Brazzaville, país vecino, donde cogí un avión para Marruecos. Luego pagué a las mafias para que me escondieran en un coche y así poder entrar en Melilla. Me pidieron 3.000 euros”, explica Trésor a RTVE.ES. Una vez en la ciudad autónoma le dejaron en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Allí le informaron de la posibilidad de acogerse al derecho de asilo, y decidió solicitarlo.

Su petición fue denegada y ahora espera la decisión judicial después de haber interpuesto un recurso. En Melilla no son muchas las personas que, como Trésor, se acogen al derecho de asilo. De las más de 3.400 solicitudes que hubo en España en 2011 (ocupa el puesto número 13 dentro de la Unión Europea), sólo 42 se pidieron en Melilla.

Algunos inmigrantes aseguran que no lo demandan porque si lo hacen “no pueden salir de allí hasta obtener una respuesta”. Otros, sin embargo, no lo hacen porque carecen de esa información.

El descenso considerable de este tipo de solicitudes en Melilla (en 2010 hubo 49 más) preocupa a las organizaciones que trabajan en temas de asilo y refugio en España. “El pasado año se recrudeció más si cabe la imposibilidad de libertad de movimiento a las personas solicitantes de asilo en Ceuta y Melilla al serles impedido el acceso a la Península, a pesar de las repetidas resoluciones judiciales (como las del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía) en contra de ese impedimento”, denuncia la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en su último informe anual.

Y prosigue: "La realidad es que no existe limitación que avale la restricción de movilidad y esta decisión violenta la legalidad".

Una postura compartida también por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas: “Nos inquieta que haya personas que lleguen a Melilla y que necesiten protección internacional y no la pidan porque hacerlo suponga quedarse hasta que sea resuelto el caso”, apunta su portavoz en nuestro país, María Jesús Vega.

Otra visión diferente aporta el delegado de Gobierno de la ciudad autónoma, Abdelmalik el Barkani: “Es verdad que hemos podido comprobar que ha habido una disminución en los últimos  años en el número de solicitudes y, aunque no tengo criterios para valorar, una posibilidad puede ser que a lo mejor abusaron de esa figura algunos inmigrantes que, no mereciendo la condición de asilo, la solicitaron”.

Solicitar asilo, un derecho

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 14, reconoce que “en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él en cualquier país”. Una vez que el inmigrante pasa a ser solicitante tiene acceso, según la Ley de Asilo (2009), “a la asistencia jurídica, sanitaria y a la suspensión de cualquier proceso de devolución, expulsión o extradición”, entre otros.

Los solicitantes de asilo, que disponen de la requerida documentación (una tarjeta de color rojo), tienen derecho además “a circular libremente por el territorio español” hasta que sea resuelto su caso, tal y como se refleja en la Ley de Extranjería (2009). Sin embargo varias ONGs demuestran que es algo que no está sucediendo.

Los solicitantes de asilo no pueden circular libremente

“La entrada en vigor de la nueva ley de Asilo ha supuesto un antes y un después en Ceuta y Melilla. En aplicación del Tratado Schengen (que no incluye a estas  dos ciudades),  los solicitantes de asilo no pueden circular libremente, permaneciendo en un limbo legal”, matiza CEAR. “Es más fácil salir de Melilla con un salvoconducto o bajo cualquier otra circunstancia que pidiendo asilo”, añade José Palazón, de la ONG local Prodein.

Según datos aportados por la Delegación de Gobierno de Melilla, a día de hoy, y en lo que va de año, hay un total de 39 solicitudes formalizadas. De ellas, 21 han sido admitidas a trámite y 11 han sido apartadas de estudio. Otras siete están pendientes.

El centro de inmigrantes dobla su capacidad

Muchas de las personas  que llegan a Melilla en situación irregular se encuentran en el centro de inmigrantes de la ciudad, que está ubicado al lado de un campo de golf, mostrando una imagen de auténtico contraste. Ofrece atención básica a cerca de 900 inmigrantes, aunque su número de plazas, según datos oficiales, es de 480, duplicando así su capacidad.

El CETI tiene capacidad para 480 personas pero en estos momentos hay cerca de 900

Los inmigrantes pueden entrar y salir del recinto sin autorización pero, sin embargo, a la prensa no le permiten la entrada (RTVE.ES solicitó permiso para acceder al mismo pero fue denegado). Algunas de las organizaciones que trabajan en este centro son Cruz Roja, Accem y CEAR.

En el CETI se encuentran también algunos de los inmigrantes que durante estos últimos días han conseguido saltar la valla, de 12 kilómetros de perímetro y siete metros de altitud. Hace seis años las autoridades reforzaron su dispositivo ante los sucesos ocurridos en 2005 (murieron nueve inmigrantes). Ahora el alambrado que separa Melilla de Marruecos es triple, cuenta con 109 cámaras de vigilancia y en el momento en el que hay un salto existe la posibilidad de que se active un gas pimienta que, según informa la Guardia Civil, “no es lesivo”.

Colas para pedir la expulsión de Melilla

Algunas de las personas que están en este centro de inmigrantes llevan incluso varios años, a pesar de su carácter de temporalidad. Por eso cada lunes por la mañana se repiten las escenas de decenas de ellas que acuden a la Jefatura Superior de Policía para pedir que les envíen a la Península. “Queremos ir a Europa, no quedarnos aquí”, repiten los que hacen cola.

Y es que cada semana (normalmente los martes)  algunos son trasladados a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), para su posterior expulsión (en estos lugares pueden estar un tiempo máximo de 60 días). Otros, aunque en menor medida, son integrados en programas de acogida de ONGs.

Los que se quedan tratan de buscarse la vida como pueden, ya que no tienen permiso para trabajar al no disponer de los documentos necesarios. Rodríguez, un joven de Gabón, limpia coches cada día en plaza España, en el centro de la ciudad. Su objetivo es conseguir algo de dinero para poder llamar por teléfono a su familia. “Tengo 27 años y llevo dos en Melilla sin nada, sin futuro. Quiero poder seguir estudiando y tener un trabajo, una vida mejor”, relata.

Otros, como Trésor (que denuncia persecución política en Congo), lo que desean es permanecer en un lugar que sea garantía de seguridad: “Lo único que quiero es no tener miedo de que mañana puedan salir a matarme. Aquí me siento tranquilo porque estoy viviendo. Y eso es lo realmente importante para mí”.

La guerra, el hambre o la persecución son algunos de los motivos que les empujan a abandonar sus países y dejar a su gente. Ahora tratan de encontrar esa vida digna que no pudieron alcanzar.