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Tres periodistas dejan KO al mundo editorial

  • Una editorial apuesta por el periodismo de reportaje y crónica
  • Dos de los periodistas fundadores se habían quedado en el paro

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Guillermo, Álvaro y Emilio, los tres socios de la editorial Libros del K.O.
Guillermo, Álvaro y Emilio, los tres socios de la editorial Libros del K.O..

La cultura en  papel parecía haberse dejado ganar por el soporte digital. Al periodismo, sin embargo, le quedan asaltos antes de que se pueda tocar la campana final del K.O..

Tres periodistas se han enfundado los guantes del periodismo con más peso, el reportaje y la crónica, para dar vida a la editorial de Los libros del K.O. . Cuatro libros llevan publicados estos tres periodistas, socios de la editorial con Alberto Sáez Silvestre, como contable, desde que se fundó en mayo de 2011, con la forma de sociedad limitada.

Emilio Sánchez Mediavilla aprovechó la ayuda del paro, que podía recibir en un único pago si lo empleaba en la creación de una nueva empresa. Guillermo López Linares, trabajaba en la misma página de internet, Soitu.es, que cerró en noviembre de 2011. Álvaro Llorca Zabala había ido al festival de Benicassim a cubrir la información y allí se conocieron.

El Monstruo. Memorias de un interrogador, de Pablo Pardo, es el primero de sus títulos, que narra las prácticas del ejército estadounidense en Afganistán e Irak, desde la voz de un soldado detenido por abusos. Después vinieron Mata a tus ídolos de Luc Sante, Estamos bien en el refugio los 33 de Francisco Peregil y Misrata Calling, de Alberto Arce.

Álvaro y Emilio dedican más tiempo a la editorial y hacen colaboraciones aparte, mientras Guillermo y Alberto tienen al margen sus propios trabajos.

Ilusión y aburrimiento

Emilio reconoce que viven “con mucha ilusión, a pesar de ciertos sustos de vez en cuando” y señala que van “aprendiendo sobre la marcha, porque al final no deja de ser una empresa con planes financieros”.

A veces el mundo de la empresa, confiesa Emilio les produce cierto aburrimiento, pero al mismo tiempo, están “muy contentos de esa libertad” de trabajar como quieren. Lo cierto es que han elegido lo que les gusta y por eso no se plantean “si es arriesgado”, viven el día a día y así van avanzando.

Después de quedarse en el paro, Emilio pudo haber elegido otro camino, como dedicarse a viajar, pero prefirió embarcarse en la aventura de una nueva editorial. Algo que también fue posible por sus circunstancias personales, y las de sus socios, ninguno de ellos ha creado su propia familia ni tiene hipoteca.

Tres años antes de crear la editorial, ya habían empezado a conocer a mucha gente, que se había embarcado en una aventura similar y por eso sabían que el modelo “podía ser viable”.

El periodismo y la pequeña editorial

Lo cierto es que en los últimos diez años ha habido un 'boom' de  pequeñas editoriales, y  ellos han encontrado "mucha ayuda", explica agradecido Emilio, porque "hay compañeros de  editoriales que lejos de verte como un posible rival te  dan su mejor consejo" y en el mundo del periodismo les han ayudado "mucho".

La facturación de Libros del K.O. no tiene una continuidad. Unos meses se ha quedado en 1.000 euros y otros ha llegado a 3.500. Depende del número de publicaciones que hagan. De la distribución de los ejemplares se encarga en exclusiva otra empresa, UDL, en toda la geografía española.

Este mismo mes lanzan una nueva serie de seis libros y cambian de tercio, bajo el título de Hoolings ilustrados, para que, con la excusa del fútbol, Ramón Lobo, Enric González, Antonio Luque, Marcos Abal, Manuel Jabois y Julio Ruiz "hablen de su pasión de una forma irreverente pero melancólica".

Cada libro tiene su pequeña historia. Con Enrique González, por ejemplo, Emilio viajó a Jerusalén, donde se encontraba el periodista, para entrevistarle y accedió a escribir uno de los libros. El hecho de que "quisiese escribir con nosotros nos abrió la puerta a muchos autores", reconoce.

Los socios de Libros del K.O. estuvieron hace solo unas semanas en un Congreso en Huesca y allí llevaron 400 pequeñas toallas, con una tarjeta en la que podía leerse: "Un buen periodista  nunca tira la toalla".