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Kim Jong-un, el 'Gran Camarada Líder Supremo'

  • El líder norcoreano se ha dirigido por primera vez a las masas
  • El régimen de Pyonyang ofrece un impresionante desfile
  • La prensa extranjera, testigo de excepción del acontecimiento

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Primer discurso del líder norcoreano, Kim Jong-un

No es solamente Kim Jong Un. Los norcoreanos no pueden llamarlo solo por su nombre. Hay que nombrarlo como "el Gran Camarada Líder Supremo".  Así son las cosas en Corea del Norte, donde los dirigentes no son políticos sin más sino seres supremos, divinos y eternos de los que depende el destino de la población.

Pues bien, hasta hoy, los norcoreanos nunca habían oído la voz de su Líder Supremo. Esta mañana, el joven Kim Jong Un se ha dirigido por primera vez a las masas en una alocución belicista en la que ha llamado "a seguir luchando hasta la victoria final".  El heredero de la única dinastía comunista del planeta ha recordado también que "la prioridad para Corea del Norte sigue siendo la fuerza militar".

Miles de personas han aclamado a Kim Jong Un tras su discurso. El joven, durante unos minutos, ha saludado desde su tribuna mientras los presentes gritaban una y otra vez su nombre agitando flores y banderas, una coreografía de masas muy del gusto del régimen. A continuación ha comenzado la exhibición de músculo militar.

Uno de los desfiles más impresionantes de los últimos años y en los que se han mostrado numerosos blindados y misiles de corto y medio alcance, en plena polémica por la eventualidad de nuevos ensayos nucleares.

En primer plano, los periodistas extranjeros hemos sido testigos de este acontecimiento militar. El régimen ya nos tiene aquí exactamente para lo que quería: convertirnos en cronistas de su exhibición. Lo contaremos al mundo y después nos echarán del país sin haber podido salirnos del guión marcado por el Gobierno.

Visitar Corea del Norte suele ser así. Nos dan un visado. Entramos en el país. Nos quitan los teléfonos y nos ponen un guía para tenernos controlados en todo momento. Nos encierran en un hotel y deciden cuándo y cómo salimos y para qué. Y cuando ellos quieren, nos mandan de vuelta a casa.

A veces el periodismo solo da para esto. Muy a mi pesar.