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Obama da marcha atrás a una norma sobre anticonceptivos ante la polémica con los católicos

  • Obligaba a las instituciones católicas a ofrecer anticonceptivos a sus empleadas
  • Ahora las instituciones católicas "podrán alegar objeciones religiosas"
  • En 2008 Obama recibió mucho apoyo de los votantes de esa confesión

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El presidente de EEUU, Barack Obama, ha dado este viernes marcha atrás sobre una normativa que obligaba a las instituciones católicas a ofrecer métodos anticonceptivos a sus empleadas, tras la polémica causada con la Iglesia católica y las críticas de los republicanos.

La norma será modificada y esas instituciones católicas "podrán alegar objeciones religiosas" para no ofrecer anticonceptivos a sus empleadas, ha explicado Obama en una comparecencia en la Casa Blanca.

En ese caso, la obligación de ofrecer los anticonceptivos recaerá en las compañías aseguradoras, ha precisado el presidente, al considerar que con estos cambios "la libertad religiosa quedará protegida" y todas las mujeres tendrán acceso a anticonceptivos "sin importar donde trabajen".

Las parroquias quedarán exentas y las demás entidades católicas como hospitales y colegios tendrán un periodo de transición hasta agosto de 2013 para aplicar la medida.

Acusaciones de los grupos católicos

"Como ciudadano y como cristiano valoro" la libertad religiosa, se ha defendido Obama, tras ser acusado los últimos días por grupos católicos y por los republicanos de ir contra ese derecho por la polémica normativa sobre los anticonceptivos, incluida en la reforma del sistema sanitario promulgada en 2010.

Además, ha lamentado el "deseo cínico por parte de algunos" de convertir el asunto "en un juego político". La Casa Blanca y el propio Obama han recordado este viernes que casi un 99 % de las mujeres en Estados Unidos han usado anticonceptivos alguna vez en su vida.

De acuerdo con sondeos recientes, la mayoría de los estadounidenses, incluidos los católicos, se han declarado a favor de la norma original.

Campaña electoral

La medida, anunciada por la secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, el 20 de enero, se presentó en plena campaña electoral con los demócratas en busca de la reelección de Obama en noviembre y los republicanos enfrascados en un proceso de primarias para seleccionar a su candidato presidencial.

El vicepresidente, Joe Biden, y algunos asesores de Obama ya le habían advertido de que la medida se podía interpretar como una intromisión en la libertad religiosa en un país que presume de fomentar las libertades individuales, según medios estadounidenses.

Además, estaba en juego el apoyo electoral de los católicos, que representan una cuarta parte (77 millones) de la población total de EEUU.

El apoyo católico a Obama

En las elecciones de 2008, Obama tuvo más apoyo de los votantes de esa confesión, en gran parte por los votos de los latinos católicos, que su entonces rival republicano, John McCain.

Entre la jerarquía católica, uno de los más críticos con la medida sobre los anticonceptivos ha sido el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, quien llegó a decir que promovía la "esterilización" y que "nunca antes en la historia de EEUU el Gobierno federal ha forzado a los ciudadanos a adquirir lo que viola sus creencias".

Tras las modificaciones anunciadas por Obama, los católicos se han mostrado todavía divididos al respecto.

La Catholic Health Association ha expresado su satisfacción con los cambios prometidos por el Gobierno y ha asegurado que de esa forma sí se respeta la libertad religiosa.

Por contra, otros como el reverendo Frank Pavone, presidente de la organización católica antiabortista Priest for Life, ha declarado que hay aún muchas razones "no religiosas" para oponerse a la medida del Gobierno, entre ellas la "libertad de conciencia".

El asunto también salió a relucir de nuevo en la reunión que miles de dirigentes conservadores celebran desde el jueves en Washington.

La polémica no solo tiene que ver con los anticonceptivos, sino también con la libertad de expresión y el control del Gobierno sobre las vidas de los ciudadanos, "y eso tiene que terminar", ha denunciado en esa reunión el aspirante presidencial republicano Rick Santorum, un devoto católico.