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Max Beauvoir: 'Los vuduistas somos los que menos problemas hemos tenido con el terremoto'

  • El 'Papa' del Vudú recibe al programa Buscamundos y a la delegación de RTVE
  • Pide que se disipen los prejuicios sobre la religión popular haitiana
  • El jueves responderá a las preguntas enviadas por los lectores

Ver también:Ver también: Especial No te olvides de Haití

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De izquierda a derecha, Érika Reija, informadora de TVE y presentadora de Buscamundos, Miguel Romero, subdirector, y Max Beauvoir, en Mariani
De izquierda a derecha, Érika Reija, informadora de TVE y presentadora de Buscamundos, Miguel Romero, subdirector, y Max Beauvoir, en Mariani

Pocas personas son recibidas en un templo vuduista. Menos aún, en el Peristilo de Mariani, a las afueras de Puerto Príncipe, el 'Vaticano' de esta religión popular haitiana.

Allí, rodeado de una exhuberante vegetación, de figuras de loas (espíritus), acompañado de algunos adeptos y de un perro de aspecto desaconsejable pero finalmente pacífico, vive y recibe Max Beauvoir, el sumo sacerdote del vudú.

Beauvoir es químico, formado en el City College de Nueva York y en la Sorbona. Vestido de blanco, alto y de pelo cano, ha abierto sus puertas al programa Buscamundos y a la delegación de RTVE que estos días cubre la realidad haitiana para mantener viva la solidaridad española con este pueblo golpeado.

Ya en anteriores ocasiones Vicente Romero, para Informe Semanal, había podido conversar con él y asistir a las ceremonias en el peristilo.

En Haití, tras el terremoto del pasado mes de enero, en el que fallecieron más de 200 mil personas, son permanentes las ceremonias para liberar a los muertos de los espíritus que impiden su reencarnación. Son ritos que forman parte del vudú, la religión mayoritaria y oficial del país. Los rituales de vudú se intensificarán hasta que el próximo 13 de enero, cuando se cumpla un año y un día del terremoto, los familiares puedan hablar con los fallecidos. Un equipo de Informe Semanal ha visitado Haití para ver de cerca la influencia del vudú en la vida de sus habitantes. Ha estado con Max Beauvoir, el jefe máximo del vudú haitiano; ha visto los solemnes ceremoniales de esta religión y ha investigado el lado más oscuro del vudú: el de la zombificación o muertos vivientes.

"Los vuduistas son los que menos problemas hemos tenido con el terremoto, ningún sacerdote importante ha muerto", explica en un castellano más que aceptable. Para el vuduísmo, los espíritus de todos aquellos que murieron en la catástrofe son eternos, ya que "uno vive 16 veces: ocho como mujer y ocho como hombre".

Disipar prejuicios

El 'Papa' del vudú, elegido en 2008 por una federación de houganes y mambós (sacerdotes y sacerdotisas), asegura que su gran objetivo es "tener la posibilidad de intercambiar ideas, abiertamente" y disipar prejuicios sobre la religión y "los valores de la civilización de Haití", desfigurados por las películas de zombis.

Dado que su auditorio hoy es español, Beauvoir se empeña en subrayar que Cristóbal Colón fue recibido de forma pacífica por los indios tahínos en la isla de La Española, donde arribó en 1492 y formó el primer asentamiento español en el Nuevo Mundo, el poblado de la Navidad, con los restos del naufragio de la Santa María.

Pero los habitantes de este poblado violentaron a los indios e iniciaron una guerra, lo que para Beauvoir explica el "sentimiento difícil" hacia Haití. Una impresión, sin embargo, que sin duda ha quedado desmentida con el terremoto y con la solidaridad española, que Beauvoir agradece.

En el templo del vudú

Tras la charla, Beauvoir nos conduce al interior del templo, donde un poste central une, según explica, el centro de la Tierra y el centro del universo. En dos altares, sendas imágenes en madera de loas nos observan rodeadas de velas, botellas de aguardiente, platos de comida y pañuelos de colores.

Allí tiene el hougan su silla de madera, tallada en la forma de las raices de un árbol, donde reza, da los consejos que se le piden e imparte justicia.

Porque el vudú es, para los más pobres, no solo un sistema de creencias sino una guía moral, y una institución en la que confían en un país sin instituciones fuertes. Esto lo han entendido  las organizaciones humanitarias, que tras la emergencia han comenzado a trabajar con houganes y mambós en programas de concienciación en zonas rurales.

No es extraño. El vudú fue traído por los esclavos. Sus prácticas, encubiertas con símbolos cristianos, les vinculaban con África y les ayudaban a resistir. Beauvoir sentencia: "Pienso que, en realidad, nuestros antepasados no fueron nunca realmente esclavos. Si no, no hubieran podido hacer la revolución".

(El jueves 25 Max Beauvoir responderá a las preguntas en uno de los encuentros digitales de RTVE.es)