Enlaces accesibilidad

Wikileaks, de ONG a 'organización terrorista'

  • Las primeras filtraciones datan de 2006
  • Con la publicación de un vídeo sobre Irak se consolidaron

Ver también: Especial  Wikileaks: Las piezas del 'Cablegate'

Por

“La ONG Wikileaks”. Así fue como conocimos en el año 2006 a una organización que, cuatro años después de presentarse en sociedad, está entra las que EE.UU. considera “terroristas” y contra cuyo fundador, Julian Assange, pesa una orden de detención emitida por Interpol.

Pero desde aquel 2006 no ha sido hasta hace un año cuando realmente ha dado el salto a la fama de la mano de la filtración de un vídeo en el que se demostraba que un helicóptero estadounidense había matado a un fotógrafo en la guerra de Irak. Y eso, pese a lo que sus enemigos consideran, es lo que busca Wikileaks: publicar las verdades que muchos quieren esconder.

Los primeros “sustos” de Wikileaks

En su página web lo aseguran. Son una organización sin ánimo de lucro que pretende ser un servicio público internacional que ponga a disposición de todos los materiales que han sido censurados. Y lo hacen, pese a que para muchos se hayan convertido en en una fuente de traición y auténticos héroes para otros.

Sea lo que sean, lo cierto es que el mundo “tiembla” cuando anuncian que van a filtrar nuevos documentos y son capaces de acaparar todas las miradas y hacer que la Casa Blanca prevenga a sus aliados de las nuevas revelaciones.

Sin embargo, cuando se produjo la primera filtración, esto no era así. Eran eso, algo parecido a una ONG que no se sabía muy bien de dónde había salido y cuáles eran sus propósitos y cuando aparecía su nombre se acompañaba siempre de “ONG”.

Y así era en el año 2008, cuando aún no se sabía lo que iba a llegar a ser en el futuro y determinaba los que serían sus tres primeros grandes objetivos: EE.UU., Reino Unido y Perú.

De Reino Unido hace pública una lista con 13.500 nombres de supuestos miembros del ultraderechista Partido Nacional Británico.

En Estados Unidos se centra en la por entonces candidata a la vicepresidencia y gobernadora de Alaska, Sarah Palin, de quien muestra sus correos electrónicos personales en los que discutía asuntos oficiales de la campaña.

Y de Perú no duda en transcribir las conversaciones entre políticos peruanos así como de hombres de negocios en los que discuten la adjudicación de contratos petroleros.

Un año más tarde Wikileaks elige una nueva víctima y sobre la que se ha hablado mucho: el cambio climático. Para muchos que se está dando dicho cambio en la metereoplogía es algo incuestionable. Parecía que también lo era para los cinetíficos que así lo aseguraban pero la “ONG Wikileaks” puso de manifiesto que esta defensa no era tan férrea como se pensaba.

En noviembre de ese año saca a la luz documentos en los que se reproducen conversaciones entre miembros de la Unidad de Investigación Climática de Naciones Unidas y la Universidad de East Anglia en los que los científicos debaten la validez científica del concepto.

La consolidación

Pero estas filtraciones no dejaron de ser, en cierto modo, anecdóticas y nada auguraba lo que iba a ocurrir en abril de 2010.

Es entonces cuando Wikileaks expone su vídeo sobre la muerte de un fotógrafo de la agencia Reuters en la guerra de Irak. Si ya el mundo se estaba cuestionando el verdadero sentido de esa guerra, las imágenes no hicieron sino incrementar el rechazo de la sociedad hacia el conflicto. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. La organización de Assange se convierte en un nuevo héroe para muchos. La organización se convierte en un nuevo enemigo para otros tantos.

Con unos a favor y otros en contra, Wikileaks lo ha conseguido ya. Está en boca de todos y ahora sí, tiemblan cuando anuncian nuevas filtraciones.

De hecho solo tres meses más tarde vuelve a atacar a Estados Unidos en otro de los que se ha convertido en un frente de poca credibilidad. Filtra 90.000 folios sobre la guerra de Afganistán con dos puntos básicos. Por un lado, la falta de veracidad sobre el número de civiles muertos en el conflicto afgano ya que serían muchos más de los que Estados Unidos habría comunicado. Por otro, la vinculación entre los Servicios Secretos de Pakistán, los ISI, y la insurgencia talibán.

La guerra de Afganistán, y, en cierto sentido la credibilidad del presidente Barack Obama, quedan en entredicho.

Irak vuelve a ser objetivo otros tres meses más tarde y Wikileaks filtra 391.000 documentos sobre la guerra en los que se revelan denuncias de torturas y abusos que nunca se investigaron, muertes de civiles de las que no se había informado y la ayuda iraní a milicias iraquíes. Todo ellos había sido redactado por los soldados estadounidenses entre 2004 y 2009. Un nuevo golpe a un conflicto que contaba con el apoyo de muy pocos.

Ahora, este mes de noviembre, y ya conscientes de la expectación que sus publicaciones despiertan, ha vuelto a hacer historia de la mano de cinco medios elegidos que han desgranado los 250.000 documentos que les ha proporcionado.

De este modo Wikileaks ha logrado impactar en asuntos críticos de la historia: dos conflictos bélicos que han sido muy cuestionados, la muerte de José Couso, los vuelos de la CIA, Guantánamo, la salud mental de determinadas personalidades, la capacidad de gobernar de algunos presidentes...

Con todo, la organización de Assange ha llegado a ser comparada con el impacto que logró la televisión cuando mostró al mundo las imágenes de la guerra de Vietnam. Pero lo cierto es que sea o no un tipo de periodismo de investigación llevado al límite, y lejos ya de ser esa ONG del año 2006, lo cierto es que, en gran medida, ha logrado su propósito: sacar los colores a más de uno de la mano de “su verdad” documentada.