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'Celda 211', más allá del cine carcelario

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Celda 211, Goya a la Mejor Película

El público "va a ver lo que le gusta, y punto". Es la manera con la que Juan Gordon, de Morena Films, una de las productoras de Celda 211, explicaba el éxito de una película a la que sólo la falta de una buena distribución entre los académicos dejó fuera del camino a la lucha por los Oscar.

La historia de un motín en una cárcel española protagonizada por un aplaudido Luis Tosar en el papel del sanguinario pero humano Malamadre ha ganado ocho Goya. Desde el principio apuntaba como favorita absoluta en los premios Goya 2010.

La cinta cuenta la historia de Juan, un funcionario de prisiones que en el día de presentación en la cárcel se ve envuelto en una revuelta y decide hacerse pasar por preso.

El intruso, en cambio, se irá acercando a la realidad de los presos, a crear una atípica relación de amistad con Malatesta y a descubrir que quizá la integridad moral de la cárcel no sea tan distinta a la que rige el poder.

Una historia sin pretensiones ideológicas

Sin embargo, Daniel Monzón nunca ha asumido "la trama sociopolítica" que esconde su relato. Celda 211 es, por ello, una historia entretenida, sin pretensiones ideológicas.

"Es política-ficción, no la siento como denuncia social", ha explicado, a pesar de que plantea los abusos de poder por parte de los funcionarios de prisiones, el trato preferencial que reciben los presos etarras, así como su utilización como arma política por parte del Gobierno.

"Pero si algo sale mal parado es la condición humana. Me gustaba que todo lo demás estuviera en segundo plano. La película habla más de los individuos y eso es lo que la salva de su negritud. Todos los personajes tienen razones para hacer lo que hacen. El juicio moral lo tienen que hacer los espectadores", aseguraba.

El moral no se sabe, pero la aprobación cinematográfica ha sido masiva.