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Mohamed VI, una década a la espera del cambio

  • El rey de Marruecos celebra una década en el poder sin cumplir el cambio anunciado
  • Pese al prometedor inicio de cambio, ha mantenido la política heredada de su padre
  • La liberación de presos españoles demuestra el nexo entre España y la nación marroquí

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Mohamed VI, diez años de reinado
El soberano de Marruecos cumple diez años en el trono con la misma política que dejó su padre, Hassan II

Cuando el rey de Marruecos llegó al trono el 23 de julio de 1999, prometió un cambio en la política de su padre, un cambio que aún espera el país. Mohamed VI

nació el 21 de agosto de 1963, fruto de la relación de su padre y predecesor en el trono de Marruecos, Hassan II, con su segunda esposa, Latifa Hammou. Era el hijo primogénito del monarca, por lo que desde el principio se convirtió en el previsible heredero.

Mohamed -al igual que su hermano y sus tres hermanas- creció rodeado de todo tipo de lujos en el palacio de Rabat, considerado como una auténtica ciudad, con calles, una clínica, un colegio, un campo de golf, dos piscinas, una prisión o un cementerio.

Sin embargo, no todo era tan reluciente. Los cinco hermanos vivieron en sus carnes la tiranía y la severidad de su progenitor, que llegaba a someterles a llamada "falaka", que consistía en varias decenas de latigazos en el trasero o en las plantas de los pies.

Como posible heredero, Mohamed recibió una exquisita educación tanto en Marruecos como en Europa. Se licenció en Ciencias Políticas en Rabat, pasó unos meses en la Comisión Europea de Bruselas para completar su formación y, más tarde, se doctoró en Derecho por la Universidad Sofía-Antípolis de Niza.

A la muerte de su padre, el entonces príncipe accedió al trono como Mohamed VI, y su corononación fue recibida con gran alegría no sólo en Marruecos, sino también fuera de él.

Esperanzas de un cambio que nunca llegó

La llegada de Mohamed al reinado marroquí albergó en la población grandes esperanzas de un esperado cambio en el rumbo del país. Sus primeros meses en el poder así lo reflejaban. Por primera vez se hablaba de democracia, de derechos humanos, de reformas en el código de familia para equiparar al hombre y a la mujer.

Pero en el primer aniversario de su coronación las cosas cambiaron. O más bien no cambiaron. Desde el principio, Mohamed ha intentado marcar diferencias respecto al reinado de su padre, pero el tiempo ha demostrado que sigue siendo su mejor reflejo.

El monarca comparte con su antecesor la afición al lujo, el carácter -le encanta ser querido- y la política del país. Asimismo, mantiene la costumbre de nombrar directamente tanto al primer ministro como a otros miembros del Gobierno, derecho que la Constución no le atribuye.

Mohamed concentra en sus manos el poder ejecutivo y buena parte del legislativo y del judicial. Quiere dominar todos los sectores del país y ha mantenido el sistema político que dejó su padre antes de morir.

Además, el articulo 19 de la constitución marroquí, el que otorga al rey todos los poderes, no muestra signos de que vaya a modificarse. Por si esto fuera poco, las diferencias entre ricos y pobres se hacen cada vez más grandes en un país cuya máxima autoridad reúne una fortuna de 1.757 millones de euros, según datos de Forbes de 2008.

Pequeños atisbos de mejora

A pesar de todo, Marruecos ha avanzado en esta década en algunos aspectos. El más destacado, el económico. El estudio 'Una ambición marroquí', elaborado recientemente por una decena de expertos, destaca: "La tasa de crecimiento de la economía marroquí ha progresado constantemente durante los últimos diez años".

El soberano también ha promovido dos grandes reformas religiosas, que consolidan su posición como Comendador de los Creyentes, un título que ya le reconoce la constitución de Marruecos y que le convierte en jefe espiritual de los musulmanes.

Para Jadiya Ryadi, presidenta de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), aunque el país ha empeorado en derechos humanos, tortura o detenciones políticas, en el lado positivo está la reforma del código de familia y su intento de equiparar los derechos de hombres y mujeres.

La reforma de la Mudawana -nombre que recibe el código- fue aprobada por el rey en 2004 y, entre otros puntos, eleva la edad mínima para casarse de los 15 a los 18, fija el derecho al divorcio por consenso de ambos contrayentes y restringe la poligamia.

Sin embargo, a día de hoy su aplicación es imperfecta y, pese a los esfuerzos de Mohamed VI de reforzar el papel femenino en Marruecos, a las mujeres del país todavía les queda un largo camino por recorrer.

Buenas relaciones con España

Aunque la mayoría de los gobiernos del mundo no mantienen una percepción positiva de Mohamed VI, el monarca marroquí siempre ha guardado una buena imagen de España y, en particular, del rey don Juan Carlos, a quien cariñosamente llama "tío Juan".

Ese vínculo entre ambos soberanos es el que ha mantenido el lazo que une a los dos países, pues las relaciones se han deteriorado en episodios como el de la isla de Perejil.

Mohamed VI sabe que el desarrollo de su país depende en parte de mantener un estrecho nexo con España, país que, junto a Francia, es su único talismán ante la Unión Europea (UE). En nuestro país viven más de medio millón de marroquíes, una cuarta parte menos de los que residen en el país galo.

No obstante, las dos naciones cuentan aún con problemas que pueden derivar en enfrentamientos, como la no delimitación de aguas entre Canarias y la costa de Marruecos o el cruce de personas entre las fronteras de Ceuta y Melilla.

En cualquier caso, esa buena relación con España ha vuelto a quedar demostrada con la liberación por parte del monarca del 80% de los presos españoles encarcelados en Marruecos, un total de 178.

En suma, la medida de gracia afecta a más de 25.000 presos. No es la primera vez que el rey aprueba una medida así. Con los nacimientos de sus dios hijos, en 2003 y 2007, aprobó medidas similares para 47.988 y 33.054 condenados, respectivamente.

Don Juan Carlos ya ha felicitado a Mohamed por sus diez años en el trono de Marruecos y además se considera un "buen amigo y amigo leal" del monarca. Estas declaraciones refuerzan el peso de la unión de dos naciones vecinas que comparten algo más que la proximidad geográfica.