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Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos mayores ciudades de Brasil, cedieron el miércoles a la presión de las mayores protestas en dos décadas y bajaron el precio del transporte público, que era la reclamación inicial de los cientos de miles de manifestantes que han salido a las calles desde la semana pasada.

Las autoridades locales se resistieron durante días a tomar este paso con el argumento de que tendrán que recortar inversiones y gastos social en otras áreas, como salud y educación, cuya mejora los manifestantes también reclamaban.

Al final, las protestas continuas han puesto a las alcaldías de Sao Paulo y Rio de Janeiro contra las cuerdas, después de que el martes una decena de ciudades, entre ellas capitales importantes como Recife y Porto Alegre, ya anunciaran bajadas.

Varias decenas de miles de personas han vuelto este martes a lanzarse a las calles de ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro para protestar por el alza del valor del transporte, criticar la corrupción y reclamar mejores servicios públicos, pocas horas después de las multitudinarias protestas que tuvieron lugar en la jornada del lunes.

A pesar de que la protesta, de nuevo, ha vuelto a iniciarse con carácter pacífico, un grupo de manifestantes ha atacado el edificio de la alcaldía de Sao Paulo, provocando que la guardia municipal se refugiase dentro del edificio.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha dicho que "la voz de la calle tiene que ser escuchada" y que las multitudes que han salido a protestar en demandas de mejores servicios han "enviado un mensaje directo a los gobernantes".

El Gobierno turco ha amenazado con emplear a las Fuerzas Armadas para acabar con las protestas ciudadanas que sacuden el país si la actuación policial no es suficiente, el mismo día en el que varios sindicatos han hecho huelga y se han manifestado sin grandes incidentes.

La Asociación de Médicos Turcos ha denunciado lo que ha calificado de "uso salvaje" de los gases lacrimógenos para reprimir las protestas iniciadas hace tres semanas en torno al parque Gezi de Estambul y después contra el "autoritarismo" del Gobierno.

El Gobierno turco ha asegurado este viernes que no iniciará la urbanización del parque Gezi de Estambul hasta que los tribunales decidan si se paraliza la obra o no y que ha iniciado ya una investigación sobre la violencia policial ejercida durante las más de dos semanas de manifestaciones y protestas.

Incluso si los jueces dan vía libre al proyecto que implica la destrucción del parque, el Ejecutivo planea convocar un referendo, ha asegurado Hüseyin Celik, portavoz del AKP, el partido en el Gobierno, tras una reunión nocturna con representantes de los manifestantes.

El resultado del encuentro con el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, satisfizo a los delegados de la red Solidaridad con Taksim, que representa a los ciudadanos acampados desde hace dos semanas en el parque Gezi, cerca de la playa Taksim en Estambul.

En un breve comunicado, este colectivo ha dicho que Erdogan los había escuchado, asegurando que el parque no será tocado hasta la decisión judicial, que se convocaría un referendo y que ha comenzado una investigación sobre los responsables de los abusos durante la represión de las protestas.

Respecto a si se levantará la acampada que ocupa el parque, la red ha anunciado que este viernes por la tarde se celebrará una asamblea y que serán los manifestantes quienes decidan si terminan las protestas. "Reaccionaremos de forma positiva a esa actitud positiva (del Gobierno)" ha asegurado la red tras la reunión, que terminó a las 03.00 de la madrugada local.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha dado un ultimátum a los manifestantes para que abandonen el parque Gezi, pero los activistas han seguido acampados. Esta noche se han manifestado en la plaza y no tienen intención de irse. La noche ha sido tranquila, pero en Ankara ha habido disturbios y la policía ha vuelto a usar gases lacrimógenos. Desde que empezaron las cargas hace 15 días ha habido cinco muertos y más de 5.000 heridos, según cifras oficiales.

Los manifestantes turcos que protestan contra el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, continúan acampados en el parque Gezi de Estambul y han vuelto a la plaza Taksim durante la madrugada del jueves. La noche ha sido tranquila. En la céntrica plaza estambulita ha tenido lugar un concierto improvisado que ha contado incluso con un piano. Una multitud escuchó temas como "Let it be", de "The Beatles", y "Claro de luna", de Ludwig van Beethoven.

En cambio en la capital, Ankara, la Policía antidisturbios ha vuelto a cargar contra los manifestantes empleando gases lacrimógenos.