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El asesinato de un bebé de siete meses y de sus padres, en la población Pinotepa Nacional, en Oaxaca, ha conmocionado a México, generando un considerable revuelo en las redes sociales. La familia salía de un autoservicio cuando fueron acribillados. Presuntamente se trata de un ajuste de cuentas, y muchos internautas han comparado la posición de Marcos Miguel con la del niño refugiado sirio Aylan Kurdi, cuya muerte se conviritó en un icono de la crisis de los refugiados.

Pronto se va a cumplir año y medio de unos hechos dramáticos que escandalizaron a la sociedad mexicana, sacudieron los cimientos del poder en ese país y dieron la vuelta al mundo. La matanza de los estudiantes de Iguala sigue sin esclarecerse. Eran las 9 y media de la noche del miércoles 26 de septiembre de 2014, cuando un grupo de alumnos de magisterio de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, conocidos por su activismo político, se apropiaron de varios vehículos en la estación de autobuses de Iguala para desplazarse con ellos a una manifestación en la ciudad de México. No sabían que eso les iba a costar la vida a prácticamente todos, ni que su muerte iba a ser tan terrible. Esos sucesos se narran ahora en un libro que se acaba de publicar en México. Ayotzinapa, horas eternas, de Ediciones B, está escrito por Paula Mónaco Felipe.