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En los aeropuertos de Kuala Lumpur y de Pekín y en un hotel de la capital china las familias esperan con angustia noticias sobre el paradero del avión de Malaysia Airlines , desaparecido el sábado en aguas del Golfo de Tailandia.

Las autoridades de Malasia están investigando un posible vínculo terrorista  relacionado con la desaparición del avión de Malasya Airlines en aguas del Golfo de Tailandia. Se analizan las imágenes del circuito cerrado de televisión en las que aparecen los dos pasajeros que viajaban con pasaportes falsos y se investiga la identidad de al menos otros dos.  Se ha comprobado que un pasajero chino que figuraba en la lista no iba a bordo. 

En él viajaban ciudadanos de una docena de nacionalidades, sobre todo chinos pero ningún español. Hasta Pekín se ha desplazado un equipo de la compañía Malaysian Airlines, que sigue hablando de desaparición. 

En el viajaban 239 personas de 14 nacionalidades diferentes sobretodo chinos, aunque ningún español. La búsqueda en la que participan además de China, Singapur, Malasia y Vietnam se ha suspendido al caer la noche.  

Sigue sin haber noticias del avión de Malasyan Airlines desaparecido cuando volaba de Kuala Lumpur a Pekín. Ya han pasado más de doce horas desde que se perdió el contacto con el aparato y  los familiares se quejan de la falta de información.  La aerolínea ni siquiera les ha facilitado la lista de pasajeros y se ha limitado a  leer un comunicado que había publicado ya en su página web.

La Asamblea Nacional de China se reúne en Pekín, para refrendar las decisiones del Partido Comunista. El primer ministro del Gobierno, Li Keqiang, ha explicado los objetivos económicos, entre ellos un crecimiento del 7.5%, y el combate a la corrupción.

Las autoridades chinas responsabilizan a los separatistas de la región de Xinjian, al noroeste del pais, del asalto con catanas en un estación de tren. En el ataque han muerto, una treintena de personas. 

Es la primera vez que el ayuntamiento de Pekín decreta la alerta naranja, la segunda más grave, desde que aprobó una escala que mide el peligro que supone la contaminación para la salud. La previsión es que la densa capa de humo sobre Pekín no desaparezca en tres días.