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Desde los albores de la evolución hasta hoy, el ser humano ha vivido bajo el manto cultural del miedo, un sentimiento que radica en el cerebro. Primero, como reacción defensiva imprescindible para sobrevivir; después, como elemento de esclavitud y dominación; ahora, como inseguridad personal y social; siempre, bajo el temor a la muerte, que derivó en la magia y la superchería. Este es el recorrido que realiza el catedrático Francisco Mora en el ensayo "¿Es posible una cultura sin miedo?" (Alianza Editorial). A partir de los avances del conocimiento del cerebro y la neurociencia, propugna cambios educativos y una nueva ética transgeneracional, con otros estilos de vida, para prevenir la posibilidad de que los hijos hereden los miedos de sus padres. Concluye que podrían establecerse las condiciones para erradicar eventualmente los miedos en las sociedades humanas. Como nos explia en este diálogo, Mora defiende una tercera cultura que aglutine humanidades y ciencias.

La historia le considera uno de los grandes faraones egipcios. Ramsés II mandó construir los dos templos de Abu Simbel, uno de los lugares más visitados de Egipto. Desde este martes, en Sevilla se pueden ver las reproducciones de esos templos. Uno de ellos, el dedicado a Nefertari, llega a Europa por primera vez. 

El templo original se construyó en el desierto de Nubia en el Siglo XIII antes de Cristo, 3.000 años después, la réplica, que mide 6 metros de alto y 14 de ancho, se puede visitar en Sevilla.

Una joven, Alma Gamboa Monteserín, escapa de un conflicto personal en el Madrid de 1946. Se refugiará en la comarca de Malpaís, las tierras que posee la familia de su madre en el norte. Allí se adentrará en un mundo enigmático y terrorífico hasta descubrir los misterios y secretos que ocultan sus casonas y sus gentes desde finales del siglo XIX. Es el territorio creado por la escritora y periodista Teresa Viejo en su tercera novela, "Mientras llueva" (Espasa), una trama de intriga psicológica, con intensas relaciones entre los protagonistas, plagada de amores complicados en un inquietante trasfondo de espiritismo. La autora presenta una atmósfera de tintes góticos en la que el clima y el territorio del Cantábrico se alzan como personajes con identidad propia, como nos cuenta en este diálogo.